La vida sigue (casi) igual en las Ramblas
Los comerciantes no olvidan el atentado, pero sus preocupaciones son las de toda Ciutat Vella
16 agosto, 2018 15:42Noticias relacionadas
Volver a las Ramblas un año después de lo que pasó resulta un ejercicio de difícil definición. Es como si nada hubiese ocurrido, pero durante el paseo entre Canaletas y el Liceo se palpa un cierto aire raro, melancólico, cruce de un recuerdo pavoroso mezclado con la continuidad de las cosas cotidianas...
“La vida sigue igual”, comenta Ángel, ubicado en el quiosco de prensa (aunque ahora se vende de todo) contra el que chocó aquella furgoneta cargada de muerte. “La vida sigue, como tiene que ser”, repite.
Ángel no estaba en el quiosco aquel día fatídico. Ni así quiere hablar de aquello. Pero me ha dado el titular para este artículo, y se lo agradezco.
La vida sigue (casi) igual en las Ramblas, esa es la verdad. Ha pasado un año entero de calendario, pero la normalidad se abre paso frente al tiempo y lo que apenas queda es un recuerdo de amargura entre los comerciantes rambleros. Por eso, quienes hablan lo hacen como con puntos suspensivos...
“Tengo un cúmulo de emociones dentro y no me apetece hablar de aquello”, dice Juan, que sí estaba el 17-A del año pasado. Le cuesta hablar de 'aquello' al encargado de una tienda de souvenirs típica, en la que se puede encontrar todo lo referente a Barcelona. Un souvenir, un recuerdo, es lo que guarda de aquellos instantes horribles en los que la furgoneta pasó a toda velocidad por delante de su puesto, llevándose por delante a tanta gente...
“Ahora los turistas ni preguntan sobre aquello. Es como si no hubiese pasado nada y, tal vez, mejor así...”, refiere Juan. “Ha pasado un año, y los que han venido este verano no son los mismos, son otros. A ellos no les ha pasado nada. Deambulan por las Ramblas por primera vez y sólo pretenden disfrutar. Casi nadie pregunta por el atentado y dudo de que muchos sepan lo que pasó”.
Entre los diferentes comerciantes consultados, la mayoría concluye que la grey turística que les visita es como la de otros años. La cantidad es prácticamente la misma de siempre; van y vienen, miran, algunos compran y siguen su camino. Nada más, y nada menos.
“Los primeros meses tras el atentado sí que notábamos que la gente estaba afectada. Los que venían de nuevo preguntaban por lo ocurrido”, explica Andrés, en otra tienda de recuerdos. “Sin embargo, yo diría que desde que empezó 2018, las cosas han ido volviendo a su cauce, a la normalidad. Antes preguntaban mucho por el lugar de las flores -donde se detuvo la furgoneta- porque lo habían visto por la tele y tenían curiosidad o querían hacerse una foto. Pero desde hace un tiempo, ya no tanto”.
MÁS MIRAR Y MENOS COMPRAR
Thais regenta un puesto de flores a la altura del Palau de la Virreina. Como otros comerciantes, dice que no percibe cambios respecto a la cantidad de turistas, aunque sí se queja de que muchos miran, se hacen fotos... pero no compran.
“No digo que el año pasado comprasen más, que tampoco, sino que cada vez hay más gente mirando que comprando”, lamenta, más molesta que dolida. “Si fuese al revés, vendería todo lo que hay expuesto”.
Thais es de las que tampoco vivió el atentado en directo, aunque por lo pelos. “Estaba justo a punto de regresar de vacaciones. Fue un trauma enterarse por los medios...”, recuerda. “Sí viví muy intensamente los días siguientes, cuando todo estaba todavía muy vivo y aún existía cierta psicosis. Fue un periodo complicado, ya que tras lo del atentado se juntaron el 11-S y el 1-O, con todo lo que trajeron consigo”.
“A todos los que trabajamos en las Ramblas nos costó volver a la normalidad”, prosigue Thais. “Yo creo que hasta que no empezó 2018 no volvió cierta tranquilidad. Es imposible olvidar, pero está claro que el tiempo va cerrando heridas. Al principio, los turistas nos preguntaban por lo ocurrido; querían saber dónde había sido, dónde está el mosaico de Miró, y tal. Pero este verano, lo raro es que alguien te lo comente”.
En verdad, lo que intranquiliza a Thais y a los del gremio de los floristas es qué pasará el viernes, fecha del acto conmemorativo. “Es que no ha quedado muy claro qué van a hacer, si nos dejarán trabajar, si hay que cerrar sólo unas horas, si lo acordonarán todo o una parte, si podremos aparcar...”, cuenta preocupada. “Parece que será de 10 a 12”.
OTRAS PREOCUPACIONES
El atentado pasó y van a revivirlo por unas horas, en una jornada especial. Sin embargo, lo que realmente les preocupa a los comerciantes de las Ramblas es otra cosa en este 2018: la inseguridad. Inseguridad por un distrito que últimamente acumula miedos de otro tipo que el yihadista. De hecho, el control policial se hace patente estos días por el paseo, tal vez por la cercanía de este 17-A tan especial.
“Ciutat Vella se ha convertido en un territorio complicado”, suelta Bernardo, en otra parada de recuerdos. “La droga, los narcopisos, las broncas callejeras, el incivismo, la prostitución, las aglomeraciones, el tráfico ... ¡Vamos, un caos completo! Esto ha ido a más en los últimos tiempos, y cada vez cuesta más trabajar sin problemas”.
En suma, los comerciantes reclaman más control, menos follón, más tranquilidad para volver a trabajar, como estaban acostumbrados, en lo suyo, que es lo de siempre. Eso que ha hecho que las Ramblas sigan siendo el lugar de Barcelona más visitado por millones de turistas... a pesar de lo que pasó hace un año.