El Molino y el Arnau son la cara y la cruz de la avenida del Paral·lel. Ambos teatros son dos icónos de la arteria más artística de Barcelona y los dos son de titularidad municipal -bueno, El Molino lo será en breve-. Pero mientras el primero reabrirá de nuevo después de que el Ayuntamiento haya pagado 6,2 millones por su compra, el segundo espera, desde hace más de una década, una reforma que no llega y que ahora está pendiente de que haya disponibilidad presupuestaria.
El pasado 8 de julio, Metrópoli publicaba en exclusiva la adquisición de El Molino. Un día después, el 9 de julio, la alcaldesa Ada Colau y la hasta ahora propietaria del espacio escénico, Elvira Vázquez, presentaban el acuerdo de compra. Desde que se hizo la reforma, para reabrir en 2010, el teatro acumulaba deudas millonarias. Colau justificó la compra alegando que de esta forma se evitaría que un edificio tan importante de la ciudad pudiera caer en manos de fondos buitre. Tras pasar a manos municipales, El Molino engrosará la lista de los equipamientos culturales públicos de la ciudad.
EL ARNAU SE CAE A TROZOS
Justo en frente de El Molino está el Arnau. El inmueble es del Ayuntamiento desde hace más de 10 años. Lo compró el alcalde Jordi Hereu en febrero de 2011 por poco más de dos millones de euros. Desde entonces, se cae a trozos. El teatro se encuentra lleno de grafitis y tapiado para evitar que sea okupado de nuevo. Una gran estructura, en forma de andamio, aguanta la fachada principal. En la calle de Nou de la Rambla, los comercios que había en los bajos de la sala -entre ellos una floristería- ya han cerrado y una gran red recorre buena parte de la pared lateral para evitar que se desprendan objetos a la vía pública.
El proyecto ejecutivo para recuperar el Arnau está listo y aprobado. Sin embargo, por ahora no hay ni calendario ni disponibilidad presupuestaria para empezar las obras integrales del teatro, que ascenderán a unos 11,6 millones de euros, una cantidad que fue avanzada por este medio el pasado mes de marzo. Finalmente, el Arnau no será derribado. Cuando se haga la reforma integral, entre los elementos que se preservarán del viejo edificio figuran la fachada, la boca del escenario, la forma de herradura de la sala, la barandilla del anfiteatro "y toda la estructura de madera. El nuevo Arnau, el único teatro de barraca que se conserva en Barcelona, dispondrá de una planta subterránea, otra de semisubterránea, una planta baja y dos pisos superiores.
EL MOLINO, HACIA LA GESTIÓN PRIVADA
El Molino reabrirá, en principio, a lo largo de 2022. Más allá de pagar 6,2 millones, la inversión para acondicionar el espacio será escasa. El teatro, merced al buen trabajo de Vázquez y a la excelente reforma que se ejecutó, se encuentra en perfecto estado. Desde hacía unos meses, el teatro estaba en venta por las enormes dificultades económicas que atravesaba la propiedad. El objetivo es que El Molino sea uno de los estandartes para reimpulsar el Paral·lel junto con la sala Barts, que será la primera Casa de la Música de Barcelona.
El Molino se integrará en la red de equipamientos culturales de la ciudad para ofrecer contenidos híbridos. La cultura audiovisual, la experimentación, la música, el humor y el teatro de pequeño formato formarán parte de su programación. Junto a la primera Casa de la Música, el Molino será una de las primeras Casas de Cultura de Barcelona y tendrá una gestión público-privada. El Ayuntamiento convocará durante los próximos meses un concurso para nombrar a la persona que dirigirá El Molino. La titularidad será pública y la gestión privada.
"NO SE PUEDEN COMPARAR"
Colau dice que la compra de El Molino y la rehabilitación del Arnau no se pueden comparar. "Son dos acciones totalmente incomparables y que necesitan recursos económicos diferentes", sostiene la edil. Colau argumenta que ahora se disponía del dinero para invertir y que otra cosa son los trabajos de rehabilitación, que necesitan diversos años y proyectos ejecutivos. "No se puede comparar una compra con un proyecto de rehabilitación". Lo cierto es que ni Xavier Trias ni Colau -que lleva seis años al frente de la ciudad- han recuperado el Arnau. Al menos, el proyecto ejecutivo está acabado, pero por ahora el icónico teatro seguirá abandonado y deteriorándose.