Batlle i Roig es un despacho de arquitectura especializado en la edificación para los negocios y en Barcelona. Ha diseñado edificios tan significativos como el de Stradivarius para el grupo Inditex en Cerdanyola, pero su trabajo, ejemplo de la actual arquitectura para oficinas, está particularmente ligado a la capital catalana y al 22@. En ese distrito han construido cuatro de sus trabajos más significativos. Primero las oficinas de la CMT, luego el edifico Interface, impulsado por el grupo Castellví. Y también para estos promotores desarrollan la última fase del parque de Luxa, que debe albergar la sede de Amazon en Barcelona.
Pero su vinculación con el distrito de los negocios de la ciudad no acaba aquí: “Tenemos 10 proyectos en marcha en el 22@ en este momento”, explica Enric Batlle, uno de los dos socios que da nombre al despacho. Entre esos proyectos se encuentra la sede de Médicos sin Fronteras. El despacho defiende el modelo de la regeneración urbana. Y en ese sentido, el nuevo distrito de los negocios de la ciudad resulta el mejor entorno en el que trabajar, como explica en esta entrevista. Rechaza la etiqueta de ser los arquitectos del 22@. Pero no hay muchos otros profesionales que se la puedan disputar.
¿Ha conseguido Barcelona un modelo de arquitectura de los negocios?
Que seas el único en algo es complicado, porque la mayor parte de las ciudades del mundo siguen patrones muy parecidos de desarrollo. Particularmente cuando se habla de arquitectura de negocios. De hecho se puede hablar del síndrome de Elpénor. Si te sitúan en una zona de negocios de Barcelona, de París o de otro lugar y no has visto el viaje, ¿sabrías dónde estás? Eso liga con el modelo de que estamos en lugares que son uniformados por una sucesión de arquitectura en la que la identidad de la ciudad se ha perdido.
¿No hay modelo propio?
Supongo que algunas características de modelo propio de Barcelona están en su capacidad de regeneración. Reformarse sobre su propio tejido. No es una identidad única, pero no todo el mundo lo hace. Hay ciudades que siguen creciendo en forma de mancha de aceite. Si quieren un nuevo barrio de negocios cogen un trozo más de suelo en el extrarradio y crean su nuevo barrio. Pero hay otras fórmulas: el 22@ sería un ejemplo. Un barrio industrial que se queda obsoleto y se reconstruye para crear un nuevo tejido económico. También la plaza Europa.
¿Regeneración uniforme o con una personalidad propia?
Es importante el concepto de regeneración, porque no es habitual. Cuando se produjo la discusión sobre la villa olímpica, mucha gente decía que era más fácil hacerla en Sant Cugat en un terreno virgen. Y aquí se prefirió generar una zona degradada para hacerlo. Arreglar lo que se había degradado. Hay un consenso sobre eso que nació en Barcelona en los años 80 y que se ha trasladado a otras ciudades, donde se están regenerando puertos o zonas industriales. Una de las identidades que aparecen aquí, en el caso de Barcelona, es la importancia del espacio público y la recuperación de elementos importantes de la geografía. En el caso de los JJOO se abrió Barcelona al mar. Teníamos mar, pero se había olvidado que el origen de la ciudad es la presencia del mar.
¿Hasta qué punto se conserva el carácter del barrio en el 22@?
Esa es una discusión en curso. ¿Hay una arquitectura propia? Eso es más difícil de decir. Hay mucha repetición. Sí que es verdad que se han conservado edificios antiguos, algunas fábricas. En el edificio de la CMT pudimos preservar un edifico antiguo. Esas es una manera de preservar el lugar, pero ¿cuántas tienen que hacerse? El Ayuntamiento ha ido acentuando el hecho de que se conserven más. A veces los promotores no comparten la idea. Pero aquí, conservar parte del patrimonio forma parte de la identidad propia. Ahora el mito de estar en una fábrica es mayor que estar en una oficina normal.
¿Cuál es el resultado de esa confrontación de elementos?
En el 22@ ha acabado ganando lo nuevo sobre la regeneración. Se han hecho más edificios nuevos. Aunque han aumentado la voluntad de catalogación y de conservar el patrimonio. La mayor parte de los edificios son nuevos. Si buscas un poco, encuentras, pero como son bajos cuestan más de ver. Además muchos de los lugares que tienen algo que conservar, aún están pendientes de desarrollo.
¿Qué valor le da al 22@ como barrio desarrollado para los negocios y qué importancia tiene en la ciudad?
Tiene mucho valor. Aunque puntualmente hay cosas que se pueden criticar, el 22@ nos ha enseñado la gran fuerza que tiene L’Eixample. Tiene una estructura tan clara que ha permitido su regeneración preservando el elemento principal que es la malla urbana. De la forma que se planteó el 22@, que ha permitido una cierta libertad, de forma que se han podido hacer edificios a medida y diversos, se ha podido potenciar la actividad económica y que muchas empresas se quisieran instalar. Prefieren este barrio a otros, porque, además, tiene un elemento de centralidad, tiene transporte público, el mar, está equipada, etc.
¿Hay algo que corregir?
Hay cosas que se puede cambiar. ¿La combinación de usos es la correcta? El mayor peso de las oficinas provoca que se desertice por la noche. ¿Tiene que haber más vivienda y más comercio? Creo que hay cosas que se pueden corregir. Se quiso potenciar la actividad económica. Pero igual el promotor de vivienda hubiera estado encantado de hacer más vivienda. Creo que el barrio admite perfectamente más vivienda y más comercio en planta bajas. Pero eso al margen, es un buen ejemplo de regeneración. Si se compara con la plaza Europa, el resultado de la combinación del espacio en la segunda no es tan satisfactoria, aunque también ha tenido mucho éxito.
¿Cómo deberían desarrollarse los otros usos del 22@?
Es la normativa municipal la que debe impulsarlo. Los promotores que desarrollan el espacio lo hacen con las normas existentes. Y estas determinaron una edificabilidad determinada. Primero hay que hacer una valoración de si es necesario hacer más. En el comercio, la actividad en planta baja quizá se podría hacer ya, pero hay que impulsarla. Pero los primeros que no la hacen son los propios edificios del Ayuntamiento y muchos privados tampoco. Y muchos de los edificios de viviendas que se han hecho no tienen comercio en planta baja.
El 22@ ha hecho que el espacio de negocio del centro de Barcelona se acabara traspasando. Eso ejerció una presión sobre los precios y puede hacer que las empresas se planteen su ubicación. ¿Cómo lo ve?
El 22@ y plaza Europa han ofrecido, en dos situaciones centrales de la metrópoli, oficinas en mejores condiciones de las que tenían en la zona ‘prime’. Los edificios donde estaban, en paseo de Gràcia y otras zonas, fueron construidos desde una normativa para viviendas. La mayor parte de las oficinas de paseo de Gràcia y Diagonal tienen un techo de tres metros y no se puede poner un falso suelo para el cableado ni los sistemas de aire acondicionado. Están llenas de paredes que impiden un espacio amplio. Muchas de las características que ahora quieren las empresas para sus oficinas no las tienen esas construcciones del centro de la ciudad. Y esa es una consideración que está por delante de la ubicación. Cuatrescasas se ha movido al 22@. Y los abogados que son los últimos en moverse y que defienden a ultranza la esquina de Diagonal con paseo de Gràcia, ya han cambiado de oficinas.
¿Se acaba el 22@?
No, es muy grande. No se ha hecho ni una mínima parte de lo posible. El 22@ llega al Besòs. Y quedan muchas manzanas por desarrollar. Estamos mirando algunas en estos momentos. Pero parece que es el área de la torre Glòries y la zona de alrededor en la que ha subido de precio. Pero las empresas no quiere irse más lejos porque parece que tengas que estar ahí y pagan el doble por un solar en la torre Glòries, cuando 700 metros a la derecha podría pagar la mitad.
¿Por qué no se desarrollan esos espacios?
Hay un efecto de centralidad, pero hay muchas oficinas que no buscan esa situación de centralidad y que les es igual. Inditex se hizo el edificio de Stradivarius en el Parc de l’Alba. Ellos prefieren pagar menos y tener más tamaño que estar allí que en el 22@. Hay municipios que querrían desarrollar su propio 22@. Pero la velocidad del desarrollo de esos espacios la marca la economía.
Se ha frenado la voluntad de invertir por la situación política?
Los hechos son muy recientes. Hay un doble efecto. Ha habido mucho movimiento, pero el mismo tiempo hay fondos extranjeros que han decidió congelar la inversión o esperar. Tenemos a gente que nos dice que esperan a ver cómo se resuelve la situación. Pero al mismo tiempo hay gente que habla de oportunidades. La confianza en Barcelona es tan alta, que hay muchos fondos que piensan que la situación puede genera oportunidades de inversión. Lo que significa que creen que la situación le permitirá entrar a un precio inferior de lo que pensaban.
Enric Batlle y Joan Roig, en el centro, con dos de sus colaboradores
¿Cuántos proyectos hay en marcha?
No lo sé, pero nosotros tenemos 10 o 12 de tamaños diversos, básicamente oficinas. Acabamos de ganar un concurso para la sede de Médicos sin Fronteras en el 22@. Pero hay muchos edificios de oficinas, que los promotores llevan adelante porque piensan que esa zona va a seguir desarrollándose.
Si las empresas dejan el centro para ir a las nuevas zonas, y no se pueden hacer hoteles en el centro, ¿qué vamos a construir allí?
Lo que se está haciendo es transformar antiguas oficinas en viviendas. La vivienda de lujo está sustituyendo muchos de los edificios de oficinas en el centro de la ciudad. En paseo de Gràcia, por ejemplo. Un fondo acaba de comprar las antiguas oficinas de Iberia para hacer viviendas. Son edificios que fueron viviendas, se transformaron en oficinas y ahora vuelve a ser viviendas. Supongo que en gran parte por la presión turística.
Todo eso ejerce presión sobre los precios, ¿pero es modulable?
Precisamente porque genera actividad económica, hay que tener en cuenta que la ciudad es muy grande y la oportunidad de regeneración y de lugares donde se pueden hacer cosas en el área metropolitana es muy alta. Un joven no podrá vivir en el paseo de Gràcía, puede ser, pero yo tampoco me lo planteo. Tiene que haber otras zonas de regeneración que le permita a un joven tener vivienda. La pregunta es si la metrópolis de Barcelona ofrece esa posibilidad a un joven.
¿La ofrece?
Si no puede ofrecerla, sí que tenemos un problema. Si nuestros hijos, con los sueldos que cobran, no tienen oportunidad de encontrar vivienda en el entorno metropolitano, eso sí es grave. Pero, a lo mejor, es que tenemos que regenerar más para poder crear más vivienda. Barcelona tiene la capacidad de crear más vivienda porque tienen muchos espacios por regenerar.