Los comerciantes del Gòtic se encuentran en una situación límite. La inseguridad instalada en las calles del barrio está provocando vivencias insólitas que, además de afectar a los vecinos y a los turistas que visitan la zona, está afectando de manera directa a todos aquellos que regentan un establecimiento.
La zona sur es la que se muestra más afectada. Determinadas zonas, como la calle Ferran, están siendo especialmente castigadas por actos delictivos que se han convertido en la tónica diaria del barrio.
DESPLOME DE LAS VENTAS
La inseguridad a la que está expuesta el Gòtic ha provocado un hundimiento en las ventas de sus comercios. Así lo asegura Santiago Martín, presidente de la Asociación de Comerciantes de la calle Ferran, quien indica que “la inseguridad ha ido in crescendo”, algo de lo que se dio cuenta al “mirar las ventas”.
Martín, quien considera un “drama terrible” la situación que están viviendo los comercios del Gòtic con la inseguridad, afirma que “el Ayuntamiento no ha hecho nada” para solucionar esta situación, ya que está “acartonado burocráticamente”.
El presidente de la Asociación de Comerciantes de la calle Ferran achaca la inseguridad a un “problema social” del barrio, y critica que “la Guardia Urbana no actúa como debería” ante los hechos delictivos que se repiten diariamente en la zona.
PARQUE TEMÁTICO DE INSEGURIDAD
Según explica Martín, los problemas de seguridad más graves se viven por la noche y los fines de semana, lo que convierte el Gòtic en un “parque temático de inseguridad” en el que los turistas son grandes perjudicados.
Buen ejemplo de ello es un hostal situado en la calle Ferran. Tal y como explicó su propietario al presidente de la Asociación de Comerciantes de esta vía, “los turistas se refugiaban” en su vestíbulo, perseguidos por “carteristas agresivos” que se encontraban en el Gòtic Sud. A esto, hay que sumar la venta de droga y los narcopisos, fenómenos vividos en primera persona por vecinos, comerciantes y turistas de la zona, y que ha vuelto a emerger con fuerza en los últimos meses.
De la misma manera, Martín indica que el gran incremento de manteros, especialmente en la Rambla, también ha tenido parte de culpa en el descenso de las ventas en los establecimientos del barrio.
SITUACIÓN INSÓLITA
Martín, que es propietario de un negocio desde hace 40 años en la conflictiva calle Ferran, asegura que pese a “haber vivido cosas que creía que eran peores”, está pudiendo comprobar como la situación es ahora más límite que nunca, y exige al consistorio tomar medidas para evitar que el tejido comercial de la zona se vea abocado a “su muerte”.