El Port de Barcelona funciona a pleno rendimiento. El tráfico de contenedores ha crecido casi un 24% en los primeros seis meses del año hasta superar los dos millones de TEUS, la medida estándar para referirse a los contenedores de 20 pies. Una tendencia que seguirá al alza. Según las previsiones del Port, es probable que la cifra se duplique a finales de año hasta alcanzar los cuatro millones. Todo ello se ha traducido en un incremento del 10,2% de las toneladas de mercancías hasta llegar a los 35,8 millones. Unos datos históricos que nunca antes había registrado la infraestructura portuaria.
La crisis geopolítica en el mar Rojo ha favorecido este crecimiento en el puerto, ya que las mercancías entran en el Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar y no por el canal de Suez. Este cambio de ruta ha convertido Barcelona en uno de los hubs que las navieras utilizan para conectarse con los puertos del mediterráneo oriental. Sin embargo, el presidente Lluís Salvadó reconocía en rueda de prensa que habían sufrido “meses de tensión”, llegando a ser “críticos” marzo y principios de abril. El puerto contempla que esta situación se alargue el resto del año, una tesitura que pone encima de la mesa varias preguntas: ¿está suficientemente capacitado? ¿Hay riesgo de saturación?
Un futuro de crecimiento
Según Salvadó, han sido capaces de “superar los retos con un cambio en la organización logística”. Cambios en los que se incluye el funcionamiento nocturno de una terminal y la apertura de otra nueva a partir de septiembre. “El Port está lejos del colapso gracias a estas actuaciones que han aumentado la capacidad operativa”, señalaba el presidente.
Una perspectiva que también comparte el ingeniero Fernando Hermosilla. “El Port está bien dimensionado. Si bien es cierto que la zona más al norte está congestionada, la zona del sur, con la terminal BEST, tiene más capacidad de crecimiento”, explica a Metrópoli. El mayor proyecto al cual se enfrenta el puerto es la construcción del Moll Catalunya, la gran plataforma que se creará junto al dique Sud. El objetivo es que el muelle acoja una gran terminal de contenedores, como la terminal actual BEST. “El Port tiene la posibilidad de crecer a un ritmo alto. No obstante, lo hará hasta los límites que permitan los muelles, aunque todavía no hemos llegado a esta situación”, señala Hermosilla.
Sin embargo hay empresas que ya advierten sobre la congestión en el puerto barcelonés. Una de ellas es Maersk, una de las más potentes en el sector del transporte marítimo. Su último informe señala las "colas congestionadas y tiempos de espera cada vez mayores, junto con una alta utilización de los patios y restricciones en la descarga de contenedores vacíos". De hecho, la empresa se plantea omitir su parada en la capital catalana para descongetionar el Port, aunque también apuestan por "una estrecha coordinación con la terminal para reducir el impacto".
¿Sería posible ampliar el puerto?
¿Y qué pasará cuando esto ocurra? “Al final siempre puedes crecer”, asienta el ingeniero. Una de las opciones viables que ve Hermosilla es una ampliación del puerto mar adentro, teniendo en cuenta que en el norte está la Barceloneta y en el sud El Prat. “Actualmente, el dique, en su tramo más alejado de la costa, está sobre un fondo marino de 25 metros de profundidad. Cualquier ampliación que fuese mar adentro implicaría la construcción de nuevos diques de abrigo sobre profundidades entorno los 40 o 50 metros”, explica el ingeniero a este digital. Sin embargo, se trata de una opción poco probable a día de hoy. Primero, por su elevado coste económico y segundo, porque el Port todavía puede crecer mucho más.
No obstante, una futura ampliación que afectaría al funcionamiento del puerto es la del Aeropuerto. "Son dos infraestructuras que deben saber convivir", reconoce Hermosilla. Mientras que ampliar el puerto no interferiría en El Prat, la ampliación de las instalaciones aeroportuarias por La Ricarda sí que influirían a través de los conos de aproximación de los aviones, que afectarían a la altura de las grúas que utilizan en el puerto”, reconoce Hermosilla. Una opinión que también comparte Salvadó. “No se está pensando en las necesidades del Port. Operamos con grúas de 80 metros, y estamos negociando que puedan ser de 90 metros, con las autoridades competentes en tráfico aéreo. Los contenedores se apilan cada vez con más altura, los buques son más grandes. Existe un proceso de gigantismo en el sector para ganar competitividad. Y con la ampliación del aeropuerto se podría poner en peligro la operatividad en el puerto”, señaló el presidente de la infraestructura en la cadena COPE.
Tánger, un buen competidor
Junto con Barcelona, los puertos de Valencia y Algeciras también han ganado protagonismo con el cambio de ruta. Sin embargo, uno de los puertos al que no se le puede hacer sombra es al de Tánger Med. “Puede que con lo que ha pasado en el canal de Suez, Barcelona le quite algo de mercado, pero no los podemos comparar”, señala Fernando Hermosilla. “Su principal función es que vengan barcos muy grandes con contenedores para luego almacenarlos en barcos de menor dimensión para ir hasta puertos más pequeños”.
En el caso de Valencia, es un puerto “similar” al de Barcelona. “El de la capital catalana tiene un importante nivel de tráfico de contenedores y vehículos. El valenciano de contenedores de menor valor. Mientras que el de Barcelona es más industrial, el de Valencia es más de servicio, aunque están a la par”, asegura el ingeniero. Pero a quien ha cogido delantera Barcelona es a Marsella gracias a la ampliación en el dique sur con la Terminal BEST. Para hacer frente a la competencia barcelonesa, el puerto francés apuesta por captar más pasaje y menos contenedores.
Lejos de colapsar, el Port de Barcelona todavía tiene la capacidad de convertirse en uno de los mayores puertos de Europa. En los próximos años se enfrentará a grandes retos que deberá asumir. De momento crece a buen ritmo, prueba de ello son las cifras que deja el primer semestre de 2024 y que evidencian un buen desarrollo de la infraestructura portuaria.