El paseo de Gràcia vuelve a emanar vitalidad después de una cruda temporada para el comercio de la zona. La milla de oro barcelonesa ha vivido una de sus peores etapas y ahora se blinda con tal de no sufrir más daños. Las restricciones por la pandemia han hecho que las ventas bajen considerablemente y que fueran pocos los que se animaran a pasear por sus aceras.

Desde finales de 2020, esta vía comercial ha sido el objetivo de las bandas especializadas en robos de tiendas de lujo. Los Mossos d'Esquadra detectaron la existencia de cuatro grupos criminales que operaban en la zona y, tras aumentar la presencia policial, agentes del cuerpo frustraron los hurtos de tres bandas más. Estos ladrones utilizaban dos modus operandi concretos: el del alunizaje o el del lanzamiento de objetos pesados para acceder al interior y robar ropa y accesorios valiosos que luego revendían en el mercado negro.

DAÑOS COSTOSOS

Ambos comportan costosos daños a los establecimientos damnificados. Los escaparates quedan absolutamente destrozados y han de ser sustituidos por otros cristales que, en muchas ocasiones, no cubre el seguro y suponen un precio elevadísimo para los propietarios. 

Estos desperfectos también se produjeron durante los disturbios por el encarcelamiento del rapero Hasél. Manifestantes reventaron cristaleras y accedieron al interior de los locales para llevarse todo tipo de objetos caros. 

EL PASEO SE BLINDA PESE A LA LLEGADA DE TURISTAS

Los sucesos y desórdenes acaecidos en los últimos meses han obligado a las tiendas del paseo de Gràcia a protegerse como jamás lo hubiesen imaginado. Tal y como se puede ver en la fotogalería realizada por Metrópoli Abierta, son muchas las boutiques de lujo que se acorazan con planchas de metal o de madera para prevenir imprevistos. También instalan pivotes antialunizaje y rejas de hierro frente a sus escaparates. En casos extremos, como el de Rolex o el edificio modernista Casa Amatller, se utilizan remedios chapuceros como los de plastificar los cristales rotos o cubrir con cinta aislante las zonas damnificadas. 

Esta imagen inaudita sorprende a los barceloneses y a los turistas que van llegando a cuentagotas a Barcelona. Los visitantes, sobre todo de procedencia francesa, observan con incredulidad las medidas de precaución y reparación que toma el paseo de Gràcia. El lujo y la decadencia se funden en una imagen muy alejada del prestigio cosmopolita que solía tener el eje comercial.

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