La gran novedad del Mobile World Congress (MWC) de este 2021 ha sido, como no podía ser de otra manera, el covid-19. Cuando uno llega a las inmediaciones de Fira Barcelona con la intención de asistir al evento se topa con un auténtico despliegue de policías y empleados que indican cómo, cuándo y por dónde hay que acceder. Todo está controlado, milimetrado. Es casi robótico. Tras recorrer largas colas, delimitadas por vallas, y enseñar una docena de veces el código QR que valida la entrada, a uno todavía le falta demostrar que está libre de coronavirus antes de acceder al congreso. 

Largas colas para realizar pruebas covid-19 a la entrada del MWC 2021 / METRÓPOLI



PRIMER PASO: AMBULATORIO EXPRESS

Como si se tratara de una película de ficción, uno por uno, los asistentes se someten a una prueba PCR o a un test de antígenos. En una enorme ala del recinto de congresos, en la que la organización ha habilitado un ambulatorio expressenfermeros realizan pruebas en tiempo récord. A diferencia de la sanidad pública, en tan solo 10 minutos los visitantes se levantan de la silla con la validez de un test negativo. 

El siguiente paso es entrar en las instalaciones. Los visitantes se bajan la mascarilla FFP2 obligatoria y se someten al futurista reconocimiento facial que ha implantado la organización. Cuando el escáner comprueba que están en la attendance list, se les permite acceder al interior. 

Enfermeros realizan pruebas covid-19 a la entrada del Mobile World Congress / EFE



CIRCUITO DEPRIMENTE

Lejos de entrar en un paraíso futurista de luces, virtualidad y tecnología, los asistentes acceden al interior de un circuito de casetas insulsas y poco atractivas. Los primerizos en el MWC acceden con ilusión y a la expectativa por conocer cuál será el primer descubrimiento tecnológico con el que alucinarán, pero la realidad es otra.

Los pabellones de Fira de Barcelona son la evidencia de que el coronavirus ha tenido un efecto devastador en el congreso más importante de telefonía móvil. Lejos de parecer un parque de atracciones para los amantes de la tecnología, esta edición se asemeja a cualquier otra feria habitual. Las incontables bajas que ha tenido el congreso y las irrelevantes cifras de asistencia han hecho que el Mobile World Congress 2021 sea una edición de mínimos

Stands poco concurridos en el interior del Mobile World Congress / METRÓPOLI



PASILLOS VACÍOS

Expositores vacíos en los que los congresistas denotan aburrimiento. Enormes construcciones lumínicas para representar a compañías en la que ni siquiera hay representantes. Azafatas de cháchara para matar las horas y un ínfimo interés por parte de los asistentes hacia las pequeñas empresas, son algunas de las imágenes que se detectan a primera vista. 

Los pasillos vacíos prueban la caída del 65% de la asistencia en el evento. La imagen dista de la de años anteriores, en los que los pasillos estaban abarrotados de gente para ver las últimas novedades del sector tecnológico. 

Uno de los pasillos vacíos del Mobile World Congress / METRÓPOLI



GRANDES MONTAJES

Este año tan solo los espacios de los pocos gigantes de la telefonía que se han sumado al congreso cuentan con pequeñas aglomeraciones. Las novedades que presentan las compañías asiáticas son las pocas que llaman la atención de los más curiosos.

Un aura de superioridad sobrevuela el entorno de los stands más reputados. Esbeltas azafatas embutidas en suntuosos trajes y subidas a vertiginosos tacones realizan el check-in, mientras los hombres trajeados se pavonean al entrar en el hermético espacio y repasan de arriba a abajo a las empleadas. 

En el interior de estas macrocasetas las empresas tratan de convencer al cliente de que su producto es único e inmejorable. Como si de una guerra se tratara, las compañías chinas batallan por ofrecer el mejor desarrollo de móviles 5G. A pesar de ello, la mayoría de asistentes se congrega en otro espacio. 

Tres azafatas en la entrada del stand de Huawei en el MWC 2021 / METRÓPOLI



SOCIALIZAR POR ENCIMA DE HACER NEGOCIOS

Las cafeterías y zonas sociales del Mobile se convierten, por sorpresa, en los lugares más concurridos de esta edición del Mobile World Congress. Quizás por la necesidad imperiosa de liberarse, por un rato, de la mascarilla o por las ganas que tenían algunos de volver a hacer networking durante un congreso, las terrazas se llenan de gente y los empleados no dan abasto. 

Mientras unos pocos tratan de promocionar sus ideas en el interior, otros toman el sol en un ambiente más distendido

Uno de los restaurantes del Mobile, repleto de comensales / METRÓPOLI



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