El termómetro de los hoteleros es esencial para calibrar el estado de la ciudad de Barcelona. Y la advertencia es clara: Barcelona “ya no está en el ‘top ten’ internacional”. Es el diagnóstico de Jordi Clos, el presidente del gremio de hoteles de Barcelona, que entiende que los activos de la ciudad son todavía muy importantes, pero que en los últimos años determinadas decisiones han provocado un descenso en la oferta de la ciudad respecto a los mercados internacionales.
La intención es revertir “de forma progresiva” esa posición, con un esfuerzo “colectivo” en el que Clos se incluye. Prueba de ello es la “flexibilidad” de todos los establecimientos hoteleros para realizar ofertas y competir en un nuevo contexto provocado por la pandemia del Covid. La primera fuego será el Mobile World Congress a finales de febrero y principios de marzo. La organización ya ha reservado 10.000 habitaciones.
El nuevo certamen del Mobile y los congresos profesionales a partir de la primavera deben ayudar a una recuperación de la ciudad, a juicio de Clos, que señala que Barcelona debe compararse con otras ciudades internacionales de similares características. Si se hace, señala, la situación no es muy distante. Barcelona, en diciembre de 2021, tenía el 27% de sus hoteles cerrados, con un 46% de ocupación, y un precio medio por noche de 106 euros. Una ciudad como Amsterdam tenía el 36% de sus hoteles cerrados, el 43% de ocupación y un precio de 139 euros. Roma presentaba también números parecidos, con el 30% de hoteles cerrados, el 47% de ocupación y un precio de 146 euros de media por noche.
DEPENDENCIA DEL TURISMO NORTEAMERICANO
La cuestión es que Barcelona ha perdido enteros en el contexto internacional, pero se debe comparar con esas ciudades y no con Madrid, según Jordi Clos, porque la capital de España se caracteriza por un turismo nacional que no es el fuerte de Barcelona, que se basa en el turismo internacional, y, especialmente, de “norteamericanos y asiáticos”.
El año pasado se cerró, por tanto, con malas cifras para el sector hotelero, que ha visto como las esperanzas se iban oscureciendo a medida que se habilitaban nuevas trabas a la movilidad por el Covid. El problema y la ventaja de Barcelona –en función de la evolución de la economía en todo el planeta—es que los visitantes internacionales representan el 85% de todo el turismo que se recibe, sea por ocio o por cuestiones laborales y profesionales.