El narcopiso de l'Eixample, en el Passatge de Batlló

El narcopiso de l'Eixample, en el Passatge de Batlló METRÓPOLI

Eixample

Pedradas, robos y peleas diarias: el infierno de los vecinos de un narcopiso en el Hospital Clínic

Unos bajos okupados del Passatge de Batlló, en el Eixample, siembran el terror entre los residentes, que sufren las consecuencias de la venta de drogas

31 enero, 2024 23:30

Dos agentes de la Guardia Urbana de Barcelona otean la calle. Conversan con un vecino a la altura del número 10, pero ponen su vista unos metros más adelante, en el número cinco. En ese preciso momento, un hombre se asoma por una puerta de metal de los bajos del edificio: lo hace creyéndose discreto, sacando solo la cabeza y observando a la policía, mientras controla con la mirada todo el passatge de Batlló.

Al cabo de unos minutos, los agentes se suben en sus motos y se marchan de la céntrica calle, a menos de cinco minutos del Hospital Clínic. Es entonces cuando el hombre, desde la puerta de metal, silba hacia el interior del local y deja salir a otro individuo en bicicleta, que se marcha pedaleando tranquilamente.

NARCOPISO

El ir y venir es habitual en el austero passatge de Batlló, pero suele estar acompañado de gritos y peleas: los visitantes de los bajos del número cinco son hombres conflictivos que acuden al espacio para conseguir droga. Una compraventa que se produce en el interior del local y que, cuando no sale como los compradores esperan, se complica y sube de tono.

Los vecinos del barrio, en el corazón del Eixample, han denunciado a Metrópoli su sinvivir por la ilegal actividad: "Dan patadas y puñetazos a la puerta cuando no les abren, a gritos, y se pelean entre ellos". Indeseados visitantes que, en ocasiones, acaban lanzándose piedras.

El acceso al Passatge de Batlló donde se encuentra el narcopiso

El acceso al Passatge de Batlló donde se encuentra el narcopiso METRÓPOLI

VIOLENTOS

Según han explicado los residentes de la calle, que tienen miedo de atravesar el pasaje a según qué horas, el local se okupó en octubre del año pasado. Desde entonces, los conflictos son constantes: "Siempre es el mismo grupo. Vienen, llaman a la puerta, que ellos mismos hicieron en la persiana y entran". El flujo de personas se produce a cualquier hora del día, pero de manera más continuada a partir de las 18:30 horas. 

Los afectados han grabado muchas de las violentas escenas que se producen por las noches, cuando comienzan a pelearse entre ellos. Un griterío que impide descansar a los residentes.

ROBOS

Por si fuera poco, los drogadictos atosigan a los vecinos: "Una vez volvía de trabajar con los cascos de la música y se me plantó delante uno de ellos para pedirme dinero de manera insistente", cuenta una de las casi 40 residentes que lleva meses visibilizando el caos que el narcopiso provoca. "Hemos visto que también intentan colarse en algunos de los portales para robar", continúa la afectada.

Otro de los vecinos asegura, además, que sufrió un robo en Navidad, cuando diversos desconocidos irrumpieron en el edificio: "No les podemos culpar directamente a ellos, pero pasó al poco de que llegasen", explican.

La puerta de acceso al narcopiso en el Passatge de Batlló

La puerta de acceso al narcopiso en el Passatge de Batlló METRÓPOLI

HOSPITAL CLÍNIC

La imagen del narcopiso choca porque no se encuentra en un barrio donde esta actividad prolifere, como sí sucede en el Raval o en Poble-sec. En la misma manzana, en Villarroel, se encuentra el Hospital Clínic, por lo que el sitio es una gran zona de paso.

Los pacientes que se dirigen al centro sanitario son, de hecho, víctimas de los ladrones que intentan conseguir unos pocos euros para seguir consumiendo droga.

Entrada principal del Hospital Clínic / ARCHIVO

Entrada principal del Hospital Clínic / ARCHIVO

ORDEN JUDICIAL

Los Mossos d'Esquadra explican a Metrópoli que son conscientes del peligro que supone el local. La policía catalana ha detenido a varios implicados en el negocio y también hay un juicio pendiente con la propiedad del inmueble, pero el problema es el de siempre: los agentes están atados de pies y manos hasta que exista una resolución judicial para desokupar el local.