Los despropósitos de las terrazas de Barcelona: restauradores obligados a pagar precios desorbitados
La instalación de mesas exteriores de bares y restaurantes topa con múltiples trabas en la ciudad
28 enero, 2023 00:00Noticias relacionadas
Las terrazas de los bares de Barcelona traen de cabeza a los restauradores. Comenzaron siendo una suerte de gracia de la alcaldesa, Ada Colau, a los bares para que pudieran recuperarse de la crisis de la pandemia. Pero el Ayuntamiento y especialmente su sección ecológica aprovechó para obligar a poner esas terrazas en plena calzada, combatiendo así a su otro gran enemigo, el coche, al que quiere recortar espacio vital en Barcelona. Pero ahora, tras haber hecho campaña a favor de las terrazas, el Ayuntamiento ha impuesto una normativa que tiene desesperados a los restauradores.
No es ya sólo el hecho de negar los permisos para la gran mayoría de las terrazas, una negativa que muchos restauradores califican de arbitraria. Para empezar, sólo se puede poner determinado mobiliario, que es el aprobado tras un concurso que los responsables municipales se sacaron de la manga. Pero lo malo del caso es que no permiten que nadie monte las terrazas aunque sea con el material homologado, sino que han de hacerlo las empresas que diga el Ayuntamiento.
LIMITACIONES EN LA CONTRATACIÓN
Un restaurador, que pide el anonimato, explica a Metrópoli su experiencia con el caso. “A través del gremio, intentamos gestionar todo el proceso, pero los desplantes del Ayuntamiento eran constantes”. Los responsables municipales establecieron que sólo debía haber 4 modelos de terrazas en la ciudad, dos de hormigón y dos de madera, muy similares entre sí. Hasta ese punto, todo es más o menos normal.
“Pero a la hora de montar la terraza, yo contraté un arquitecto que hizo los planos de la terraza y envié la documentación al Ayuntamiento para pedir el permiso. Todo iba bien. Tenía incluso una empresa para montarla, una empresa que además es muy experta en terrazas y se ha dedicado tradicionalmente a esa labor. Pero poco antes de que el Ayuntamiento diese luz verde, el responsable de la compañía se puso en contacto conmigo y me dijo que renunciaba a ponérmela. "Si te la pongo yo, no te darán permiso. Debes contratar a quien te diga el Ayuntamiento. Y entonces tuve que llamar a una de las empresas que me dijeron”, relata el restaurador citado. El consistorio, además, obliga a que sea un profesional técnico el que tramite la solicitud de instalación, la supervise y emita luego el certificado final de montaje que debe enviarse el Ayuntamiento.
ENCARECIMIENTO DEL PROYECTO
El ciudadano víctima municipal no ve mal que haya una homologación de las terrazas, pero sí que haya la obligatoriedad de contratar a una determinada empresa para instalar las plataformas. “Ya nos hacen comprar un determinado mobiliario. De acuerdo, pero que dejen que sean profesionales que se dedican a eso los que las instalen. Las empresas fabricantes ya han pasado un concurso, pero para la instalación deberíamos tener la libertad de instalar por nuestra cuenta ese mobiliario”. En un libreto que el Ayuntamiento y el Gremio de restauración confeccionaron sobre el mobiliario se detalla también que “aunque el restaurador puede escoger libremente, hay que tener en cuenta que la Ordenanza obliga a que las plataformas contiguas sean de un único modelo” y se recomienda que “las terrazas de un mismo tramo de calle opten por el mismo modelo de plataforma”. Ese punto, sin embargo, afecta sólo a locales ubicados en zonas donde haya una gran concentración de bares.
La consecuencia de esta decisión municipal es el encarecimiento de todo el proceso. “Cada módulo nos cuesta más de 3.500 euros. En cada módulo entra una mesa solamente, por lo que ya de por sí es caro. Pero, además, el 50% del coste de la terraza había que pagarlo cuando se hizo el pedido, mientras que el 50% restante debe pagarse un mes antes de la instalación. Total, que cuando la empresa ya se ha embolsado toda la pasta aún no nos han puesto la terraza”. En otras palabras, por un trozo de madera o de cemento de un metro, aproximadamente, se está pagando unos 3.500 euros, aparte de los impuestos municipales que luego caerán por tener ese espacio extra.
PLAN DE SUBVENCIONES
No obstante, el Ayuntamiento tiene en marcha un plan de subvenciones que recorta en algo los gastos generados: las ayudas son de 3.300 euros para terrazas de dos mesas, de 4.000 euros para terrazas de 3 mesas, de 4.900 euros para terrazas de 4 mesas, de 5.900 euros para cinco mesas y de 6.900 euros para seis mesas o más. Esas subvenciones sólo pueden servir para sufragar gastos de adquisición de las plataformas, los gastos de tramitación, gestoría u honorarios de técnicos y los relacionados con el suministro, transporte y montaje de la plataforma.
Los problemas no se acaban ahí. En las terrazas que suelen ocupar la anchura de un coche, se han de instalar barandillas y jardineras, lo que reduce notablemente el espacio. Así, donde antes cabían cuatro mesas, ahora pueden caber tres solamente, con el agravante de que al ser menos ancha la plataforma debido a las jardineras, una mesa con cuatro sillas difícilmente cabe en la misma y puede invadir la acera. “Es decir, que pagamos por cuatro módulos pero nos caben sólo tres meses y si ponemos cuatro están muy cerca unas de otras”. Es verdad que el espacio que puede absorber de la acera es poco, pero posiblemente otro diseño con las jardineras en diferente disposición o incluso sin ellas, podría haber resuelto la situación más cómodamente.
OTRO PALO PARA EL COCHE
Las nuevas plataformas, por otro lado, tienen prohibido instalar cortavientos y obligan a que haya jardineras homologadas “que protegen del tráfico. Cada plataforma ofrece diferentes opciones de jardinera, que se pueden combinar y personalizar dentro de los límites que establece la Ordenanza. No está permitido instalar jardineras diferentes”.
Los instaladores, por su parte, se desentienden de cualquier otro problema. Uno de los interesados en poner terraza, llamó a una de las empresas homologadas y le manifestó su preocupación por si la acera era demasiado baja. “Si tienes problemas con la acera, llama al Ayuntamiento y diles que te la suban. Nosotros sólo nos dedicamos a instalar las plataformas y no queremos saber nada más”, fue la contestación que recibió. Para mayor abundamiento, los responsables de la compañía no quisieron ni pasar a reconocer el lugar con anterioridad a la instalación, sino que se basaron en los planos facilitados por el restaurador al Ayuntamiento a la hora de hacer la petición de terraza.
Las preocupaciones del sector de la restauración, sin embargo, no hacen mella en el equipo municipal. La formalización de muchas terrazas es redondeada con la eliminación de plazas de aparcamiento de coches -en una ciudad con un gran déficit de plazas- y la creación de más plazas de moto en la calzada. Normalmente, flanqueando las nuevas plataformas se instalan varias plazas de motos a ambos lados de la misma (en las terrazas denominadas en cordón, es decir, las que ocupan un carril que antes se usaba para aparcar. El equipo ecológico municipal no desaprovecha una para arrinconar al coche privado y, consecuentemente, penalizar al ciudadano más vulnerable que no tiene plaza de aparcamiento privada.