El pánico provocado por la crisis del fentanilo llega a Barcelona. A lo largo de los últimos meses, son cada vez mayores los comentarios en redes sociales y a pie de calle que advierten de los peligros del consumo recreativo de este opiáceo, muy popularizado por su bajo precio y sus efectos en Estados Unidos y que está causando estragos entre las clases bajas de grandes ciudades como Filadelfia, en el estado de Pensilvania.
No es difícil encontrar por redes numerosos metrajes donde jóvenes y mayores, en su mayoría sintecho y personas afectadas por la salvaje desigualdad del país americano, deambulan como zombis por la calle en extrañas y contorsionadas posturas. Este escenario se teme que se reproduzca en la capital catalana pero, ¿qué hay de real en ello? ¿Está justificado este temor?
DATOS OFICIALES
Según los datos más recientes aportados por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya a Metrópoli, el consumo de fentanilo en la ciudad existe desde hace años, pero es meramente anecdótico. Solo el 0,7% de los catalanes entre 15 y 64 años ha consumido fentanilo alguna vez en su vida (0,8% hombres y 0,6% mujeres), lo que la sitúa como una sustancia muy poco utilizada en el país.
DEPRESIÓN RESPIRATORIA
Lo que sí ha aumentado es el inicio de tratamiento de personas consumidoras, que ha pasado de tres pacientes en 2017 a 40 en 2021. También se ha incrementado la venta en farmacias (bajo prescripción), una tendencia al alza que en los últimos años se ha estabilizado, pasando de 1,88 personas por cada 1.000 habitantes registrados en el sistema sanitario catalán en 2013 a 2,79 en 2022.
Y es que no se puede obviar que se trata de un medicamento legal, que se utiliza en centros sanitarios en toda España. Por supuesto, el escenario del consumo recreativo como droga y la administración bajo supervisión médica como tratamiento analgésico es radicalmente distinto, según explica a este digital el director estatal de Energy Control, Claudio Vidal. El peligro de esta sustancia, similar a la morfina pero mucho más potente, radica en que una sobredosis puede derivar rápidamente en una depresión respiratoria y, esta, en la muerte.
SIN RASTRO
Sin embargo, el director de esta iniciativa, vinculada a la ONG Associació Benestar i Desenvolupament (ABD) comenta a este medio que no hay datos que apoyen la tesis de que se está detectando un auge en el consumo ni en Barcelona ni en toda España. "No encontramos personas adictas que hayan cambiado al fentanilo, ni presencia de la droga como corte o adulterante", explica. "Sí hay un ligero aumento de su uso farmacéutico, pero eso no implica que haya un problema de drogodependencias. Ni hay un aumento de las sobredosis por opiáceos en general ni fentanilo en particular ni se ha registrado un aumento de la mortalidad", detalla.
Acerca de su expansión por ciudades como Barcelona, asegura que, a diferencia de en Estados Unidos, no hay organizaciones criminales que se hayan hecho cargo de la producción. "Todos los datos nos indican que no podemos hablar de que el fentanilo esté llegando a España", afirma.
AMENAZA REAL
Sin embargo, el hipotético desembarco del fentanilo ha encendido todas las alarmas a nivel europeo. En este sentido, existen protocolos de actuación pensados para combatir la llegada de esta droga al país si se produjera. El presidente de la iniciativa asegura que se trata de un plan en el que están involucradas todas las administraciones, desde ayuntamientos como el de Barcelona, hasta instituciones europeas, pasando por la Generalitat y el Ministerio de Salud. Todos los cuerpos policiales de la Unión Europea están incluidos en esta dinámica para impedir la devastación que supondría la libre circulación del fentanilo en las calles. "Es una amenaza real y hay que estar alerta", comenta.
A pie de calle, desde el CASD Baluard hacen una reflexión similar a la de Vidal. Contactados por este medio, explican que apenas han encontrado casos de consumo o sobredosis de fentanilo recreativo en la urbe. La Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra también comentan que no se ha percibido ningún auge en las calles.
Sin embargo, a pesar de la marginalidad de su uso fuera de centros sanitarios y sin supervisión médica, varias de las fuentes consultadas advierten de que no hay que bajar la guardia, pues ya existe la experiencia de consumos disparados en poco tiempo. Desde este centro ubicado en el barrio del Raval, ponen como ejemplo el uso de las metanfetaminas, una droga que pasó en un periodo muy breve de tiempo de ser también marginal a convertirse en una de las sustancias de uso común.