El Ayuntamiento de Barcelona destinará en los próximos meses casi 10 millones de euros a la financiación de proyectos relacionados con el turismo. En la comisión de gobierno celebrada a finales del mes de julio, se aprobó un paquete de más de 3,3 millones para 14 proyectos. El dinero sale del Impuesto de Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET) del año 2019 y llega en un momento en que el sector se encuentra bajo mínimos.
“El año pasado, entre enero y agosto hubo más de 22 millones de pernoctaciones en Barcelona, mientras que esa cifra este año se sitúa en alrededor de 8 millones. Eso quiere decir que ha habido un retroceso brutal, aunque sigue habiendo cierta vitalidad en el sector. También es un hecho que en el 2019 el turismo extranjero representaba un 70% frente al 30% de turismo nacional y en el 2020 el turismo nacional representa un 55% y el extranjero, un 45%”, explica a Metrópoli Abierta Xavier Marcé, concejal de Turismo de la capital catalana. Ello significa que el turismo cayó este ejercicio a poco más de un tercio del año pasado. Una auténtica catástrofe.
LA VENTAJA DE TENER CERCA LA COSTA
Esa nueva estratificación del turismo tiene mucho que ver con la parálisis en los cruceros y la anulación de muchos de los salones feriales que se celebraban anualmente en Barcelona. No obstante, Marcé subraya que Barcelona no solo vive del turismo extranjero, sino que se nutre también del turismo vacacional que está en la costa. Eso provoca que haya visitantes que se escapan una jornada a la ciudad y eso implica un gasto económico. Por algo subraya que a Barcelona vienen cada año “unos 6 o 7 millones de visitantes que pasan por la ciudad pero no pernoctan en ella”.
El concejal reconoce que todo el turismo urbano (y aquí no puede citarse sólo a Barcelona, sino a cualquier otra ciudad que atrae visitantes) se ha visto muy afectado por esta crisis, pero destaca que el impacto en Barcelona se ha visto un poco atenuado por el turismo residencial de la costa, que realiza escapadas a la capital. El impacto de la anulación de vuelos o de llegada de cruceros, sin embargo, es difícil de sustituir. Por eso el ayuntamiento ha puesto énfasis en “promocionar al máximo los mensajes destinados al turismo español o de otras zonas de Cataluña. No se trata de un turismo de sustitución, sino adecuado a los tiempos que nos ha tocado vivir”. Se trata, en otras palabras, de poner en marcha mecanismos para promover visitas de proximidad. “Que venga el máximo de gente posible del entorno próximo”, enfatiza Marcé.
GRANDES CAMPAÑAS DE PROMOCIÓN
Así las cosas, el Ayuntamiento tiene previsto una campaña de promoción internacional de la marca Barcelona que le costará 500.000 euros. No es la campaña más onerosa: la de Navidad, destinada a los ciudadanos locales costará a las arcas públicas 600.000 euros. También está prevista otra campaña de promoción de la ciudad de 200.000 euros, una campaña de promoción de los mercados municipales de 250.000 euros y la organización de diversos congresos que costarán casi 300.000 euros.
A esas cantidades, se les añaden 250.000 euros ya gastados para el Festival Grec y otros tantos para la Mercè, además de 200.000 euros para el Barcelona Obertura City 2020 y 100.000 euros para el Projecte Pride de esta año. También se destinan 200.000 euros en subvenciones para la campaña Turisme Responsable y otro tanto para el compromiso para la sostenibilidad turística de Barcelona Biosphere.
PROYECTOS DE LOS DISTRITOS
Los últimos 3,3 millones presupuestados, no obstante, irán destinados a otros menesteres: más de 2,3 millones serán para el servicio de agentes cívicos, mientras que proyectos como Montjuïc Parc Cultural, el Plan de Plazas de Gràcia o el Centro de Interpretación del Parc de Montjuïc se llevarán 150.000 euros cada uno. Para urbanizar la plaza Félix Rodríguez de la Fuente en Sant Andreu se gastarán otros 140.000 euros. Y la rehabilitación de la fachada este del Pati dels Tarongers en la Casa de la Misericòrdia costará 113.000 euros. La remodelación de la orilla oeste del Besòs para acercar el río al barrio de la Verneda es un plan que está dotado con 70.000 euros.
Marcè justifica estos gastos porque hay tres vertientes claramente diferenciadas en el sector turísico. Por un lado, existe la promoción turística pura y dura; por otro lado, el Ayuntamiento “quiere impulsar las actividades y los contenidos generados” a partir del turismo. Se trata de paliar el bajón de ingresos de todos los sectores implicados debido a la merma de visitantes. Y, en tercer lugar, el Ayuntamiento ha de destinar dinero a las compensaciones de las externalidades. Es decir, “tenemos que poner agentes cívicos en las calles, tenemos que poner inspectores para vigilar los pisos turísticos, hemos de tener gastos extraordinarios en seguridad o en limpieza, por poner algunos ejemplos”.
De ahí que el dinero del impuesto turístico se utilice no sólo para promoción de la marca de Barcelona, sino también para “financiar programas de los distritos o para la corrección y seguimiento de los elementos externalizados, como el control de los pisos ilegales”, subraya Xavier Marcé. El concejal, no obstante, indica que el consistorio enfoca sus fuerzas en potenciar “todo lo que nos va a ayudar a relanzar el turismo de manera sostenible”.