¿Quiénes son las Brigadas Blanquiazules y La Curva, los ultras del RCD Espanyol?

Los ultras del RCD Espanyol han protagonizado una de las imágenes más lamentables de LaLiga Santander 2022/23. Los radicales pericos han invadido el césped del RCDE Stadium para perseguir a los jugadores del FC Barcelona, que celebraban el triunfo y el título de liga en el centro del campo. 

¿Quiénes son los ultras del Espanyol que han protagonizado estos incidentes? El club perico cuenta desde hace décadas con las Brigadas Blanquiazules, peligrosos radicales de extrema derecha. Se fundó en 1985, y a día de hoy su presencia en el campo es residual. Su máximo enemigo ultra son los Boixos Nois, los radicales del Barça, con quienes han tenido peleas sangrientas. Una de ellas acabó con la muerte de uno de los miembros de las Brigadas Blanquiazules, el aficionado francés Frederic Rouquier, asesinado por los Boixos Nois a puñaladas en las cercanías del antiguo estadio de Sarrià. En cambio, están hermanados con los Ultras Sur, los hooligans del Real Madrid.

La Curva, en el punto de mira

Apenas quedan miembros de las Brigadas Blanquiazules en el campo de Cornellà. Fuentes cercanas al club perico explican a este medio que los protagonistas de la invasión del RCDE Stadium han sido aficionados de todo tipo, sobre todo miembros de La Curva RCDE (antes conocida como Curva Jove).

Miembros de La Curva del Espanyol durante el desplazamiento a Girona

Sus integrantes son barceloneses jóvenes, muchos de ellos de la zona alta de la ciudad. No tienen una ideología tan marcada como otros ultras, ya sean las Brigadas Blanquiazules o los propios Boixos Nois. Se sitúan en el conocido como gol de Cornellà, donde se ha iniciado la invasión de campo. Entre esta grada de animación se encuentran antiguos miembros de Brigadas Blanquiazules, algunos con estética skin y otros casual. Pero predominan personas jóvenes sin una adscripción ideológica clara, aunque simpatizantes (en su mayoría) de una ideología cuanto menos conservadora. 

Es habitual ver en el gol Cornellà banderas de España y pocas senyeras, que sí están visibles en otras zonas del RCDE Stadium. Sin embargo, la simbología abiertamente fascista, que sí se veía en los finales de los 80 y principios de los 90 en el estadio de Sarrià, en la zona de las Brigadas Blanquiazules, ha desaparecido. 

La invasión de campo

Este domingo, al finalizar el partido, la plantilla del Barça quiso festejar el título sobre el césped, como es tradición en cualquier estadio. A grito de "¡campeones, campeones!" formaron un corro en el centro del campo, donde se les unió el equipo técnico. En cambio, su entrenador, Xavi Hernández, buen conocedor de la rivalidad existente entre ambos equipos, les pedía desde la banda que abandonaran el campo y entraran a celebrarlo al vestuario. Y es que el gesto de los jugadores culés se estaba interpretando como una provocación por parte de la afición perica.



Los futbolistas azulgranas, ajenos a la crispación que su festejo generaba en la afición del Espanyol, siguieron sobre el terreno de juego. Hasta que ultras blanquiazules empezaron a saltar al campo y se inició una lluvia de objetos que obligó a intervenir a los Mossos d'Esquadra y a la seguridad privada del estadio para garantizar que los jugadores del Barça pudieran entrar en el túnel de vestuarios. Algunos radicales trataban incluso de acceder a los vestuarios, aunque agentes antidisturbios de la policía catalana lo impidieron.

La invasión de campo se realizó al grito de "A por ellos", directamente persiguiendo a los jugadores del Barça. Más tarde, se produjo una segunda invasión, un poco más numerosa, cuando los futbolistas culés ya estaban fuera del césped. En ese caso, los radicales pericos dirigieron su furia contra la directiva del RCD Espanyol al grito de "dimisión".

En las imágenes captadas por las cámaras de televisión se puede apreciar la apariencia de algunos de los protagonistas de la invasión del terreno de juego. Predominan los chicos jóvenes, algunos bien vestidos, de clase alta, y otros con una estética más ultra, equipados con pasamontañas o cualquier prenda que evite el reconocimiento de su rostro.