El presidente del Gremi d'Hotels de Barcelona, Jordi Clos, ha pedido al alcalde Jaume Collboni que permita la apertura en el centro de la ciudad de establecimientos muy especiales y singulares, con pocas habitaciones, considerados como "hoteles joya" que atraigan al turismo de calidad.

El colectivo ha puesto como ejemplo la posibilidad de abrir palacios del Raval o del Gòtic, "auténticas joyas del siglo XVII que están abandonadas", donde se puede hacer un hotel de unas 20 habitaciones, "lo que resultaría muy atractivo para un determinado tipo de turismo". "No hablamos de hacer hoteles de 400 habitaciones en el centro de Barcelona", ha insistido en una entrevista para Efe.

VALORAR EL TURISMO

Clos también ha reclamado a Collboni que ponga en valor la actividad turística, que aporta entre un 13 y un 14% del PIB de la ciudad y que, en los últimos años, ha estado "penalizada". El presidente del Gremi ha afirmado que una actividad que genera esa riqueza en una ciudad provoca un movimiento de personas, como "pasa en todas partes", pero la alternativa al turismo es tener una ciudad "inactiva y apática".

Además, ha reconocido que la relación con Collboni es "muy estrecha" porque el nuevo alcalde ha sido el responsable del área de turismo del anterior gobierno municipal. "Tiene un conocimiento total sobre el turismo de la ciudad y creo que coincide bastante con nuestro criterio", por lo que ha mostrado su esperanza de que "mejoren las cosas" en este sentido.

BUENA OCUPACIÓN A PRECIOS ALTOS

Clos ha destacado la buena marcha del turismo en Barcelona, donde la ocupación entre enero y mayo fue del 78,9%, solo medio punto menos que en 2019. Sin embargo, el precio de los hoteles durante ese periodo se ha disparado un 24% con respecto a 2019, para situarse en 162 euros de media por noche.

El presidente de la asociación ha notado un cambio de perfil en los clientes, ya que muchos de ellos que vienen atraídos por eventos musicales, acontecimientos deportivos, como la Fórmula 1, o congresos que se celebran en la ciudad.

Ello ha contribuido a atraer a un turista con más poder adquisitivo, lo que no solo se nota en los hoteles, sino "también en las compras o en la restauración".

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