De la chatarrería de Trias a la incertidumbre de Colau
Una cooperativa sostenible de residuos que lucha por su futuro incierto
4 enero, 2018 18:23Noticias relacionadas
Empezaron 15 y ahora son 25 los socios los que componen Alencop, una cooperativa de economía social que se creó para garantizar una vida digna a un colectivo social vulnerable y para regularizar la recogida de residuos y chatarra en la ciudad de Barcelona.
Resultado insuficiente de una iniciativa convergente tras el desalojo de 300 personas subsaharianas que vivían en una nave industrial en la calle Puigcerdà de Poblenou con el compromiso de devolverles una vida digna, a parte de regularizar el mercado de la chatarra.
Las 25 personas que forman parte de la cooperativa han superado un proceso de formación técnica sobre metales y cómo gestionar la cooperativa. “He aprendido a distinguir los metales que antes mezclaba y para qué pueden servir”, cuenta Eric Kattah, ghanés de 37 años, presente en la cooperativa desde su fundación. Kattah tiene familia en su país de origen pero la mayoría de los integrantes de Alencop, no tienen cargos familiares.
Amadou Tidiane, joven senegalés se enorgullece de formar parte de la cooperativa, tener un oficio y una vivienda digna.
La iniciativa impulsada por el ex alcalde, Xavier Trias, se presentó como una solución al masivo desalojo de personas inmigrantes de la nave del Poblenou en 2011. Las personas con mayor riesgo de vulnerabilidad y en situación de irregularidad administrativa, fueron atendidas por la Oficina del Pla d´Assentaments Irregulars (OPAI) del ayuntamiento de Barcelona y revirtieron su situación administrativa y vital. Sin embargo, solo unas decenas de centenares de personas tuvieron cabida en el plan municipal y ahora, el ayuntamiento, a través del Pla de Barris de Baró de Viver y Bon Pastor es el mayor responsable del futuro del proyecto. Al margen del Pla de Barris, el ayuntamiento y el propio trabajo de la cooperativa sostienen el proyecto. Así cada año y hasta diciembre de 2019, la cooperativa tendrá los costes cubiertos pero las ayudas públicas diminuirán cada año y los socios hacen todo lo posible por reinvertir la iniciativa política para convertirla en una fuente de economía circular y sostenible.
Los miembros de Alencop recogen morralla, aparatos eléctricos y electrónicos a domicilio y de forma gratuita. “Un servicio muy agradecido, sobretodo por la gente mayor que vive sola”, asegura Alba Tello, ambientóloga y responsable de comunicación de la cooperativa. La recolecta más pesada la llevan a cabo en camión dos días a la semana y las máquinas más pequeñas, las recogen con bicicletas eléctricas, lo cual les limita la atención a todos los barrios de la ciudad. Por ahora, solo acuden a los domicilios de Sant Andreu, Sant Martí i l´Eixample pero no descartan abrir otro espacio más pequeño en Sants, un territorio ideal para el ciclomotor.
Hasta el cierre del año 2019, quieren diversificar la nueva nave que han estrenado en octubre de 2017 ubicada en la calle de Fray Juníper Serra, en la zona industrial de Bon Pastor. El fin es conseguir autofinanciarse totalmente ya que, pese a la actual tramitación de licencias con la Agència de Residus de Catalunya para negociar otros trabajos y desarrollar la diversificación de manipulación de residuos, Alencop se tendrá que sostener por sí misma. Por ahora, tratan de darse a conocer en ferias de consumo sostenible y en comercios interesados en donar aquellos aparatos que se les han quedado obsoletos para su actividad comercial.
EL FUTURO DE LA CHATARRA
Alencop, como organización, está abocada a su total autogestión o se le presenta un futuro incierto. En cuanto a la recolección de residuos, los equipos informáticos, los limpian y los recuperan para cederlos a precios populares o en forma de donación, como el caso de Barcelona Activa que les entregó un stock de materiales informáticos con la condición de restaurarlos y donarlos a una entidad que trabajase con personas vulnerables. Una acción sostenible que emana del proyecto europeo eReuse.
Alencop también recoge material ortopédico para darle una segunda oportunidad, de este modo, genera economía circular. Además transporta materiales bajo petición; y desmonta y vacía naves, pisos y locales; actividades que más rentabilidad les genera para reinsertar en la cooperativa.
LOS COOPERATIVISTAS DE ALENCOP
Algunos de los socios, han pasado de ser desalojados anónimos hace tres años a personas que “se han ganado la confianza de la ciudadanía y la imagen del chatarrero e inmigrante”, explica Kattah. Trabajan 40 horas a la semana y pueden costearse una vivienda, algunos, de tipo social y otros, de libre mercado, pero han conseguido cubrir las necesidades básicas para vivir en una ciudad que, les prometió lo que ellos se han tenido que ganar. Sin contar la situación irregular administrativa y económicamente en la que sobreviven cientos de personas procedentes de otros países africanos.