La lucha del barrio de El Carmel de Barcelona contra la masificación turística de las antiguas baterías antiaéreas del Turó de la Rovira, más conocidas como los búnkeres, lleva ya largo recorrido. La intensiva presencia de jóvenes que acuden al monte a disfrutar ya no solo de las vistas, sino de también de los botellones y fiestas ilegales que allí suelen celebrarse han convertido en misión imposible que los vecinos puedan hacer uso del transporte público y, en varias franjas horarias cada día, de las carreteras de la zona más elevada del barrio por encima del nivel del mar. Es por eso que este viernes han decidido cortar la intersección que separa las calles de Mühlberg con Gran Vista.
"El vecindario tenemos derecho a unos servicios dignos, pensados para los barceloneses y no al servicio del turismo masivo", reza la convocatoria dirigida a los habitantes del barrio, pero también a aquellos solidarizados con la causa. Al mismo tiempo, el cartel pregunta: ¿Cuánto hace que no coges el 24 o el V19 (líneas de buses) sin que estén a reventar de turistas?. Y es que no son pocas las veces que los vecinos han denunciado a Metrópoli que no pueden coger, en un barrio de difícil accesibilidad por su verticalidad, el transporte público para moverse.
Los autobuses están abarrotados de jóvenes que se dirigen a los miradores. Varios vecinos han comentado que, a lo largo de estos últimos años, es habitual que tengan que dejar pasar varios buses porque los primeros están abarrotados. Al mismo tiempo, transitar por el barrio en vehículo privado no es una opción, pues calles como Marià Labèrnia, Labèrnia, Mühlberg, Gran Vista y Dr. Bové, entre otras, se llenan de taxis y VTC, colapsando las carreteras.
ALIADOS EXTERNOS
Las fuentes consultadas aseguran a este digital que han pedido ayuda a otras asociaciones vecinales de barrios vecinos como Vallcarca o La Salud, barrios que libran su propia batalla contra las oleadas de visitantes internacionales que, en ambos casos, se dirigen al vecino Turó del Carmel, que acoge el Park Güell. Esperan que, sumando protestantes, puedan añadir presión a un Ayuntamiento que, si bien está intentando implementar soluciones a la problemática, por el momento estas se han mostrado ineficaces.