El 1 de marzo de 1951, ahora hace 70 años, Barcelona vivió la que fue la primera movilización masiva contra el franquismo. Ese día, se inició en la ciudad la conocida como la vaga dels tramvies (la huelga de los tranvías). La protesta se inició por el aumento del precio del transporte, que pasó de 40 a 70 céntimos.
Sin embargo, el trasfondo era más grave: 12 años después de la finalización de la Guerra Civil, los ciudadanos continuaban subsitiendo en lo que era una economía muy precaria y en medio de un clima de represión política y de falta total de libertades. El detonante fue la información que salió en los periódicos de la época de que en Madrid el tranvia solo había subido hasta los 40 céntimos, mientras que en Barcelona prácticamente se había doblado.
MÁS QUE UNA HUELGA FUE UN BOICOT
En tiempos sin ordenadores ni internet, el seguimiento fue masivo. A alguien se le ocurrió, días atrás, escribir una carta que distribuyó a unos pocos amigos. En la misiva se pedía que cada uno que leyera el mensaje hiciera cuatro copias de esa cadena y las mandara a cuatro personas más. La petición era clara: a partir del 1 de marzo, los ciudadanos no debían coger los tranvías y se aconsejaba hacer los desplazamientos a pie.
El día 1 de marzo, los barceloneses no cogieron el tranvía. Más que una huelga fue un boicot. Los tranvías funcionaban pero iban vacíos. Lo mismo pasó en días sucesivos. Las autoridades de la época, con el gobernador Eduardo Baeza y el alcalde de Barcelona Josep Maria Albert Despujol a la cabeza, esperaban que el domingo 4 de marzo, los ciudadanos volverían a coger el tranvía: ese día el Barça recibía al Santander en partido de liga. En Barcelona, llovió. Pero ni así los asistentes al encuentro cogieron el tranvía y volvieron a sus casas a pie.
ENFRENTAMIENTOS, ARRESTOS Y MUERTES
Durante 12 días, los tranvías de Barcelona circularon vacíos. El boicot al medio de transporte, que nació de forma espontánea, acabó recibiendo el apoyo de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), el Frente Nacional de Cataluña (FNC), la Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC) y otros sindicatos.
Además de no hacer uso del tranvía, los barceloneses participaron en jornadas de protesta. Las autoridades franquistas hiceron uso de la Guardia Civil para intentar poner fin a las manifestaciones. El 12 de marzo de 1951, las fábricas y comercios pararon. En los enfrentamientos hubo centenares de detenidos -entre ellos el histórico dirigente del PSUC, Gregorio López Raimundo, que permaneció durante 10 días en la Jefatura de Via Laietana, donde fue torturado-, y algunos muertos.
El triunfo de la ciudadanía logró que el gobernador civil y el alcalde de Barcelona fueran destituidos y que la subida del precio del tranvía fuera anulada. A los pocos días, el 22 de marzo, el boicot al tranvía derivó en una huelga obrera general.