La montaña de Montjuïc es un testigo privilegiado de la historia de Barcelona a lo largo de los siglos. Escondidos bajo tierra, actualmente siguen apareciendo descubrimientos que revelan la importancia del monte rocoso. Hace unos meses, el 29 de enero, dos amigos encontraron una tumba judía del siglo XIV cuya existencia confirmó la Generalitat. Medio año antes, en julio de 2020, un jardinero protagonizó otro hallazgo. A unos metros de la cornisa que mira al puerto, el funcionario municipal descubrió una galería subterránea de la Guerra Civil diseñada para acoger una batería de cañones.
Las piezas de artillería jamás se llegaron a instalar, según detalla a Metrópoli el Servicio de Arqueología del Ayuntamiento. La construcción es de febrero de 1938 y tenía el objetivo de reforzar la defensa de Barcelona, capital del gobierno legítimo de la República Española desde 1937. Los arqueólogos municipales han inspeccionado y documentado el túnel aunque esperan recabar más información como el plano original, que podría ubicarse en el Archivo General Militar de Ávila.
UN ÁRBOL CAÍDO
El descubridor accidental de este hallazgo fue un jardinero de Parcs i Jardins de Barcelona. Estaba retirando un árbol cuando el suelo que pisaba cedió y sufrió una pequeña caída que, afortunadamente, quedó en un buen susto. La noticia del encuentro llegó al Ayuntamiento y a la Unidad de Subsuelo de los Mossos d'Esquadra, que accedió al recinto. También llegó a oídos de Eliseo López, un apasionado de la montaña barcelonesa, que junto a tres amigos más lograron entrar en la galería y filmar el espacio. El vídeo está disponible en su canal de Youtube.
Este vecino de la avenida del Paral·lel está convencido de que nadie pisaba el lugar desde hacía muchas décadas. "No había ningún signo de vandalismo, estaba todo impoluto", cuenta. El escalador Santi Rodríguez y el espeleólogo Jordi López fueron los primeros en entrar en una galería de unas pocas decenas de metros con una plaza circular pensada para instalar una pieza de artillería, un cañón. Juan Carlos Rodríguez, hermano de Santi, también les acompañó.
EL BÚNKER INVISIBLE
Las imágenes muestran un túnel de piedra, robusto, con un arco con letras azules desgastadas. Hay montañas de piedras que bloquean algunos de los accesos como ocurre en los centenares de refugios antiaéreos de la Ciudad Condal. Eliseo sospecha que algunos podían conducir al castillo. Los exploradores encontraron media docena de objetos oxidados como un orinal y lo que parece ser un utensilio para cocinar. "Parece que solo se hizo la instalación subterránea y nunca se colocaron los cañones ni se construyeron las barracas previstas para los artilleros", informan desde el área de arqueología municipal.
El acceso a la galería tiene dos niveles: uno de cinco metros y otro de ocho. "Le pusimos el nombre de búnker invisible porque está allí, pero no se puede ver", cuenta el espeleólogo. Pocos días después de la bajada al túnel, el Ayuntamiento selló el acceso con una gran plancha rodeada de pivotes para evitar accidentes. A unos metros de la tapa aún se pueden ver los restos de la cinta que colocaron los Mossos d'Esquadra para señalizar el agujero al vacío que destapó la caída del árbol.
EL AISLAMIENTO DE CATALUÑA
Para Josep Maria Contel, estudioso de los refugios antiaéreos en Barcelona, la galería simboliza "el carácter imprevisible de las guerras. Se hacen muchas cosas que luego no tienen uso. Quizá alguien pensó que sería una buena idea colocar un cañón para defender el puerto", señala. El historiador recuerda que en abril de 1938, Cataluña quedó aislada del resto de territorios que seguían en manos republicanas como Madrid y Valencia.
Contel explica que Barcelona no contaba con un gran sistema defensivo con baterías y búnkeres. Los puntos estratégicos de la ciudad donde se apostaron cañones eran Montjuïc, los astilleros y el Carmel donde se instalaron cuatro baterías para batir a la aviación franquista y sus aliados. Las galerías subterráneas, como la descubierta en 2020, tenían la intención de proteger el cañón, a los artilleros y a la munición que debía alimentar continuamente el arma.
SIN INFORMACIÓN DESDE EL AYUNTAMIENTO
El Ayuntamiento no redactó ninguna nota de prensa informando del hallazgo. Consultado por este medio, un portavoz del ICUB (Institut de Cultura de Barcelona) explica que los arqueólogos municipales realizan numerosas salidas y descubrimientos cada mes, alrededor de una quincena. Los técnicos siguen trabajando para recabar más información para, en un futuro, acceder a pie.
No es la primera vez, ni seguramente tampoco será la última, que Eliseo se encuentra cerca de un curioso hallazgo en Montjuïc. Él y su amigo Antonio Moreno, más conocido como El Lobo de Montjuïc, descubrieron hace unos meses una antigua lápida judía, que actualmente descansa en el Museu d’Història de Barcelona (MUHBA). Eliseo cuenta que Antonio –fallecido el 22 de abril a los 54 años–, el último chabolista de la montaña, se volvió a adelantar a casi todos cuando entró antes que él en el búnker.