Cuenta la leyenda de Sant Jordi que de la sangre del dragón brotó un rosal con rosas rojas. Este 2018 la historia ha dado un giro, pues un 10 % de los siete millones de rosas que los catalanes comprarán este 23 de abril son amarillas. La situación política en Catalunya ha estado presente en Sant Jordi, no solo con las rosas, sino también con los envoltorios, los libros y las proclamas.
Según confirmaba el Gremi de Floristers de Catalunya, ha incrementado la demanda de rosas amarillas, pasando de un 2 % de ediciones anteriores a un 10 % este año. También los envoltorios de este color se han popularizado en 2018: entre un 15 % y un 30 % del total comercializado son complementos y arreglos de color amarillo. Centenares de personas lucen este Sant Jordi rosas con un mensaje: “Que la libertad deje de ser una leyenda”.
La campaña la empezó Òmnium Cultural el pasado mes de marzo instando a sus seguidores a comprar rosas de este color en solidaridad con los líderes independentistas encarcelados. A raíz del 1-O, el amarillo se ha asociado con la reivindicación independentista a favor de “la libertad de los presos políticos”.
Es por eso que este 23 de abril, además de los habituales lazos amarillos en la ropa o colgados de las farolas de La Rambla de Barcelona, se han comercializado todo tipo de rosas amarillas. No solo reales, sino también de papel, de gominola o en forma de pin con esteladas incorporadas.
PROCLAMAS EN PLAZA SANT JAUME
A lo largo de la mañana, varias formaciones políticas y ciudadanos han depositado rosas de este color en la valla de seguridad enfrente del Ayuntamiento de Barcelona, en la plaza Sant Jaume. Ahí mismo un hombre ondeaba una bandera gigante proclamando sus reivindicaciones. Al lado, un centenar de personas conformaban una larga cola para visitar el Palau de la Generalitat, cuya entrada este lunes es gratuita. Aún no hay gobierno, pero siguen habiendo gritos: “Independència” y "llibertat als presos polítics". Una y otra vez.