De profesor de inglés a consultor informático, de traductor, a asesor. Andrew Funk viajó por primera vez a España con 18 años “para aprender español y conocer el país” y regresó tiempo después, una vez acabados sus estudios en la universidad estatal de Arizona, “para buscarme la vida”. Y lo hizo trabajando en diferentes oficios y lugares, hasta que una serie de circunstancias le convirtieron en un 'sin hogar', que no sintecho, y empezó a preocuparse por las personas que se ven en situaciones parecidas a las que él se encontró en su camino. De ahí a crear Homeless Entrepreneur solo hubo un paso... y la mentalidad y capacidad emprendedora a Andrew.

La idea surgió cuando Andrew se vio en una complicada situación que le convirtió en una persona sin hogar, viviendo de prestado gracias a la generosidad de amigos y conocidos. “Y eso que yo trabajaba, nunca he dejado de trabajar. Ganaba dinero, pero debía más de lo que ingresaba, así que no podía pagar una deuda generada por un problema con una empresa que tuve y que fue mal gestionada por unos socios. Eso provocó algunis problemas personales. Así que trabajaba para rehacer mi vida. Y tuve suerte y antes de ir a la calle alguien muy especial para mi me abrió la puerta de su casa y me permitió enfocar el problema”.

A partir de entonces, Andrew se interesó por el mundo de las personas sin hogar. Y se dio cuenta de que, en realidad, nadie parecía preocuparse por ellos, nadie les ofrecía oportunidades. Así que se puso manos a la obra. Tras un experimento, en el que se hizo pasar por una persona sin hogar, puso en marcha Homeless Entrepreneur, una asociación que ayuda a personas sin hogar a encontrar un trabajo que les permita salir de esa situación.

“Las personas sin hogar no son solo las que duermen en la calle. Según la tipología de ETHOS (European Typology on Homelessness) vivir en un albergue no es tener hogar; compartir piso con varias personas no es un hogar; vivir en una pensión no es tener un hogar; una mujer maltratada que no tiene donde ir no tiene un hogar, igual que vivir en un caravana o en una vivienda insegura”, dice Andrew. “Y el primer paso que hay que dar para salir de esa situación es contar tu historia, darlo a conocer. Yo al principio no lo hice porque me daba vergüenza. Y cuando la conté me dí cuenta de que los demás no estaban preparados para ayudarme. Y una persona sin hogar no puede salir de esa situación sin ayuda”.

Andrew ha dormido ante el Mobile World Congress / Homeless Entrepreneur



Encontrar un techo no es el objetivo final de la asociación. “Lo importante es que puedan mantenerlo, y para eso trabajamos”, dice Andrew. “Les faltan sistemas de comunicación, herramientas de trabajo, recursos y un amor incondicional. Una de las primeras cosas que queremos saber es qué excusa tienen para estar donde están. Y nosotros se las vamos sacando poco a poco. También es importante saber qué quieren. Si cuando hablamos con ellos nos dicen que quieren una vivienda, lo que están buscando es asistencia; si lo que buscan es un trabajo, entonces quieren participar del proyecto”.

EQUIPO MULTIDISCIPLINAR

Para ayudarles en ese camino, Homeless Entrepreneur cuenta con un equipo multidisciplinar formado por unas 30 personas voluntarias, que durante unas horas a la semana buscan generar una situación de estabilidad emocional en el usuario que le permita afrontar la búsqueda de una salida.

“Nosotros les pedimos dos cosas. La primera, que cuenten su historia. Si deciden no hacerlo, buscamos otra salida. Y, la segunda, que quieren trabajar para salir de su situación. Y esto es imprescindible”.

En la asociación son conscientes de que en el mundo actual son necesarias algunas herramientas para salir adelante. Por eso trabajan para obtener teléfonos móviles, para facilitar las comunicaciones de los usuarios, y tarjetas de transporte, para que puedan desplazarse si deben acudir a alguna entrevista de trabajo. “A un fotógrafo le ayudamos a comprarse una cámara, y ahora ya tiene algunos trabajos. Si, por ejemplo, es un informático, le ofrecemos clases de formación. Intentamos que se reencuentren personal y profesionalmente”.

Hasta este momento, la asociación ha logrado que ocho personas hayan encontrado una salida, y por el momento están trabajando con otras 16 en las delegaciones que tienen en Barcelona, Reus, Tarragona y Madrid. “Tenemos un crecimiento del 300 %”, asegura Andrew, “y una tasa de éxito del 33 %. Para llevar solo dos años y medio trabajando y estar casi en pañales no está nada mal”.

EDUCACIÓN

Andrew es partidario de educar a la sociedad para aprender a enfrentarse a este tipo de situaciones. “Muchas veces, las personas que dan dinero se ayudan más a sí mismas que a los demás. Pero no se paran a preguntar por la persona que está allí. Eso pasa porque no educamos a la sociedad en cómo participar. No se está educando a la sociedad en cómo resolver el problema, y la formación para ello es importante”.

Una vez un usuario logra un trabajo, se mantiene su compromiso con la asociación. Esta intenta darle asesoramiento financiero, “pero solo les damos consejos, no podemos decidir qué hacen con el dinero que ganan. Les ofrecemos un apoyo básico, nada más. Cómo me dijo una vez un asesor del gobierno, como asesor no se puede controlar nada, solo se puede tener un buen plan B para apagar cuanto antes un incendio, nada más. No se valora una buena recomendación, solo que se apague el incendio rápidamente. Sabemos que es imposible no cometer errores. Lo que hay que hacer es minimizarlos”.

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