La plataforma Tsunami Veïnal, que agrupa a una cuarentena de asociaciones de vecinos, espera llenar este sábado las calles de Barcelona para protestar por la inseguridad y el incivismo en una macromanifestación que discurrirá por todo el litoral y que terminará en la plaza de Sant Jaume, donde se leerá un manifiesto y se entregarán sus reivindicaciones tanto al Ayuntamiento de Barcelona como al Gobierno catalán.
A diferencia de la última protesta vecinal, a la que acudieron unos cuantos centenares de vecinos, en esta ocasión la población está mucho más concienciada y se espera una gran afluencia de manifestantes. Si se logra paralizar el litoral con miles de manifestantes, se entenderá como un éxito sin precedentes. En realidad, sería la primera gran manifestación multitudinaria de Barcelona para protestar contra la inseguridad.
“Pedimos una reestructuración del plan integral de seguridad con dos vertientes: primero, que no se hagan actuaciones en un barrio para trasladar a otro barrio las miserias de la inseguridad. Y segundo, que las administraciones tengan en cuenta que esto no es sólo una cosa de la policía, sino que también han de intervenir los servicios sociales, el modelo de turismo o los servicios urbanísticos, por ejemplo”, explica a Metrópoli Abierta Manel Martínez, portavoz de Tsunami Veïnal.
CRÍTICAS A COLAU
Los dirigentes vecinales subrayan que la seguridad no es sólo una cosa de la Guardia Urbana, sino que también afecta a la Generalitat y al Estado, dependiendo de las competencias de cada uno. “El Ayuntamiento es la primera institución y ha de tener unas prioridades. El nuevo responsable municipal de seguridad, Albert Batlle, ha puesto muy buena voluntad, pero no tiene sentido que luego vengan otros miembros de su gobierno municipal y lo desautoricen”, critica Martínez.
Se refiere a la desautorización expresa de la alcaldesa, Ada Colau, que desmintió, contrariamente a lo que había dicho su teniente de alcalde, que hubiese una crisis de seguridad, sino que los asesinatos, peleas, hurtos y actos incívicos eran cuestiones “puntuales”.
FALTA VOLUNTAD POLÍTICA
En la nota de prensa emitida por Tsunami Veïnal para llamar a la protesta, se indica que “después de pasar los meses y con un equipo de gobierno municipal y cambios en el resto de organizaciones públicas, desgraciadamente la situación en nuestras calles no ha mejorado en la medida en que los barceloneses creemos necesario. Y es por ello que nos vemos obligados a volver a salir a la calle para reclamar un punto de inflexión en las directrices políticas y analizar a fondo el porqué estamos estamos donde estamos”.
El portavoz de la plataforma, no obstante, quita el foco de la crítica subyacente en esas frases. “Nosotros ampliamos el punto de mira a los Mossos d'Esquadra y al Estado. Cada uno tiene su competencia. Pero es preciso tener voluntad política para resolver los problemas”, subraya.
Además, los vecinos apuntan también a otros protagonistas: “Fiscalía no reacciona. El poder judicial no es ágil ni eficiente. Y los legisladores han de aprobar leyes según las necesidades del momento. La normativa que tenemos es de hace décadas. Pero la sociedad ha cambiado mucho. Y del mismo modo que se han creado nuevos tipos delictivos, también se han de crear nuevas leyes para la sociedad, que tiene nuevos modelos de familias, nuevas formas de comunicación o nuevas formas de desplazamientos. Las administraciones han de regular estos cambios normativamente, por lo que no todo recae en la policía”.
TSUNAMI, HACIA LA DISOLUCIÓN
Para las asociaciones de vecinos, la situación de inseguridad en Barcelona “dista mucho de ser puntual, a pesar de que tampoco debemos caer en el alarmismo que transforme la imagen de Barcelona como ciudad donde nadie quiere vivir, trabajar o visitar”. Pero reconocen que no hay otra manera de “dar un toque de atención a los responsables” que la manifestación de este sábado.
Martínez resalta que si la situación se normaliza y las Administraciones logran volver a las cotas de seguridad y convivencia que había hace cuatro años, Tsunami Veïnal se disolverá. “Comenzamos tres o cuatro organizaciones vecinales y ahora somos casi 40. Y no tenemos interés en crecer más y en llegar a 80. Si nos disolvemos, eso querrá decir que hemos vuelto a la normalidad. Lo único que pedimos ahora es que nos solucionen los problemas, que hablen con nosotros y que nos dejen ser partícipes, que nos tengan en cuenta para aportar soluciones”.