Ha pasado un año de uno de los atentados que ha marcado a la ciudad de Barcelona, junto con el que se produjo en Hipercor en 1987. El 17A vuelve a ser un día negro para la ciudad. Muchas cosas siguen igual pero otras han cambiado.
La Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia asegura que han aumentado los comportamientos islamófobos de líderes políticos de partidos de diferentes ideologías pero también entre la sociedad. Las discriminaciones son viralizadas y, a menudo, mutan en ciberodio.
Los primeros instantes después del atentado “percibí una serie de comentarios islamófobos, morófobos o racistas en las redes sociales”, explica un joven investigador del GRITIM (Grup de Recerca Interdisciplinari d’Immigració) de la Universitat Pompeu Fabra, Zouhair el Hairan, tetuaní que reside en Barcelona.
Seguidamente, “los responsables políticos y de los miembros de seguridad tuvieron una reacción excelente de condenar constantemente los discursos racistas o islamófobos”.
“Es innegable que los atentados terroristas se llevaron a cabo en nombre del islam y, como tal, el foco se puso encima de la comunidad musulmana en los primeros instantes. Hubo muchos twitts xenófobos pero aquellos comentarios no representaban a toda la ciudadanía y se demostró, pocas horas después del atentado, que Barcelona estaba unida”, añade Nora Baños, joven activista musulmana.
BARCELONA ISLAMÓFOBA
Según la Plataforma Ciudadana contra la islamofobia, la mayoría de incidentes que se han registrado en 2017 responden a actitudes discriminatorias, difamaciones y calumnias, seguidas por campañas organizadas contra las personas musulmanas y la producción de daños contra la propiedad. Además, según los últimos datos de la Plataforma, en la mayoría de casos, las mujeres que usan velo son las víctimas. En 2017, la entidad recogió hasta 546 casos de islamofobia, de los cuales, Catalunya concentraba casi el 32%, siendo la comunidad autónoma que más ataques suma de este tipo, sobre todo en Barcelona.
A estos datos, se añaden las quejas vecinales contra la apertura de algunos oratorios musulmanes en los últimos meses como el de la calle Japón, en Nou Barris y el Centre Cultural Islàmic del Carmel. Zouhair recuerda las "pintadas de las mezquitas días después del atentado". Para ambas desaveniencias vecinales, se organizaron concentraciones a favor de la convivencia y hoy, han disminuido pero aún cuelgan algunos carteles en las viviendas en contra de estos espacios.
PERCEPCIÓN DE LOS JÓVENES MUSULMANES
Nora no que cree que haya aumentado la islamofobia pero “sí que es cierto que hoy día, aún tenemos que dar explicaciones de por qué usamos velo”, lo cual no lo considera un ataque racista, sino falta de conocimiento del islam.
En su caso, Nora sufrió un ataque islamófobo. “Cuando decidí ponerme el velo trabajaba en una escuela de educación especial y me obligaron a quitármelo después de trabajar allí tres años. Encontré otro empleo, marché y se quedó en nada”, asegura la joven recién licenciada en ciencias sociales.
Zouhair se considera un joven con suerte. “No he experimentado ninguna situación islamófoba contra mi. Me muevo en un entorno más académico, cosmopolita o multicultural en Barcelona".
LA SOLUCIÓN PASA POR LA EDUCACIÓN
“La educación es fundamental, así como las charlas, vídeos o artículos que condenen las actitudes xenófobas e islamófobas que apuesten por el respeto mutuo”, según El Hairan. El joven añade que hace falta un debate en profundidad sobre la tragedia “porque inmediatamente después de los atentados el 'procés' eclipsó totalmente el tema”. Él mismo reclama más presencia de personas de otros orígenes en los medios o en la política para “resolver el déficit democrático de representatividad de este colectivo.”
Nora coincide en la importancia de la educación para paliar estas fobias. “Educar a los niños en la diversidad” es la clave, asiente.
POR LA PAZ
“La cohesión social no se consigue con buena voluntad sino con mecanismos y estructuras que luchen contra la exclusión social, que es lo que verdaderamente vuelve frágil a la sociedad”, explica Jordi Moreras, profesor de antropología de la Universitat Rovira i Virgili, especializado en sociedad magrebí catalana.
Zouhair recuerda que su primera impresión tras el 17A fue de muchísima tristeza. “Entendí que había que dar un paso y condenar tajantemente los atentados, por eso participé en las grandes manifestaciones que condenaban el ataque, así como en el acto por diversidad interreligiosa que hay en Barcelona”, explica.
La Plataforma Ciudadana contra la islamofobia recuerda que los ataques de odio están tipificados como delito y pueden ser condenados hasta con carcel, según indica el Código Penal.