Las pescaderías de Barcelona están resistiendo el embate de la crisis de la pandemia. Al inicio del estado de alarma se disparó la demanda doméstica de pescado. En verano, sin embargo, la ciudad se vació y algunas pescaderías como la de Elisenda Goñi, minorista en el mercado de la Concepció, cerró de forma inédita a causa de la desbandada de gente que aprovechó la desescalada para salir de Barcelona.
Los clientes volvieron en septiembre, aunque con menos ánimos, relata la pescadera en un reportaje de la Agencia Efe. No obstante, los ingresos de goñi son mejores que hace un año, pero tampoco "para tirar cohetes", explica.
VENTAS POR WHATSAPP
Las ventas por WhatsApp, Bizum y de aplicaciones como Manzaning (para mercados de Barcelona) han impulsado el sector. Goñi se muestra "sorprendida" por los usuarios de más de 60 años y "encantada" porque le facilita la jornada, que comienza a las cuatro de la mañana en el mercado de abastecimiento Mercabarna.
Unos 25.000 trabajadores y 10.000 pequeñas empresas componen el comercio tradicional pescadero español. "Las pescaderías, en general, están satisfechas, y más si se comparan con sectores como el textil, el calzado o la cosmética, declara a Efeagro la directora de la patronal de detallistas Fedepesca, María Luisa Álvarez.
CIERRE DE RESTAURANTES
"Estamos trabajando bien, pero si cierran los restaurantes o las tiendas en fin de semana el hilo se estira y nos toca a todos", añade Goñi. Los pescadores se sienten como "psicólogos" o confidentes porque es el único contacto social del día para muchas personas, especialmente mayores. Oyen lamentos recurrentes, como "me está superando la situación, no veo el final", "seguimos en ERTE" o, apunta Goñi, el comentario de una teletrabajadora que "echa de menos a la gente que le caía mal de la oficina".
Como muestra de descontento, Goñi cita la convocatoria de elecciones catalanas: "La gente se enfadó, veía una tomadura de pelo que les dijeran... estáis encerrados pero podéis salir a votar".