El chabolismo se ha enquistado en los últimos años en Barcelona. En diciembre, 425 personas vivían en improvisadas barracas hechas de madera en la ciudad, según el Ayuntamiento. Algunos malviven gracias a la chatarra que venden y con la que sacan unos cuantos euros. 

La Sagrera y el Fort Pienc acogen dos campamentos con una treintena y una veintena de personas, respectivamente. Son algunos de los campamentos más grandes de la capital catalana. En ellos, la miseria y la podredumbre contrasta con los edificios de viviendas que rodean los asentamientos.

Los primeros chabolistas llegaron a Barcelona hace unos 20 años procedentes de Galicia y Portugal. Son familias que representan la mitad de a población de los asentamientos. El resto, la mayoría inmigrantes, sobreviven con la chatarra y los comedores sociales. 

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