M. Ángeles Cabré (Barcelona, 1968) es escritora especializada en mujeres, feminismo y cultura y ha escrito obras como El llarg viatge de les dones. Feminisme a Catalunya (Edicions 62, 2020) o 100 grans dones de la historia (Cossetania, 2021). También es la fundadora y directora de l’Obervatori Cultural de Gènere, una entidad que busca denunciar la infrarrepresentación de las mujeres en el ámbito cultural, analizando sus causas e impulsando acciones para ponerle remedio. Metrópoli Abierta ha conversado con ella sobre esta problemática y otras cuestiones.

Muchos de tus libros se centran en visibilizar a grandes mujeres olvidadas. ¿Por qué es importante hacerlo?

Hoy tanto en las escuelas como en las universidades las mujeres están infrarrepresentadas en los planes de estudios. Algunos estudiosos ya las conocemos, pero hay mucha gente que no, sobre todo a las mujeres de generaciones pasadas. Creo que aún es muy necesario hacer este tipo de libro porque complementan la historia que nos han contado en clave masculina. Es contar la otra cara de la luna.

¿Los logros de estas mujeres deberían estudiarse en el colegio como una asignatura aparte?

Deben incluirse transversalmente en todas aquellas disciplinas que practicaron. Hay que intentar no segregarlas. Hasta ahora no hemos tenido más remedio que segregarlas y no está de más reforzarlo con piezas que estén al margen, como libros, conferencias o una escuela dedicada especialmente a la igualdad de género. Pero como personajes importantes de la historia también deben estar en el sitio que les corresponde, mezcladas con sus contemporáneos.

Muchas esferas estaban vetadas a las mujeres. ¿Aún así hubo muchas que hicieran grandes cosas?

Hay las dos cosas, por un lado tenemos algunas que fueron super importantes a pesar de todo y luego están las que tuvieron vidas abortadas. Hay un volumen importante de mujeres que aún habiendo sido muy famosas, después fueron invisibilizadas; aquí, por ejemplo, ocurrió con el franquismo. Pero las que en su día fueron importantes son más fáciles de rescatar. En el caso de las otras es más complicado, porque tienen obras sin publicar, obras pictóricas escondidas o destruidas, etc. Pero es importante explicar por qué solo pudieron hacer un libro o solo pudieron hacer una exposición.



M. Àngels Cabré, directora del Observatori Cultural de Gènere/ YAIZA CASTELLVÍ  



¿Por qué las mujeres que han sido importantes en el transcurso de la historia, a menudo también están infravaloradas?

Porque depende de la mirada. Si comparas el valor de un hombre y de una mujer desde los ojos del patriarcado parecen menos importantes. Tenemos mecanismos para menospreciar sus aportaciones porque las medimos con ese termómetro. Incluso a una mujer, a la hora de elegir un libro le parece que el de un señor será más importante. Es cuestión de cambiar la mirada, si todos tuviésemos la mirada igualitaria valoraríamos las cosas con otra vara de medir, nos parecerían importantes otras cosas. Ahora solo nos parecen importantes aquellas cosas que el patriarcado nos ha enseñado que eran importantes, y no es fácil quitarse todos los tics patriarcales. Estoy segura que yo misma los tengo y quizá sigo pensando que Siri Hustvedt es estupenda, pero que Paul Auster igual es un poco mejor. Mentira, ella es mucho más interesante, aunque él también lo es, tampoco es ningún desprecio hacia los hombres.

¿Qué hay que hacer para remediar la invisibiliación de las mujeres?

Mucha pedagogía. Hay que forzar a aplicar la ley de igualdad, no puede ser que en los planes de estudio se explique la historia en clave masculina, no puede ser que los museos solo compren obras de hombres. Ahora el Ayuntamiento de Barcelona comprará obras de artistas contemporáneos. Y seguro que intentarán que sea paritaria, la mitad de hombres y la mitad de mujeres. Pero deberían comprarlas todas de mujeres, porque venimos de una invisibilización y habría que compensarlo con cuotas muy generosas hasta que esté más nivelado.  

¿El Obervatori Cultural de Gènere sirve para presionar en ese sentido?

Lo puse en marcha en 2013 como un pequeño instrumento para hacer guerra de guerrillas. Es una entidad independiente aunque colabora con asociaciones e instituciones para hacer proyectos concretos para visibilizar a las mujeres, como ciclos de conferencias, por ejemplo. También hemos ido haciendo informes sobre el sector de la cultura, justamente porque hay que visibilizar esta invisibilización. Porque cuando nació en 2013 aún no estábamos en la cuarta ola feminista y era muy raro ver en la prensa entrevistas como esta que me estás haciendo ahora. Si tu llamabas a la puerta del director del MNAC, por ejemplo, y le decías, tienes un problema, porque no exponéis señoras, te respondía, una vez hicimos una exposición de una señora, y les tenías que enseñar las cifras, porque las cifras cantan. El observatorio empezó a poner datos a esa infrarrepresntación y comenzó a haber políticos o periodistas que citaban esos informes y no había más remedio que asumir esas cifras. Al mismo tiempo, asociaciones de mujeres de ramas de la cultura fueron haciendo sus propios informes sectoriales, hasta que al final, logramos tener un plano de esta infrarrepresentación y ya nadie se atreve a negarlo.

¿De dónde te vienen estas ganas de dar a conocer el legado de las mujeres?

Soy reivindicativa en general. De joven vi que por ser mujer lo tendría todo más difícil y la experiencia me lo ha confirmado, porque he experimentado discriminación por el hecho de serlo. He publicado una docena de libros y si yo fuera un señor y en ellos hablara sobre los hombres de esas épocas, sería más importante de lo que soy y me invitarían cada dos días a TV3. Tuve que elegir entre hacer solo mis libros o algo más, y opté por hacer un trabajo más útil para la sociedad. 

¿Es un buen momento para el feminismo?

Ibamos muy bien, ganando terreno, pero la pandemia está suponiendo un retroceso para las mujeres. La mayoría de personas paradas son mujeres, el tema de la conciliación familiar se ha hecho imposible y quien se queda en casa con los niños es quien tiene el sueldo más bajo, es decir, las mujeres. El feminismo con la pandemia se ha detenido. Y no lo digo yo, lo dice la ONU Mujeres, que ha dado esta cifra: en unos meses se ha retrocedido 25 años. Espero que se reprenda y debemos estar atentas para que no se quede estancado igual que ocurrió con la Guerra Civil, porque ahora también podría pasar.

¿Puedes hablarnos del inicio del feminismo en Cataluña?

Aunque hay alguna persona puntual antes, como M. Josepa Massenès, el origen del feminismo aquí tiene dos corrientes, que comienzan en las últimas décadas del siglo XIX. Por un lado está el feminismo burgués, y por otro el libertario, obrero, anarquista y de izquierdas. Mientras estas últimas mujeres se dedican a salir a la calle, se manifiestan, van a la cárcel y son torturadas, las otras son reivindicativas sin ningún peligro para su vida, y hablan desde las revistas, como es el caso de Carme Karr o Dolors Montserdà. Y la suma de estas dos ramas permitirá que en la República estalle un feminismo plural con toda una gama de grises.

¿Te has quedado con ganas de decir alguna cosa más?

Quiero decir que soy partidaria de que los estudios de mujeres convivan con los estudios de género, ya que tenemos la suerte de que haya pluralidad en el género, lo tenemos que aprovechar. Estoy en contra de las feministas que tienen problemas con el colectivo trans, porque también son mujeres. Afortunadamente hay un feminismo inclusivo que no tiene problemas con las trans, porque el movimiento no solo nació para defender a las mujeres, sino que es emancipador y en él caben todas las luchas.

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