Respeto, ‘finezza’, pero atrevimiento, ironía y ganas de desenmascarar a dirigentes, activistas y gentes de todo pelaje que quisieron romper la convivencia con argumentarios falsos y engañosos cuyas primeras víctimas fueron los integrantes de la propia parroquia independentista. El veterano dirigente político, el historiador, el agitador y seguidor siempre de la actualidad política, Joan Ferran Serafini, ha retratado en El brazo friki del procés y del posprocés toda una familia de personajes, que, tomando distancia, sin las pasiones del momento, producen una sensación ambivalente: entre la perplejidad y el enojo. Aparecen “personajillos” como Agustí Colomines, Ferran Mascarell, Pilar Rahola, Quim Torra, Joan Canadell, Santiago Espot o la monja Lucia Caram, entre otros muchos.
Ferran, ex hombre fuerte del PSC de Barcelona, primer secretario de los socialistas catalanes en la capital catalana entre 2001 y 2008, escribe con suma delicadeza, pero sin olvidar su misión. Él mismo explica lo que ha pretendido, al final de su libro: “Que quede claro, en este modesto librito no se cuestiona la libertad de expresión de los reseñados; tan sólo se ironiza acerca de las palabras, los hechos disonantes, y todo lo esperpéntico que son capaces de producir: ¡Los frikis!”.
La Barcelona que se acerca a unas nuevas elecciones municipales, el 28 de mayo, guarda en su memoria las escenas de violencia urbana que se vivieron en octubre de 2019, y, más tarde, en febrero de 2021, --por la sentencia del 1-O, y el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél—, pero ha superado una etapa de parálisis y se prepara para la recuperación plena del turismo y la actividad económica. Lo que plantea Ferran, sin embargo, es tomar la distancia necesaria para poder sacar punta a una serie de personajes que solo ahora pueden provocar la carcajada. Se trata de una pregunta vital y que guarda relación con la posibilidad, ya desde el primer momento, de haber tomado el proceso independentista como una gran farsa. ¿Se podía haber hecho o podía haber sido temerario?
La reflexión de Ferran es dura, y no esconde el tono de advertencia. Utiliza el veterano político de Barcelona el análisis del escritor Jordi Ibáñez Fanés, que reflejó en su libro Infierno, Purgatorio, Paraíso. ¿Qué fue el procés?: “Una invención mezquina y estúpida de un movimiento pretendidamente popular, pero en realidad estaba teledirigido desde el gobierno de la Generalitat, agitado por un anillo de Saturno mediático bien engrasado con subvenciones”. Joan Ferran hace suyo el comentario.
LAS MOSCAS DE LOS ESTABLOS
No había detrás de todo ese movimiento ningún poso intelectual de envergadura: “Personajillos procedentes del viejo comunismo, como Ferran Mascarell –concejal de ERC en el Ayuntamiento--. Vendieron a sus correligionarios la moto de las ‘estructuras de estado’. Sus tesis y propuestas han fracasado estrepitosamente. Los ‘refuerzos’ intelectuales’ del independentismo no han funcionado”, explica Joan Ferran.
El puñal, de terciopelo, pero hiriente, lo exhibe Ferran con muchos de esos “personajillos”. Uno es Lucia Caram, la monja argentina que simpatiza con el independentismo y que “está enamorada de Artur Mas”. Caram se define como una “mosca cojonera”. Y Joan Ferran remacha el clavo: “Lo de esta mujer es de tango porteño. No, mejor dicho, de milonga desafinada, hecha con retazos de amores imposibles y fobia a lo hispano. Ya que hablamos de dípteros, conviene saber que las ‘moscas cojoneras’ de las que tanto habla, también son conocidas popularmente como las moscas de los establos, del estiércol, de las palomas… Incordian y pican. La frikicofia existe, se llama Lucia. ¡Caram-ba!”.
Con entradillas en cada capítulo, a partir de letras de canciones populares, Ferran indica que las cosas han cambiado, que hubo tiempo, --cada uno dirá si fue mejor—en el que había más respeto por la verdad y una cierta decencia a la hora de lanzar mensajes en público. Ferran, que se ha autocalificado a veces de ‘jabalí’, en el sentido de que actuaba como un político duro, que sabía poner en un aprieto al adversario político, precisa el adjetivo con personajes como Mark Serra Parés. Hacer el ‘jabalí’ parte de un comentario de Ortega y Gasset, quien, como diputado en el Congreso, señaló que en las Cortes no se podía hacer “ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí”, en referencia, en este último caso al grupo de diputados de extrema izquierda que siempre estaban dispuestos a hostigar al Gobierno de la República con un lenguaje repleto de demagogia.
En el caso de Mark Serra, que “transitó sin pausa desde ERC hasta el chalet de Carles Puigdemont, tras detenerse en Solidaritat y el PDECat”, se destaca sus invectivas contra Inés Arrimadas, Ciudadanos, pero también contra policías, jueces, agentes de la Guardia Civil y también contra la “okupa botiflera” Ada Colau. Luego se supo que Serra regentaba ilegalmente pisos turísticos en el barrio gótico de Barcelona, y sus supuestos amigos le abandonaron.
Ferran tiene un espacio para Bea Talegón, la que fuera promesa de las juventudes del PSOE, y que, posteriormente, como quien bebe una pócima mágica, acabó siendo una de las referentes del movimiento independentista, gracias a sus diatribas contra el llamado régimen del 78. “Sus detractores dicen que esta señora es una fabricante compulsiva de fake news y bulos”. Y añade, tras un buen repaso dialéctico que, “con un currículum como el referido esta Beatriz, para hallar un Dante que la idolatre, habrá de recurrir a Dante Fachín. No hay otro disponible”, en alusión a otro de los referentes ‘frikis’ del movimiento independentista, también muy presente en los medios de comunicación, y a la Beatriz, claro, de Dante Alighieri.
PROTOTIPO DE LA 'FRIKIDECADENCIA'
Pero, a través de una prosa cuidada, con el adjetivo siempre prudente, pero afilado, siguiendo las enseñanzas de Josep Pla, aunque sin fumar cigarrillos, Joan Ferran va al grano del meollo. Bajo el título de Los batracios y el ‘bella ciao’, el ex duro diputado socialista, hoy articulista y escritor prolífico, además de un lector empedernido de libros de Historia, desgrana a Pilar Rahola.
Y aquí es necesario fijar con sus propias palabras ese análisis, porque con él se entiende todo lo que ha sucedido en Cataluña, y en Barcelona en los últimos años. Con una sensación triste, propia del viejo luchador que comprueba que, a pesar de los avances materiales, la sociedad catalana podía haber dado mucho más de sí en todos estos años de democracia, Ferran señala:
“La Pilar Rahola del último lustro no tiene nada que ver con la concejala de la época maragalliana, ni con la articulista progresista que intentó ser a finales del siglo XX. Es el prototipo de la frikidecadencia, en la que han caído algunos pseudeointelectuales subvencionados desde el secesionismo. A su favor hay que reconocer que el frikismo que gasta esta señora es ocasional, de conveniencia. Culta y leída, sabe administrar su vertiente histriónica con inteligencia, con la dosis suficiente para garantizar las audiencias televisivas que justifican su permanencia en pantalla”.
Lo que muestra Ferran, que denunció la “costra nacionalista” de TV3, con un escándalo tremendo, es la propia decadencia del nacionalismo catalán, que ha cobijado y posibilitado “personajillos” extravagantes, desde el propio Quim Torra, como presidente de la Generalitat, a tertulianos como Pilar Carracelas o Santiago Espot. Todos ellos pasan por las páginas de su libro.