No sólo de fútbol vive Florentino Pérez. Una de las empresas señeras de su holding, Clece, se ha llevado el contrato para los próximos dos años de la gestión de las instalaciones y las dependencias adscritas al Canódromo-Ateneo de Innovación Digital y Democrática, en la calle Concepción Arenal. Este edificio está catalogado y el mantenimiento que debe hacer Clece permitirá que se pueda seguir con la actividad Impulsar el Ateneo de Innovación Digital y Democrática. El contrato es por dos años, aunque en sus cláusulas se incluye la opción de renovar por otros dos años. El precio del primer bienio será de 116.024 euros, cifra que se doblaría en caso de renovación de la contratación.
Clece está englobada en el holding del presidente del Real Madrid, y es una de las grandes contratistas del Ayuntamiento de Barcelona, con trabajos que van desde la limpieza hasta la gestión integral de edificios e incluso la gestión y administración de residencias municipales. En enero de 2018, por ejemplo, logró un contrato para la gestión de la residencia Josep Miracle (un contrato de más de 2,6 millones de euros), que al final recayó en la firma Accent Social por escisión parcial de Clece.
MANTENER TODO EL RECINTO
En el documento contractual del Canódromo, que fue adjudicado a finales de este mes de abril, se especifica que la labor de la compañía de Florentino Pérez es “mantener en perfecto estado el funcionamiento y conservación de las instalaciones generales del Canódromo, garantizar la permanente disponibilidad de las prestaciones y funciones propias de los equipos y elementos a conservar, asegurar el funcionamiento continuo, eficaz y eficiente de éstos y garantizar que las eventuales paradas por averías se reduzcan al mínimo técnicamente imprescindible, mantener actualizada la gestión informatizada de los servicios y mantener actualizado el archivo documental, esquemas, planos, memorias y toda la documentación técnica de las instalaciones asociadas al servicio”.
El edificio de la calle Concepción Arenal tiene una superficie de 1.320 metros cuadrados y está catalogado como patrimonio arquitectónico de Barcelona. “Este contrato permitirá satisfacer adecuadamente las necesidades administrativas por las siguientes razones: prevé el mantenimiento preventivo del edificio y el mantenimiento correctivo, indispensable para cubrir las necesidades de un edificio de pública concurrencia que ofrece una programación estable de actividades dirigidas a la ciudadanía”, dicen los documentos municipales asociados el contrato.
EDIFICIO MULTIDISCIPLINAR
El antiguo Canódromo de la Meridiana alberga una oficina de gestión de servicios, en la que ofrece “apoyo a la investigación en tecnología, ciencia y democracia”, imparte un programa de residencia y apoyo a un ecosistema de proyectos, ofrece otro programa de alfabetización y “empoderamiento digital y democrático” y cede espacios para diversas actividades. El recinto tiene salas de reuniones, salas de exposiciones, salas tecnológicas y espacios para empresas.
En el recinto del Canódromo se realizan visitas guiadas en las que se explica la historia del recinto, el proceso de construcción, el valor del conjunto arquitectónico, la distribución de los espacios, los motivos del cierre, la lucha animalista, las reivindicaciones vecinales y su reconversión en el Ateneo de Innovación Digital y Democrática. En sus instalaciones se celebran ahora actividades muy diversas.
SCAPE ROOM Y ESCUELA DE FORMACIÓN
Para este mes de mayo, por ejemplo, está previsto una sesión de escape room: el día 26 se cierran las puertas de 17:00 a 19:00 horas y el curioso tiene 45 minutos para resolver el enigma planteado, descifrar los mensajes y encontrar la solución para salir del recinto. El día 18, se celebra un cursillo de “innovación en participación y democracia” (dentro de la Escuela de Innovación Democrática) que trata de la “introducción panorámica sobre innovación ciudadana, principios y el valor que aporta a la participación ciudadana tradicional”. En la publicidad del acto se dan mensajes tan subliminales como el que se condensa en el eslogan “Prokomuna-Procomún”, de claras connotaciones partidistas hacia los actuales gobernantes del consistorio.
En junio, acogerá el Simposio Internacional de Arte Electrónico (ISEA), “uno de los acontecimientos más destacados en el mundo de la intersección de arte, diseño, ciencia, tecnología y sociedad”. ISEA aterriza en Barcelona después de una década de no pisar suelo europeo. En este simposio se abordarán temas como la tecnología blockchain como reto para las colecciones de arte y arte digital del futuro, la crisis climática y las herramientas para poder gobernar un planeta que se calienta. En el mes de junio se prevé realizar, asimismo, un curso para aprender a programar la propia aplicación web, un taller dirigido especialmente para mujeres y personas del colectivo LGTBI.
EL CANAL SUPREMACISTA DE UN MILLÓN DE AMIGOS
De la mano de la periodista norteamericana Talia Lavin se presenta también una jornada para denunciar “la cultura del odio”, basada en un periplo por la red oscura de la supremacía blanca. La citada periodista, de origen judío, se sumergió en esas profundidades (disfrazándose de nazi), donde se reúnen extremistas, supremacistas blancos y otros personajes que rezuman misoginia, antisemitismo o racismo, que después denunció en su obra La cultura del odio. De hecho, descubrió un canal de Youtube de supremacistas blancos con casi un millón de seguidores dirigido por una niña de 14 años. En la obra relata las tácticas de adoctrinamiento y reclutamiento en estas inquietantes comunidades.
Todas estas actividades dependen de que las instalaciones se encuentren en perfecto estado, lo que los próximos dos años será competencia de Clece, que no sólo deberá realizar los servicios de mantenimiento, sino encargarse de la gestión de residuos y “atender cualquier demanda de asistencia técnica sobre todas las instalaciones y elementos constructivos”. Al contrato de gestión se presentaron cuatro empresas, pero dos de ellas no pasaron un primer corte que evaluaba criterios de juicio de valor en el que se había establecido un criterio mínimo de puntuación. Al final, quedaron sólo dos empresas compitiendo y, aunque la oferta económica de Clece era unos 2.000 euros más cara, en el apartado de criterios de juicios de valor (que queda a criterio de los técnicos municipales) sacó una mayor ventaja a su competidora y se hizo con el contrato.