En lo alto de Ciutat Meridiana (Nou Barris), el colegio Ferrer i Guàrdia ha abierto sus puertas a los votantes a las 9.25 horas. A la misma hora, también con retraso, empezaba la jornada electoral en la escuela Orlandai, en Sarrià. Los dos barrios representan la gran desigualdad socioeconómica en Barcelona: el primero tiene la renta familiar más baja de la ciudad mientras que el segundo es uno de las zonas más pudientes de la ciudad. Este domingo, sin embargo, los votantes de ambos colegios electorales se disponían a participar por igual en las elecciones más atípicas que se recuerdan de la democracia.
Un murmullo que ha terminado en quejas a grito pelado ha calentado el inicio de las elecciones en Ciutat Meridiana. Algunas de las primeras decenas de electores, la mayoría personas mayores, se han puesto nerviosas al ver que el reloj pasaba de las 09.00 horas y la votación no empezaba. Tras unos primeros minutos de nervios, que ha aguantado estoicamente una voluntaria, los ciudadanos han empezado a desfilar. Gel hidroalcohólico, temperatura corporal y a buscar una de las seis aulas habilitadas para el voto.
FRÍO
El frío ha sido una constante en esta extraña jornada electoral, especialmente, para aquellos colegios electorales que han montado las urnas y las mesas en el exterior. Ha sido el caso del colegio Sagrat Cor de Sarrià, donde unas chicas que ejercían como vocales se quejaban del frío. ""Al menos nos han dejado este radiador", se consuela una de las muchachas desde una mesa, señalando el aparato colocado detrás, insuficiente para combatir los 9ºC en la calle. En este colegio, el inicio de la jornada se ha desarrollado sin ningún incidente y a las 09.00 horas los primeros votantes ya empezaban a subir la rampa, dividida por dos carriles con una cinta que indican la de entrada y salida.
Diferente escenario se ha vivido en el colegio Orlandai donde varios vocales y presidentes se quejaban a este medio por la "desorganización" y el "caos" inicial. "No nos han explicado nada. No hay entradas y salidas diferentes como habían dicho"; se quejaba Jordi Marfà. "La organización ha sido muy mala. Hemos llegado a las 08.00 horas como nos dijeron y no hemos entrado hasta las 08.30", señalaba Enric Carreras (45 años), otro vocal. Durante la mañana la votación ha transcurrido con normalidad y no ha habido aglomeraciones.
PREOCUPACIÓN POR LOS CONTAGIOS
Tampoco se acumulaba la gente en Ciutat Meridiana a pesar de ser un centro mucho más pequeño. Ciudadanos arrasó en este barrio en las últimas elecciones catalanas (21 de diciembre de 2017) ordenadas por el Gobierno español en virtud del artículo 155 de la Constitución tras la declaración de independencia de la Generalitat. "Creo que también nos deberían hacer test antígeno después”, opinaba un chico.
Yeray, Eduard y Eli forman una de las seis mesas electorales de la escuela. "A mi me preocupa contagiarme, pero te toca y es lo que hay", comenta resignada Eli, que era segunda suplente y se ha quedado en el centro, después de que dos ciudadanos hayan faltado a la cita electoral. Esta vecina de Ciutat Meridiana teme la llegada de las 19.00 horas, cuando está previsto que voten las personas contagiadas o que hayan tenido un contacto estrecho.
'NO HAY PELIGRO'
En la escuela Orlandai de Sarrià el trabajador de la limpieza habitual del centro se ha enfundado el equipo de protección individual blanco de buena mañana. "Me lo ha dicho la persona que trabaja para el ayuntamiento", explica Hassan Sagheerul, de origen pakistaní. Al lado, el vocal Oriol Duran, esperaba más "jaleo" por el contexto de pandemia. "No estaba del todo a favor de venir, pero lo he hecho por comunidad", justifica este mecánico. Fuera, Sergio Durany (63 años) salía de votar quitando hierro al posible riesgo de contagio. "Es más peligroso ir al supermercado. No hay ningún peligro, la prueba es como se está desarrollando la jornada. Les gusta mucho inculcarnos el miedo, pero no había motivos para aplazar las elecciones", comenta junto a su mujer y un amigo.
Ha habido casos en que la administración no ha sabido o podido responder a las alegaciones de los ciudadanos para no estar en una mesa electoral. Ha sido el caso de una vecina embarazada de Ciutat Meridiana, que tiene previsto dar a luz en dos semanas. La mujer asegura que llamó al juzgado durante semanas, pero que nunca obtuvo respuesta. En chanclas y bata de estar por casa, se ha acercado sobre las 11.00 a excusarse ante los responsables de la votación.
CAÍDA DE LA PARTICIPACIÓN
Ningún ciudadano que le había tocado asistir a una mesa electoral se mostraba especialmente satisfecho. "Al final me lo he tomado como un ejercicio de socialización", señala el empresario Enric Carreras (49 años) desde Sarrià, donde hace tres años ganó Junts per Catalunya. A las 15.00, casi la mitad de los electores de la escuela Orlandai había votado. Una fotografía, sin embargo, que no representa la fuerte caída de la participación de estos comicios tal y como señalaban los datos de las 13.00. "Te toca venir y es lo que hay", se resigna Eli desde el barrio de Nou Barris, en la otra punta de la ciudad.