Prudencia, ¿excesiva? La decisión del Ayuntamiento de Barcelona de cancelar las celebraciones por la llegada del año nuevo contrasta con la decisión de otras ciudades, como Madrid, Nueva York o Río de Janerio, que, pese a restringir los aforos, no han querido cancelar las festividades. Con ello, Barcelona se ha quedado fuera del circuito mundial de la celebración de 2022, con una decisión similar a la adoptada por ciudades como París, o San Francisco.
Las imágenes impactan por sus diferencias. En Madrid unas 7.000 personas se concentraron en la plaza del Sol, una cifra respetable, aunque es un 60% inferior a lo habitual, antes de la pandemia del Covid. Las cifras asustan, porque la incidencia acumulada se eleva a 2.425 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, pero el espacio, grande y al aire libre, se entendió que era una garantía para no correr un gran riesgo, según el consejero de Sanidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero.
CELEBRACIONES CON MEDIDAS RESTRICTIVAS
En Barcelona, en cambio, lo que han destacado las autoridades del consistorio es que, precisamente, no se han detectado grandes aglomeraciones, y que la noche del 31 de diciembre al 1 de enero fue similar a la de otros fines de semana. Sin celebraciones oficiales, auspiciadas por el Ayuntamiento, los barceloneses han organizado fiestas en sus domicilios particulares, pero sin incidentes graves que pudieran alertar a los cuerpos de seguridad.
Madrid, en cambio, junto a Río de Janeiro o Nueva York, ha desafiado el riesgo del Covid para celebrar el nuevo año. En la ciudad que nunca duerme, en Estados Unidos, con récords de casos de Covid, hubo celebración, en Times Square, aunque con un aforo menor. Asistieron 15.000 personas, de las 60.000 que suelen participar. Había, en todo caso, requisitos que se debían cumplir, como la vacunación completa y la mascarilla, además de los habituales controles por riesgo de ataque terrorista, cumpliendo los protocolos asignados en los últimos años.
En el otro lado ha estado Barcelona y ciudades como París, Londres o Amsterdam. En París, también con una incidencia enorme de casos de Covid, se canceló el espectáculo de fuegos artificiales. Pero miles de personas quisieron estar presentes a lo largo de los Campos Elíseos. Y en los Países Bajos permanecía todo cerrado, con decisiones drásticas por parte de las autoridades holandesas, que temen un desborde total de la sanidad por la proliferación de casos de Covid. En otras grandes urbes, como Ciudad de México o San Francisco, las celebraciones se cancelaron o se permitieron con restricciones muy severas. En la capital del Reino Unido, en Londres, célebre por los juegos pirotécnicos en el Big Ben, tampoco se ha celebrado el año nuevo con festejos en las calles promovidos, como antes de la pandemia, por las autoridades locales.