Barcelona tiene cada vez menos ocio nocturno. En un tiempo no muy lejano, la capital catalana jugaba en primera división y ofrecía un sinfín de discotecas y bares musicales que se repartían por toda la ciudad. Pero ahora ya no es lo que era. Barcelona ha perdido, a lo largo de los últimos 20 años, un total de 125 licencias de ocio que no se han repuesto. Si a esto se le añade la crisis por el coronavirus, que mantuvo cerrados los locales, y que hace casi una década que no se otorgan nuevas licencias, el sector está abocado a "desaparecer" del mapa en unos años.
La lista de discotecas que han cerrado y que marcaron varias generaciones de jóvenes barceloneses es muy larga. Las más sonadas --y que muchos hoy en día todavía recuerdan-- son Up&Down (Numància), Arena (Gran Via), Apocalypse (Lepant), Studio 54 (Paral·lel), Sala Barçalles (Mallorca), Extravaganxa (Balmes), Trauma, Sala Metro, Black Velvet, Aire, Sotavento, sala Merlin, entre muchos más ejemplos.
Desde el Gremio de Empresarios de Discotecas de Barcelona y provincia (GEDBP) consideran que actualmente Barcelona está "descompensada". "Hay muchos locales de primera hora y pocos de segunda hora", asegura a Metrópoli Ramón Mas, secretario general. Las patronales critican la "persecución" al ocio nocturno, un hecho que queda en evidencia después de que "en más de diez años no se hayan concedido licencias", además de cerrar, al menos, 125 establecimientos. A su juicio, dejan a los jóvenes sin los suficientes espacios de diversión. No obstante, el Ayuntamiento desmiente la cifra aportada por el sector. Según han informado fuentes del consistorio a este medio, "no es cierto que haga una década que no se otorgan licencias, ya que se han dado algunas los últimos años". Preguntados por dichas licencias, Metrópoli no ha obtenido respuesta.
LIMITACIÓN POR LOS PLANES DE USO
Uno de los principales inconvenientes con los que se encuentra el sector para abrir nuevos locales son los famosos Plan de Usos, una de las medidas 'estrella' del anterior gobierno de Ada Colau. Muchas zonas de Barcelona requieren de una regulación que asegure una actividad equilibrada por ser zonas especialmente tensionadas. Según el Ayuntamiento, un plan de usos no debería ser un instrumento para prohibir o eliminar actividades legales, aunque desde las patronales del ocio nocturno no lo ven tan claro. Para Joaquim Boadas, secretario general de FECASARM y SPAIN NIGHTLIFE, el ocio nocturno sufre este problema directamente.
CONSEGUIR UNA LICENCIA, MISIÓN IMPOSIBLE
Para Boadas, los plan de usos son "una serie de medidas a nivel urbanístico que sólo hacen que cada vez sea más complicado abrir un local". Actualmente, lograr una licencia nueva de discoteca es difícil porque el dueño se enfrenta a condiciones "imposibles de cumplir", como son mantener una cierta distancia con centros escolares o bloques de vecinos, en muchos casos construidos después del local. Además, los permisos vigentes se pueden perder con mayor facilidad. Según explica a este digital Ramón Mas, se puede perder la licencia por dos vías: la activa y la pasiva. En la primera, el Ayuntamiento puede revocar la licencia si el local acumula denuncias o expedientes por incumplir la normativa, algo comprensible. Sin embargo, Mas critica que la vía pasiva es más injusta, ya que si en dos años no se produce un relevo de actividad, la licencia simplemente se extingue y habría que tramitar una nueva en caso de querer instalarse en el mismo punto un negocio del mismo tipo. Además, las licencias "no se pueden traspasar", detalla Mas, por lo que cuando un local adquiere una pero termina cerrando o se traslada, la licencia "se pierde".
Desde el Gremio de Discotecas aseguran que no están en contra del plan de usos, pero que debería regularse para ser más flexible. "Es una herramienta para supervisar el uso que se le da a una zona. Está bien controlar si en un barrio hay demasiados locales o discotecas, pero si en unos años estos locales casi desaparecen, no tiene ningún sentido continuar prorrogando las prohibiciones". Para Mas, el Ayuntamiento debería regular los planes de uso: "Si antes en una zona había 25 bares musicales y con la nueva normativa se han reducido a cinco, se podría abrir un poco el grifo".
TENSIÓN CON LOS VECINOS
El número de discotecas y locales de ocio nocturno en Barcelona ha disminuido de forma exponencial en los últimos 15 años. Según el Ayuntamiento, la ciudad ha pasado de más de 150 a menos de 40, lo que puede parecer fantástico para los vecinos molestos con los ruidos, pero alerta a otros acerca de lo que supone el desplazamiento de la actividad nocturna al espacio público y en condiciones mucho menos preparadas para acogerla. En este sentido, tanto Boadas como Mas coinciden en que el hecho de cerrar discotecas es un "tiro en el pie". "Siempre se celebra cada vez que se cierra un local, pero no se piensa en que si hay menos oferta legal, más actividades ilegales habrá", asegura Boadas. El resultado es que Barcelona ha perdido mucha oferta y, en contraposición, han aumentado de los botellones.
Desde las patronales del ocio nocturno comprenden que es necesario respetar el descanso de los vecinos. No obstante, lamentan que se criminalice su actividad y que el consistorio sólo escuche una versión. "En ocasiones, las discotecas estaban mucho antes que los vecinos, por lo que se deben de aclimatar a la situación", señala Mas a este medio. Tanto los empresarios como los vecinos han mantenido reuniones para tratar de solucionar la problemática o, por lo menos, llegar a un acuerdo. Sin embargo, Mas lamenta que hay federaciones de vecinos que apuestan por el 'no' a todo y con los que es imposible entenderse.
EPICENTRO DEL OCIO NOCTURNO
La dificultad para abrir nuevos locales en Barcelona debido a las exigencias en la normativa urbanística provoca que las discotecas se concentren en zonas concretas de la ciudad. La más conflictiva es el llamado Triángulo Golfo, en el Poblenou. El barrio se ha convertido en el epicentro de fiestas y borracheras. Tal y como ha informado en varias ocasiones Metrópoli, en la zona se acumulan bares, salas de conciertos y discotecas que hacen la "vida imposible" a los vecinos.
Otra de las zonas problemáticas es el Front Marítim, donde se concentran congregadas varias discotecas como Shoko, Carpe Diem o Opium. El anterior gobierno de Colau quiso tirar adelante un cambio de usos que planteaba la ampliación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Una pugna contra las discotecas de primera línea de mar que empezó en 2019, cuando los comunes intentaron cambiar los usos de la zona para obligar a la clausura de los locales en cuanto venciera su licencia.
En este caso, los vecinos de la Barcelonta se posicionaron a favor del plan de usos, aunque aseguraron que mientras no se definía dicho plan no era conveniente tener los locales vacíos porque atraería al ocio descontrolado, tal y como llevan advirtiendo desde las patronales. Tras varios años de resistencia, las discotecas del Front Marítim continuarán donde están después de que el pasado 7 de julio, el nuevo gobierno socialista de Jaume Collboni haya enterrado el plan de los comunes al considerar que "faltan discotecas" para cubrir la demanda de ocio nocturno en Barcelona.
PETICIONES
Desde las patronales del ocio nocturno, Boadas y Mas coinciden en que es necesario un plan de ocio global a largo plazo. "Es necesario que tanto el Ayuntamiento como la Generalitat entiendan la necesidad de los usos recreativos, que son importantes para las ciudades y su economía", señala Mas. También mandan deberes a Collboni, al que piden "mayor sensibilidad" con el sector. "En Barcelona tenemos que convivir todos, y no es justo que unos se impongan sobre otros", concluye el secretario general del Gremio de Discotecas.
Según informan fuentes del Ayuntamiento a este digital, una de sus prioridades ha sido "proteger el día a día y el descanso de los vecinos y vecinas ante la concentración y saturación de establecimientos de este tipo". Para evitarlo, el consistorio barcelonés recuerda que ha elaborado planes de usos en determinados ámbitos de la ciudad "que establecen limitaciones y regulan la implantación de las actividades musicales y de ocio nocturno". En los ámbitos de la ciudad donde no existen limitaciones para este tipo de actividades, "se pueden implantar siempre y cuando dispongan de las licencias pertinentes y cumplan con los requerimientos necesarios en cuanto a aspectos como la insonorización de los espacios".
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