27 sintecho que vivían en las calles de Barcelona murieron en 2020. Los datos son de Arrels Fundació, un de las entidades más importantes de la atención a los ciudadanos sin casa en la capital catalana. Según el director de la entidad, Ferran Busquets, 18 de estas personas "fallecieron directamente en la calle", explica Busquets en conversación con Metrópoli Abierta. "El resto, por ejemplo, pudieron morir en hospitales". Pero cuando perdieron la vida pernoctaban en la calle.
Este lunes, dos hombres sintecho, de 32 y 38 años, han fallecido en la vía pública durante la ola de frío. Una de estas personas era conocida por Arrels, ha explicado la entidad en un hilo en Twitter. "Vivir y morir en la calle es una de las injusticias más crueles. Nadie vive en la calle porque quiere. Las causas son complejas y, a menudo, estructurales. Faltan recursos, compromisos y respuestas para revertir la situación. La solución es la vivienda y la prevención".
OFERTA DE ALOJAMIENTO RECHAZADA
Al director de Arrels no le constan, por ahora, otras incidencias con sintecho en la ciudad a raíz de la ola de frío de los últimos días. Una de las personas murió junto al mercado de la Barceloneta y la otra en el parque de la Ciutadella. El Ayuntamiento ha asegurado que al fallecido en la Barceloneta se le ofreció ser alojado, pero rechazó la oferta.
Más allá de estos casos concretos, Arrels recuerda que vivir en la calle acorta la vida 20 años. La entidad apunta algunas de las causas: "El frío, la lluvia, la violencia, la falta de recursos, la falta de servicios de atención social y médica adaptados a su situación", denuncia Arrels. En total, el número de sintecho muertos en 2020 asciende a 70. 43 de ellos ya habían logrado acceder a un equipamiento o piso social.
1.239 PERSONAS DURMIENDO AL RASO
A lo largo de 2020, Arrels ha atendido a más de 2.600 personas sin hogar. Durante el último recuento a pie de calle, la entidad contabilizó 1.239 personas durmiendo al raso. La gran mayoría son hombres, aunque cada vez se ven más mujeres. Otras 2.100 ciudadanos sin hogar viven en recursos públicos y de entidades en la capital catalana.