El vallado antibotellón de los búnkeres del Carmel se aplaza sine die. Así lo han confirmado a Metrópoli fuentes del Ayuntamiento de Barcelona. El cierre tenía que haber empezado el pasado septiembre y estar listo la primavera de 2022. El motivo es evitar que se celebren allí masivas fiestas que molesten a los vecinos, como sucede desde hace años, pero por ahora la zona seguirá abierta. La intención municipal es cerrarlo por las noches como se hace con otros parques, como la Ciutadella.
El pasado domingo, 23 de enero, este medio estuvo en los búnkeres de Carmel. El espacio seguía sin vallar y totalmente degradado, lleno de grafitis y suciedad, a pesar de ser una zona que gestiona el Museu d'Història de Barcelona (MUHBA). Fuentes municipales explican que las obras no se han iniciado porque la empresa no ha encontrado los materiales necesarios en el mercado por la crisis de suministros.
NUEVA LICITACIÓN
Este hecho, añade el consistorio, obligará a licitar de nuevo el proyecto, lo que comportará un retraso en los inicios de los trabajos, que se prolongarán durante unos siete meses. Las fuentes consultadas no han puesto fecho al inicio de la construcción de la valla ni si la nueva licitación y la falta de materiales comportará un aumento de los costes, como ya ha sucedido con las obras del tranvía. El presupuesto anterior era de unos 900.000 euros, IVA incluido [ver aquí la oferta pública].
Los botellones en los búnkeres no han desaparecido ni siquiera con la pandemia. Es habitual que muchas tardes y noches grupos de jóvenes se reúnan en el Turó de la Rovira para beber. A la zona, como ha podido comprobar este medio, también suben lateros que venden cervezas y combinados sin la más mínima garantía sanitaria. Los problemas en la zona se desmadraron cuando el emplazamiento empezó a salir en las guías turísticas y se masificó. En febrero de 2020, un joven cayó de los búnkeres y resultó herido.
VALLAS DE DOS METROS DE ALTURA
Las vallas que se colocarán tendrán unos dos metros de altura y, en algunos puntos, de la montaña todavía serán más elevadas por el desnivel del terreno, lo que dificultará intentar saltarlas. Una parte de las vallas se clavarán sobre piedras. El proyecto de obras previsto hasta ahora preveía dos fases de obras. La primera era la más importante y consistía en el vallado de la zona y el arreglo y la conexión de los caminos que envuelven las baterías antiaéreas del Carmel, que se encuentran en el distrito de Horta-Guinardó. En la segunda fase se tenía que ejecutar una parte del camino pendiente y el cierre de la parte norte, la que ya no tiene vistas sobre la ciudad. El camino, con un máximo de un metro de ancho, estaba previsto que se pavimentara y se iluminara, y que una parte de él fuera de escaleras.
Las obras, además, planteaban cerrar aquellos puntos por donde entran más visitantes y que son el acceso desde la calle de Marià Labèrnia y los que van directamente al centro de información del MUHBA. Las seis puertas de acceso se querían poner en las calles de Marià Labèrnia y de Labèrnia, en la parte sur (en los accesos al mirador y al depósito de agua), en el lado norte y junto al centro del MUHBA.
CONSTRUCCIÓN DE LA GUERRA CIVIL
Según explica el MUHBA en su página web, en la zona se conservan los restos de las baterías antiaéreas construidas durante la Guerra Civil para defender la ciudad de los ataques de la aviación fascista. Tras la guerra, alrededor de la infraestructura se construyó el barrio de los Canons, ubicado dentro de la zona de las barracas del Carmel, que perduró hasta el año 1990, dos años antes de los Juegos Olímpicos.
Una parte de los vecinos de la zona, aglutinada en torno a la plataforma d'Habitatges d'Afectats dels Tres Turons, está en contra del vallado. Fuentes de esta entidad indican que el blindaje forma parte de una operación para acabar cerrando todo el parque del Guinardó y hacerlo de pago, explicaron en verano a Metrópoli. El Ayuntamiento siempre ha defendido públicamente que los búnkeres continuarán siendo gratuitos. Estas intenciones dicen que se han iniciado estos últimos años con la pavimentación de una buena parte del parque. Las mismas fuentes opinan que el problema de los botellones se puede solucionar con la presencia de Guardia Urbana.
DERRIBO DE 295 CASAS
Estos vecinos se quejan de que la decisión para cerrar las baterías antiaéreas se ha tomado sin celebrar ningún proceso participativo y relacionan la clausura con la futura expropiación y derribo de las viviendas afectadas por el plan del Tres Turons, que lleva décadas en los despachos municipales, para convertir la zona en una nueva atracción turística, opinan. Antes de las elecciones de mayo de 2019, el gobierno de Ada Colau explicó cómo se haría el realojo de los vecinos -en seis edificios de nueva construcción que se levantarán junto al espacio de Talleres Muñoz, entre los barrios de Can Baró y el Guinardó- y que se derribarían 295 casas. La intención del Ayuntamiento es convertir los tres Turons en un gran pulmón verde, aunque el proyecto poco ha evolucionado.