No es ninguna novedad que el metro de Barcelona presenta una flagrante carencia en materia de seguridad. Una búsqueda rápida revelará a cualquier interesado la infinidad de sucesos que tienen lugar en el suburbano barcelonés, un lugar en el que la delincuencia, la violencia, el consumo de drogas e incluso la práctica de sexo en sus andenes y vagones se ha convertido en el pan de cada día. En las últimas semanas, el incivismo ha crecido de manera exponencial. Largas son también las reclamaciones de los servicios de seguridad privada, que no dan abasto para controlar todo lo que ocurre en el principal transporte público de la capital catalana.
En los últimos días, se ha viralizado un metraje, sin ir más lejos, en el que un hombre esnifa lo que parece ser cocaína dentro de un vagón, en medio de un trayecto, ante la atónita mirada del resto de pasajeros. El hombre estalla en gritos contra algunos de los usuarios e incluso advierte: "a uno de seguridad lo he dejado inválido". En ese mismo vídeo puede apreciarse como los viajeros hacen por apartarse de él y mantener la distancia con una mezcla entre miedo y rechazo.
VIOLENCIA
En el terreno de las agresiones, el pasado 10 de junio ha saltado a la palestra una paliza que un hombre le propina a una persona trans dentro de uno de los vagones. La polémica ha saltado por la brutalidad de la pelea, pero también porque el agresor ha interpuesto una denuncia, argumentando legítima defensa y asegurando que fue la persona trans quien le agredió en primera instancia. Usuarios en Twitter se han volcado a recriminarle la cantidad de contenido tránsfobo que este había compartido en redes. La investigación de los hechos sigue en marcha.
No es la única reyerta. A lo largo de los últimos meses se han sucedido varias agresiones homófobas en el transporte suburbano. En otras ocasiones, los vigilantes de seguridad terminan siendo el objetivo de las personas violentas. Este ha sido el motivo de numerosos comunicados de rechazo por parte de los sindicatos que representan a los trabajadores que actúan en toda la infraestructura.
ROBOS
Otra de las grandes problemáticas son los robos. No hay jornada en la que algún ciudadano sea víctima de un hurto o atraco en las estaciones de toda la red metropolitana de transporte. Si bien en la mayoría de casos se llevan a cabo mediante el hurto o tirones rápidos, sí se dan también casos de asaltos que terminan con una paliza a las víctimas e incluso apuñalamientos. A este tipo de delitos le siguen el vandalismo, con grafiteros que pintan el exterior de los vagones saltando a las vías.
En el último año, un grupo de personas se han organizado para combatir la problemática de los hurtos y la presencia de carteristas. Se trata de Patrulla Ciudadana, una organización muy activa en redes sociales que vigila el metro pese a no tener competencias reales para ello. En su labor, persiguen a los delincuentes y los señalan hasta hacerles huir o alertar al resto de viajeros y vigilantes.
SEXO
A veces, el metro da un paso más allá hacia el surrealismo y se viven episodios como el ocurrido a principios de junio. En la estación de Trinitat Nova, los vigilantes de seguridad recibieron el aviso de que una mujer estaba practicando una felación a un hombre en silla de ruedas. Al llegar al lugar, ambos se negaron a identificarse, por lo que finalmente tuvieron que intervenir los Mossos d'Esquadra. A la pareja se le sancionó por la práctica sexual, por no tener billete y por haber fumado en el interior del metro.
Contactados por Metrópoli, el sindicato ADN de seguridad asegura que en las últimas semanas se está viviendo un aumento de la delincuencia en el transporte público. Se trata, no obstante, de una subida "estacional", muy habitual de los meses de verano y alguno de los previos. El sindicato añade que la problemática, "que siempre ha estado ahí", es ahora más visible gracias a que todo el mundo lleva teléfonos con cámara y publican el contenido en redes sociales. Dicho contenido suele viralizarse rápidamente, ya sea por lo insólito o por lo brutal de los hechos.
FALTA DE PERSONAL
No obstante, el mantenimiento de la seguridad va ligado también a una falta de efectivos y, aquí, el sindicato ha sido claro: "Faltan vigilantes de seguridad en el metro de Barcelona". TMB "no está aumentando la plantilla (...) y los vigilantes no llegan a todo". Prueba de ello es que, pese a que tendrían que patrullar en parejas, no es raro ver a vigilantes haciendo ruta solos.
Así las cosas, desde la seguridad del metro esperan, de nuevo, un verano caliente en el que se incrementen exponencialmente los hechos delictivos, aumentando así la inseguridad en un transporte público que utilizan cientos de miles de personas cada día.