La guerra contra los cruceros continúa abierta. A las críticas del gobierno de Ada Colau sobre este sector turístico, se suman ahora las consideraciones de los propios cruceristas y barceloneses, que opinan que Barcelona está masificada. Los resultados de una investigación liderada por la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona (URV) aseguran que la población destaca "la concentración de visitantes alrededor de las zonas turísticas" y que esto "afecta a sus desplazamientos cotidianos".

Según el estudio, aunque un 90% del turismo de crucero entrevistado define como agradable su experiencia, más de la mitad (53%) destaca haberse encontrado demasiadas personas a la hora de disfrutar de los lugares visitados. El problema de la masificación también se menciona en las respuestas de los propios barceloneses: un 36,2% afirma que la movilidad en el espacio público se ve condicionada por la actividad turística, que también afecta a la sensación de confort sobre el servicio de transporte público (28,5%) y la puntualidad de estos medios (25,6%). 

ZONAS MÁS VISITADAS

Las respuestas de los cruceristas han permitido constatar que la concentración de turistas es muy alta en determinados puntos de la ciudad, sobre todo en Ciutat Vella. Los pasajeros se concentran en las inmediaciones de las Ramblas (96,7%), la plaza de Catalunya y el paseo de Gràcia (73%) y también en la Sagrada Familia (63,1%). De todos los turistas de crucero entrevistados, la mitad ya habían visitado Barcelona anteriormente y, de estos, un 78% repite también la misma ruta. 

Manifestantes en La Rambla contra el turismo de cruceros y aviones / PB

MÁS PROBLEMAS EN MOVILIDAD

La investigación pone de manifiesto que la presencia de turistas genera insatisfacción a un 23% de los barceloneses a la hora de moverse por la ciudad. También los condiciona en el momento de elegir qué medio transporte usar e incluso han dejado de visitar espacios específicos de la ciudad a causa del turismo. "La falta de zonas de encuentro, recreo o ocio infantil es uno de los elementos centrales de las entrevistas a madres y padres, que también alertan de los riesgos que provocan los desechos derivados del ocio nocturno, especialmente cristales y restos de botellones", explica el investigador de la URV, Aaron Gutiérrez.

El equipo investigador destaca que los patrones de movilidad turística más sostenibles en la ciudad --a pie o en transporte público-- son los que concentran la mayoría de los desplazamientos. Incluso los visitantes de fuera del área metropolitana de Barcelona que pasan un día en la ciudad llegan mayoritariamente en tren y quienes lo hacen en coche a menudo lo dejan aparcado en un punto y continúan la visita en transporte público. En este sentido, un 95% de los visitantes alegan que es fácil desplazarse por la ciudad y que el transporte público ha aportado soluciones eficientes a sus movimientos.

Preguntados por las políticas de restricción de acceso a los vehículos más contaminantes, los visitantes de fuera de Barcelona que acuden a pasar el día se muestran favorables, seguidos de la creación de carriles bici prioritarios Bus-Vao y la reducción de espacio de circulación y aparcamientos en superficie a favor del espacio peatonal. Por el contrario, la creación de un peaje de entrada a Barcelona para mejorar su transporte público no recibe el mismo apoyo, con más del 55% de las respuestas negativas.

SENSACIÓN DE DESARRAIGO

Los resultados del estudio advierten que los efectos de la masificación también conllevan una pérdida de sentimiento de pertenencia del lugar en el que viven. Esta sensación de desarraigo se acentúa en las personas mayores, más sensibles a los cambios que se han producido en los últimos 20 años. "Buena parte de estos cambios ya no se perciben como un hecho excepcional de la temporada de verano, sino que la problemática se ha hecho crónica todo el año, especialmente en el barrio del Gòtic y Sagrada Família", añade Gutiérrez.

ESTUDIO

Los datos obtenidos del estudio de la URV se basan en las respuestas de cerca de 4.000 encuestas que se han hecho a varios colectivos: turistas que pernoctan en Barcelona, otros que van a pasar el día, personas que aprovechan una visita a la ciudad para hacer turismo y también cruceristas, a los que además se les puso un dispositivo de geolocalización para monitorear todos sus movimientos. En el marco de este estudio también se han realizado 2.000 encuestas y se ha entrevistado en profundidad una muestra de población residente para evaluar en qué grado su movilidad cotidiana está condicionada debido a toda esta actividad turística y si afecta a —y cómo lo hace— su calidad de vida.

El proyecto lo han financiado el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación La Caixa en el marco del plan Barcelona Ciència 2020-2023, y han colaborado investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal), la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), la Ostelea Tourism Management School y el CoE Innovación Turística del Eurecat.

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