Buenas previsiones para el Port de Barcelona, malas para los ecologistas. El anuncio realizado hace escasos días por la institución, que explicaba que recuperarán el concurso para adjudicar la séptima terminal no ha sentado bien a los activistas. Según ha explicado a Metrópoli la asociación Ecologistes en Acció, el proyecto de ampliación desembocará en una mayor afluencia de barcos atracados.

La infraestructura barcelonesa acaba de sacar a concurso la adjudicación de la que será la Terminal G, pero ya hay otra que está en fase de construcción, por lo que en total serán dos terminales nuevas. Ambas, apuntan las fuentes consultadas, servirán para "el desembarco de megacruceros". A cambio, señalan, se suprimirán tres de las terminales más pequeñas que están en funcionamiento. No obstante, habrá todavía "más cruceros grandes que, además, son más contaminantes".

MÁS CRUCEROS

En esta misma línea, las terminales 6 y 7 "tendrán más espacio para acoger a más navíos" con respecto a la capacidad que presentan las tres terminales que se suprimirán. La asociación, a través de la plataforma STOP Creuers, defiende que los cruceros representan los niveles más elevados de contaminación en la capital catalana. La actividad relacionada con el transporte marítimo en el puerto emite 5,3 millones de toneladas de gases contaminantes al año. De estas cinco millones de toneladas que corresponden al transporte marítimo, el 43% son de mercaderías, mientras que el 57% es de transporte de pasajeros. Tambiénsegún un estudio de Transport and Environment, el 10% de las emisiones de óxido de nitrógeno están directamente relacionados con el puerto.

Hasta el momento, han mostrado su interés dos empresas: por una parte, Catalonia Cruise Terminal C, S.L., perteneciente al grupo Royal Caribbean; y de la otra, una iniciativa conjunta de las navieras Norwegian Cruise Line, Viking Ocean Cruises y Virgin Cruises.

CRÍTICAS AL AYUNTAMIENTO

"¿Qué sentido tendría poder llegar a disponer de 7 megaterminales para cruceros?", se preguntan. Los ecologistas lo ven claro: hay una intención de, por un lado, disminuir el tráfico de navíos que hacen escala en Barcelona a cambio de potenciar el número de barcos que tienen su origen o destino en la capital catalana. Señalan que el Ayuntamiento está dando un cambio de rumbo, ahora que la alcaldía la ostenta el socialista Jaume Collboni, a un modelo que potencie el sector y que, además, atraiga a un turismo que "deje más dinero en la ciudad".

Un crucero en el Port de Barcelona / EUROPA PRESS

"Dos nuevas terminales chocan de frente con las diferentes leyes de cambio climático internacionales, estatales y autonómicas, así como con la última sentencia del TJUE sobre la calidad del aire de Barcelona. Solo durante la fase de construcción ya se genera una gran cantidad de gases de efecto invernadero que se podrían ahorrar. Barcelona ya es la ciudad de Europa más afectada por la contaminación de cruceros", critican.

MEDIDAS MEDIOAMBIENTALES

Preguntados por este medio, desde el Port aseguran que la nueva terminal G "tendrá una superficie de concesión superior a los 54.000 metros cuadrados y una línea de muelle de 450 metros, unas dimensiones que la hacen apta para recibir cruceros de hasta 400 metros de eslora". En el plano medioambiental, las adjudicatarias tendrán que incorporar medidas que contemplen la movilidad sostenible. La zona de desembarque, situada en la zona más alejada de la infraestructura, tendrá que prever un transporte basado en el consumo de energías renovables, como autobuses eléctricos que conecten con la estación de Sants o el aeropuerto de El Prat. Al respecto, los ecologistas estiman que se producirá un colapso de la movilidad en la zona por la cantidad de autobuses que se tendrán que fletar.

Manifestantes en La Rambla contra el turismo de cruceros y aviones / PB

"En el mismo sentido, todos los barcos construidos posteriormente al 2010 tendrán que conectarse a la red eléctrica una vez estén atracados mediante los sistemas OPS (onshore power supply) que se instalarán en todo el muelle Adossat. Y los barcos que atraquen en este muelle podrán proveerse de gas natural licuado (GNL), reza el comunicado de la institución. Respecto a la conexión aeroportuaria también se han pronunciado los activistas, y es que hay muchos cruceristas que llegan a la ciudad a través del aeropuerto y embarcan en un crucero por el Mediterráneo --o viceversa--. Ello contribuirá a una mayor contaminación aérea.

CRECIMIENTO

La polémica generada por el papel de los cruceros en Barcelona lleva años sobre la mesa. Durante los ocho años de gobierno de la ya exalcaldesa, Ada Colau, el Ayuntamiento se posicionó a favor de regular la entrada de esta clase de navíos para contener o dosificar la llegada de turistas a la ciudad. Sin embargo, la gestión de la infraestructura está compartida entre el consistorio, La Generalitat y el Gobierno.

Con todo, a pesar de las propuestas de los comunes para reducir el número de pasajeros por barco y el número de cruceros que podían estacionar en la ciudad, la presencia de navíos no ha dejado de incrementarse de forma regular durante la última década con la excepción de los años marcados por la pandemia.

REACTIVACIÓN

El sector de los crucerístico sufrió un duro revés debido a las restricciones a la movilidad por el covid-19. Su recuperación ha sido, no obstante, relativamente rápida si se compara con otros sectores. Durante el primer trimestre de 2023 han llegado a Barcelona 149 cruceros. Se trata de una cifra condicionada por la temporada baja, pues la cantidad de navíos turísticos que llegan a la capital catalana se dispara entre mayo y octubre. Así las cosas, las previsiones del Port es que a lo largo de 2023 atracarán en los muelles de Barcelona unos 887 cruceros, una cifra que supera con creces los 800 de 2019.

Un crucero amarra en la ciudad a través del Port de Barcelona / COSTA CRUCEROS

Sin embargo, el pico de pasajeros se alcanzó en 2019, cuando un total de 3,14 millones de turistas desembarcaron en la ciudad y se redistribuyeron, sobre todo, por el centro de la ciudad. Aquí surge otra problemática, pues la urbe no absorbe de forma equitativa y distribuye a su turismo, sino que gran parte del mismo transita por los distritos céntricos, como el Eixample y Ciutat Vella. Los ecologistas aseguran que el turismo de cruceros no es "igualitario". Según STOP Creuers, la riqueza que generan los cruceristas va dirigida a zonas más exclusivas o a las zonas más comerciales de la ciudad, como pueden ser el paseo de Gràcia o el Portal de l'Àngel. Para los ecologistas, este factor genera "desigualdad económica" porque el impacto solo se percibe en una zona muy focalizada de la ciudad.

Por el momento, los activistas no han programado ningún tipo de protesta o manifestación. Sí permanecerán, por otro lado, en guardia y "seguirán muy de cerca todo el proceso", preparados para tomar medidas legales si fuera necesario y seguirán haciendo acciones de denuncia en las calles.

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