Fotomontaje de un hombre con discapacidad y una mujer en la sombra / METRÓPOLI

Fotomontaje de un hombre con discapacidad y una mujer en la sombra / METRÓPOLI

El pulso de la ciudad

Prostitutas "libres" para discapacitados: "Nosotros también necesitamos cariño"

Diversos testimonios explican a Metrópoli sus experiencias con una "prostitución libre"

23 febrero, 2023 00:00

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Sergio solo ha llorado dos veces en toda su vida. La primera fue cuando su amor platónico, que conoció cuando estudiaba derecho en la universidad, lo rechazó. La segunda fue tras una operación que pensó que lo mataría, años después de su primer corazón roto, cuando intentó contarle a su padre que, a veces, iba con un amigo a un sitio "donde hay chicas". Ambos momentos marcaron la vida de Sergio, llena de estigmas y dificultades.

La misma marca pesa sobre Víctor que, como Sergio, decidió hace unos años frecuentar estos sitios de "chicas". Adrià se decantó por lo mismo, aunque él lleva tiempo viéndose con una sola mujer. ¿Qué tienen en común estas historias? Los tres hombres tienen algún tipo de discapacidad que les impide hacer vida normal. Las posibilidades de encontrar una pareja estable o ligar se reducen al máximo, lo que los lleva a buscar compañía e intercambios sexuales con prostitutas.

Un hombre en silla de ruedas dándole la mano a una prostituta / ARCHIVO

Un hombre en silla de ruedas dándole la mano a una prostituta / ARCHIVO

"BAJITO Y MINUSVÁLIDO"

La de Sergio, el primer protagonista de este artículo, es una historia triste. Con tres años le diagnosticaron artritis reumatoide: una enfermedad degenerativa que provoca una pérdida de la movilidad. "Cada vez andas menos", explica él mismo a Metrópoli. "Me recetaron cortisona desde pequeño, lo que ha hecho que el crecimiento se me corte. Mido 1,50 centímetros". Bajito, minusválido y sin recursos. Así se define Sergio, apesadumbrado. Algo que ha condicionado su forma de relacionarse, especialmente con las mujeres. "Siempre que me ha gustado alguien, yo a esa persona no", lamenta el hombre, que presume, en cambio, de haber tenido a lo largo de los años muchas amigas.

El primer rechazo que lo enfrentó a la realidad y lo hizo "renunciar al amor" lo sufrió cursando sus estudios de derecho. "Me gustaba mucho e incluso le escribí una carta", recuerda Sergio. Pero el sentimiento no era mutuo. El chasco fue tan grande que repitió el tercer año de facultad. "El reuma es una enfermedad muy dolorosa, pero el mal de amores lo es más", lamenta. Sergio se graduó con 30 años sin haber tenido ningún tipo de experiencia sexual y fue en este momento cuando comenzó a sentir curiosidad.

PERDER LA VIRGINIDAD

El hombre decidió acudir a un "puticlub" para perder la virginidad. Uno cercano a su casa, ya que a los 30, su estado de salud empeoró: "Andaba 20 minutos y ya estaba muerto. A día de hoy me sigue pasando, estoy muy limitado". La experiencia le abrió todo un abanico de posibilidades: "No era solo ir y tener sexo. Me llevaba muy bien con todas las chicas, comíamos juntos, estaba con ellas... Son personas", aclara Sergio, que insiste en desterrar del imaginario colectivo la imagen de prostíbulo sórdido y oscuro: "La mayoría de chicas con las que he estado son independientes, comparten piso y lo hacen libremente". Son ellas las que "deciden qué hacer y de qué manera, siempre con preservativo". En caso de algún disturbio, "el de seguridad coge, te echa y se ha acabado".

Respecto a las mujeres, muchas sus amigas, el entrevistado asegura que son ellas las que han optado por tomar este camino: "Habían sido camareras, niñeras, limpiadoras... Descubrieron que ganaban más con la prostitución y ahora se dedican a ello. Mantienen a sus familias", explica Sergio, que aboga por su libertad y defiende el trabajo.

"MI PADRE NO SE LO TOMÓ BIEN"

La familia de Sergio no conoce la experiencia de su hijo. Aunque su padre pudo averiguarlo en una ocasión. A Sergio lo ingresaron en el hospital para operarlo de dos hernias discales y aprovechó para contárselo: "Ya sabes, para que no pensase que era virgen o mariquita". La respuesta de su padre, sin embargo, no fue la que él esperaba: "Me dijo que él nunca había recurrido a eso para tener sexo y no le gustó escucharlo". Una impotencia, relata, que lo hizo sentirse incomprendido. "Es muy fácil hablar cuando no tienes una discapacidad". Algo que, asegura, no volverá a contarle nunca a nadie más.

Actualmente, Sergio vive con su madre y cobra una pensión que le sirve para llegar a final de mes. "Intenté opositar hace años, pero, ¿cómo voy a trabajar si hay días en los que no puedo ni salir de casa por el dolor que tengo?". Respecto a la posibilidad de tener una pareja estable, el hombre se muestra escéptico: "No es que lo tenga difícil, es que lo tengo imposible".

Imagen de archivo de una persona en silla de ruedas / ARCHIVO

Imagen de archivo de una persona en silla de ruedas / ARCHIVO

DISTROFIA MUSCULAR

Adrià es un joven de 31 años afincado en Barcelona que vive postrado en una silla de ruedas. Por un tema genético, como él explica, su cuerpo no sabe sintetizar la proteína que necesitan los músculos, lo que afecta a su movilidad y también a algunos órganos vitales. Una distrofia muscular progresiva y degenerativa.

Adrià conoció a través de un amigo a una prostituta con la que lleva viéndose tres años. "Cuando cojo confianza, solo me veo con una persona", asegura, aunque comenzó con 23 años a consumir prostitución. "Estaba en la universidad y veía que lo necesitaba. Era un paso que quería dar".

"CRECIMIENTO PERSONAL"

Adrià no se siente limitado solo por su discapacidad: "A nivel de carácter, no soy muy sociable". Todo junto forman una serie de condicionantes que "imposibilitan" las relaciones humanas. El joven no puede moverse de su silla de ruedas, así que cada vez que tiene una cita, avisa a su asistente personal: "Me prepara y nos dejan un rato solos". Unos encuentros que no solo lo han beneficiado a nivel físico, sino que lo han ayudado a "crecer personalmente": "Antes era mucho más cerrado".

A diferencia de Sergio, Adrià contó con el apoyo de su familia en todo momento: "Le comenté a mi padre que quería estar con una mujer y era como que, de alguna manera, lo estaba esperando. Dio el paso para ayudarme", explica el joven, que no ha acudido jamás a un prostíbulo: "Nuestras citas son siempre en mi casa, lo prefiero así".

Dos personas discapacitadas en una silla de ruedas / TANDEM TEAM

Dos personas discapacitadas en una silla de ruedas / TANDEM TEAM

"TODOS NECESITAMOS CARIÑO"

Víctor no tiene "nada que esconder". Su testimonio no es el de una persona con discapacidad física, pero sufre las mismas limitaciones a la hora de relacionarse con mujeres. El joven padece Trastorno del Espectro Autista (TEA), algo que "iba sorteando bastante bien" hasta el 2013. Ese año, Víctor tuvo un episodio depresivo que lo sumergió en una oscura espiral: "No me veía con fuerzas de tener una relación con una persona porque no tengo nada que ofrecer", explica a este medio.

Con todo, su necesidad de cariño seguía presente, así que acudió a la prostitución. Se metió en un foro de internet y comenzó a buscar chicas interesadas en encontrarse con él. "Buscaba a una chica independiente y que fuera de aquí, española", pero no por una cuestión racista. "Así me aseguro de que lo hace libremente y no la han obligado a venir, engañada, desde otro país", justifica. El precio es algo a lo que también pone mucha atención: "Si es muy barato, me hace desconfiar. Suelo pagar entre 120 y 200 euros".

ENAMORADIZO

En el caso de Víctor, que ha tenido parejas estables, no ha querido repetir con ninguna de las prostitutas con las que ha estado: "No quiero desarrollar sentimientos", zanja. "En general, he tenido buenas experiencias y no solo sexuales. Muchas veces solo hablamos, durante horas", explica el joven. 

Víctor está seguro de que si consiguiese una pareja estable, dejaría a un lado la prostitución, aunque después del episodio depresivo citado, continúa creyendo que no tiene "nada que dar". Sin embargo, cree que todos necesitamos "cariño, un contacto". 

La sexualidad de las personas con discapacidad ha saltado de nuevo a la actualidad tras el rodaje de la película La consagración de la primavera, con Telmo Irureta y en coincidencia con las iniciativas legislativas del gobierno que pretenden castigar penalmente al cosumidor de prostitución. Todos los protagonistas de este artículo coinciden en señalar que consumen una "prostitución libre", que se aleja de la imagen de mujeres explotadas y maltratadas.