Con el final de las restricciones de movilidad, poco a poco vuelven a llegar los turistas a Barcelona. Cada día que pasa es más habitual verlos paseando por el centro de la ciudad o entrando y saliendo de los hoteles, que hasta hace cuestión de meses atravesaban una situación crítica por la falta de visitantes. Establecimientos como el Hotel Mandarin Oriental del paseo de Gràcia, al que acudió hace un par de semanas el actor Bruno Oro y del que salió completamente indignado.

En su cuenta de Instagram, el artista barcelonés ha publicado un vídeo narrando la mala experiencia que vivió con su pareja en la terraza del emblemático hotel, cuando intentaron tomar algo un sábado por la noche. Cuando llegó la camarera les explicó que la consumición mínima es de 18 euros por persona. Oro y acompañante pidieron dos gintonics, pensando que valdrían unos 15 euros cada uno y que con eso sería suficiente. Pero no. "Se pueden tomar dos gintonics y luego otra consumición, hasta llegar a la cantidad", asegura que le contestó la empleada. "Eso es como decir, hasta dejar de ser pobres y entrar en la élite de los que pagan sin preguntar, que es lo que hacen nuestros clientes rusos y americanos forrados", estalla el actor. Aquí el vídeo completo:

 

Bruno Oro y su pareja abandonaron el hotel indignados y sin consumir nada. "Si entra un cliente que no quiere tomar alcohol, que quiere un agua, pongamos que vale seis euros tirando bajo. ¿Qué se tiene que tomar, tres aguas?", reflexiona. "Este hotel, como otros muchos de Barcelona, habrá sufrido lo suyo. Los barceloneses hemos puesto nuestro granito de arena y hemos ido a cenar o dormir a hoteles de nuestra ciudad cuando no había turistas. Pero da la sensación que han vuelto los guiris y para este hotel volvemos a ser la clase social de nativos tacaños a los que mejor ponerles 18 euros, así se cagan y no suben". El artista lamenta que situaciones como esta demuestran que "no interesa" que los barceloneses acudan a ciertos lugares de su propia ciudad, como en el caso de la terraza del Hotel Mandarin Oriental, porque sus responsables saben que el cliente extranjero pagará más.

"Es muy penoso. ¿Sabéis que va a pasar en Barcelona? Pues lo que pasa desde hace muchos años en Venecia, que no hay venecianos. Viven todos fuera de Venecia, que es un decorado precioso pero sin alma", alerta. Una advertencia de lo que, cree, le puede ocurrir a la capital catalana próximamente: "Salí del hotel con la sensación de que estorbábamos en nuestra propia ciudad. Como barcelonés me da mucha pena", lamenta.

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