No hay que desviarse mucho de las habituales rutas turísticas de Barcelona para encontrar uno de los rincones más apacibles, silenciosos y con mayor historia del barrio Gòtic. A la plaza del Rei se puede llegar por dos calles, pero tan solo hay una entrada a la plaza, por lo que la primera visión siempre es la misma.
Se trata de una plaza casi cuadrada, cerrada por edificios históricos en lo que lo primero que llama la atención es la escalinata que da acceso al Palau Reial Major, dentro del cual se encuentra el Saló del Tinell. Y a su izquierda, el peculiar Mirador de Rei Martí, con sus cinco pisos de arcos, y que en realidad nunca fue visto por el propio rey Martí I L'Humà, ya que murió 145 años antes de que se levantara la torre. El nombre del singular edificio está motivado por el hecho de que antes del actual sí había una edificación que ordenó levantar Marti I l'Humà.
La plaza también acoge la iglesia de Santa Àgata, construida en el siglo XIV y que guarda en su interior el Retablo del Condestable Pedro de Portugal, de Jaume Huguet. La capilla la ordenó construir el rey Jaime II de Aragón y su esposa Blanca de Nápoles.
SEXO EXPLÍCITO
Justo enfrente, se encuentra el palacio del Lloctinent, que esconde entre sus muros algunas figuras se sexo explícito ordenadas esculpir, según cuenta la leyenda, por el rey Carlos I, para molestar a los jerarcas eclesiásticos, con los que no mantenía buenas relaciones. El palacio fue construido en 1549 como un anexo al Palau Reial Major. Tras haber sido residencia de reyes, sede de la Inquisición y convento, actualmente es sede institucional del Arxiu de la Corona d'Aragó.
Dos edificios cierra la plaza en su parte inferior. El más notable, la casa Padellàs, que también es un caso curioso. Construida originalmente en la calle Mecaders, la apertura de la Via Laietana la ponía en peligro, por lo que en 1931 se trasladó, piedra a piedra, desde su ubicación original hasta la actual. Las obras de reconstrucción de la casa descubrieron vestigios romanos, que se conservaron edificando la casa Padellàs sobre pilares exentos. Desde 1943, el edificio acoge el Museu d'Historia de Barcelona.
VERDUGO, ATENTADO Y TOROS
La otra es la conocida Casa del Verdugo. Estrecha y pequeña, la casa servía como vivienda del verdugo de la ciudad en la época medieval, ya que nadie en la ciudad quería compartir residencia con una hombre con esa profesión. Su gran ventaja, que tenía el trabajo en la puerta de casa, pues la plaza del Rei fue, durante mucho tiempo, sede de las ejecuciones públicas de la ciudad.
Además, en la plaza sufrió un atentado el rey Fernando el Católico. Fue en diciembre de 1492 cuando el campesino Joan de Canyamars asestó un golpe de espada que estuvo a punto de acabar con la vida del rey en la escalinata de acceso al Palau Reial Major. Tras ser reducido, el campesino fue condenado a una muerte cruel y despiadada que se llevó a cabo en la propia plaza.
Antes de eso, la plaza acogió la primera corrida de toros que se hizo en Barcelona. Fue en el año 1387, durante el reinado de Juan I.
REFORMAS
La plaza ha sido sometida a varias reformas a lo largo de su historia. A mediados del siglo XIX, se construyó una fuente monumental en el centro de la plaza. La configuración definitiva no llegó hasta 1934, cuando concluyó la reforma que dirigió Agustín Durán Sanpere,en la que se suprimieron los árboles y la fuente y se 'reconstruyó' la casa Padellàs. Desde entonces, el único cambio ha sido la instalación en 1986 de una escultura en acero fundido de Eduardo Chillida titulado Topos V.
Así, de una plaza que empezó siendo parte del corral del Palau Reial y que ha pasado por etapas de plaza de toros o sede de ejecuciones públicas, que ha acogido a reyes, vasallos e inquisidores, hoy es un centro que permite al visitante contemplar una parte importante de la historia medieval de la ciudad.