La lucha de los vecinos del Carmel de Barcelona contra la masificación turística ha llegado a un momento crítico. Tras meses de manifestaciones y acciones de distinta índole para combatir la degradación del barrio causada por los miles de turistas que todos días transitan por las antiguas baterías antiaéreas --ahora reconvertidas en miradores-- los vecinos denuncian que el pasado fin de semana no se produjeron los desalojos habituales que se han llevado a cabo estas dos semanas.

Tras meses de lucha incesante, los habitantes de calles como Mühlberg, Gran Vista, Labèrnia y Dr.Bové, entre otras, lograron que se estableciera un dispositivo policial por el que la Guardia Urbana comenzó a regular el tráfico en alguno de los accesos al Turó de la Rovira y equipos de agentes desalojaban los miradores cuando se producían fiestas, botellones o cuando el número de personas era insostenible.

UNA ZONA DEGRADADA

El momento crítico se alcanzó durante la semana santa, cuando los agentes, a diario, desalojaban a más de mil personas que se dispersaban por otros rincones de la montaña en busca de nuevos lugares en los que beber y continuar con las fiestas, dejando tras de sí un reguero de residuos y suciedad cuya limpieza recayó en buena medida sobre los propios vecinos. Por otra parte, tanto el tráfico como el transporte público se han mostrado infernales. Y es que el control de acceso de las oleadas de taxis y VTC que la policía hizo para regular la congestionada circulación de Gran Vista dispersó esa misma afluencia a calles aledañas. Los vecinos del barrio se manifestaban el pasado viernes para protestar por el acceso a los autobuses, que van tan cargados de visitantes que es habitual que no puedan encontrar hueco.

A pesar de lo insostenible de la situación, la llegada del buen tiempo, el paso del pico turístico de la Semana Santa y el atento control policial ha contribuido a reducir la afluencia de turistas a los miradores, que continúan contándose por cientos. No obstante, "hace ya un par de semanas que no se celebran fiestas en los búnkeres", comenta a este medio Fran, vecino de la calle de Marià Labèrnia, que añade que el pasado domingo los turistas no pasaron por su habitual via crucis, sino que pudieron permanecer con libertad cuanto quisieron.

Visitantes en los búnkers del Carmel / ARCHIVO

VIGILANCIA

Preguntados por este medio, fuentes municipales aseguran que el operativo sigue en marcha y no ha habido ningún cambio en los últimos días. Sí detallan, no obstante, que puede los responsables a cargo del operativo no vieran necesidad de proceder a un desalojo --al no haber fiestas, botellones o una masificación que pudiera entrañar un riesgo para los visitantes--.

Por el momento, la crisis de los búnkeres se encuentra en fase crítica. Los anuncios virales en redes sociales como TikTok continúan promocionando las fiestas con Dj y grandes equipos de música y solo la presencia policial ha logrado evitar que en la última quincena se monten multitudinarias jaranas que se prolongan hasta altas horas de la noche, impidiendo el descanso de los vecinos. Ante la incesante publicidad del espacio, se cuestionan por qué no se mantuvo el desalojo y que, cuando preguntaron a agentes, estos respondieron que "no se había dado orden".

La calle de Gran Vista de Barcelona, colapsada por taxis que se dirigen a los búnkeres / CEDIDA

El problema del transporte público, la movilidad y la gran afluencia de visitantes que día a día suben la escalinata rumbo a la cima del monte barcelonés continúa sin solución. El Ayuntamiento lleva tiempo sabiendo de la problemática y trabaja por poner remedio, pero no se estima que llegue a corto plazo. La concejal del distrito, Rosa Alarcón, confía en que un trabajo a largo plazo para cambiar la imagen del área y reconvertirla en un atractivo cultural, junto con el refuerzo policial, la amenaza de sanciones a los organizadores de fiestas, los controles de tráfico y el vallado de la zona arrojen resultados.

En opinión de las fuentes vecinales, sí parece que se están produciendo algunos cambios y esperan abordar la situación también con la concejal de Movilidad, Janet Sanz, y con el concejal de Cultura, Jordi Martí. Mientras tanto, continuarán las protestas de las últimas semanas para reivindicar que los vecinos puedan hacer uso del transporte público en su barrio, algo crucial si se tiene en cuenta la verticalidad del mismo.

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