La vida de Rosa Peral ha sido como una montaña rusa. Empezó siendo camarera, luego agente de la autoridad y, finalmente, una de las asesinas más famosas de las últimas décadas. Su pasado oscuro ha vuelto a salir a la luz tras el estreno de El cuerpo en llamas, la serie de Netflix que recrea el crimen de la Guardia Urbana de Barcelona.
La mujer ha tenido la oportunidad de dar su versión del caso entre rejas. Lo ha hecho con Las cintas de Rosa Peral, donde intenta justificar --sin éxito-- por qué es "inocente". Se trata de la primera entrevista que concede tras su ingreso a prisión y en ella se dan detalles del juicio. Seis años después del homicidio de Pedro Rodríguez, sigue culpando a su amante Albert López.
UN ASESINATO PENSADO AL DETALLE
Él también la culpa a ella y se declara "inocente". A pesar de las acusaciones cruzadas, la sentencia firme es muy clara: ambos idearon el crimen de Pedro, ya que éste interfería en el romance que había entre los dos asesinos. A pesar de que no se ha podido saber la causa de la muerte, la versión que sostiene la justicia es que lo planearon todo al detalle, drogándolo, matándolo y calcinando su cuerpo junto a su coche en el pantano de Foix.
Pero eso no es todo. Albert y Rosa intentaron incriminar al exmarido de ella, haciendo creer a los agentes que era el culpable del asesinato de Pedro. En la serie, esta víctima colateral del malvado plan de los asesinos se llama Javi, pero en la vida real su nombre es Rubén y es agente de los Mossos d'Esquadra. En el momento del crimen, tenía una batalla legal por la custodia de sus hijas y Rosa aprovechó la situación para quitárselo de encima.
Movieron el móvil de Pedro cerca de casa de Rubén para confundir a los investigadores y que estos sospecharan de su exmarido, pero les salió mal la jugada: Rubén tenía coartada. A pesar de haber compartido su vida con él durante casi dos décadas, Peral no dudó en intentar involucrarlo en el brutal asesinato de Pedro.
CONOCIÓ A RUBÉN EN UNA DISCOTECA
Tal y como explica ella misma en Las cintas de Rosa Peral, se conocieron hace 23 años. En ese entonces, ninguno de los dos era policía. Trabajaban en una discoteca donde ella, con tan solo 16 años, era camarera. Según relata uno de sus excompañeros en una entrevista a Equipo de Investigación, "los hombres caían rendidos a sus pies", ya que bailaba muy bien y su barra era de las más exitosas de todo el local.
"Yo pedía algunas canciones y él no las ponía. Después me dijo de vernos fuera de la discoteca y empezamos a quedar", dice la autora del crimen de la Guardia Urbana. Rubén tenía el carnet de conducir, así que muchas veces la iba a buscar al instituto y era habitual que quedaran los fines de semana para ir a dar una vuelta o ver una película en el cine.
UNA RELACIÓN 'BASTANTE TÓXICA'
"Estaba súper enamorada, pero con el tiempo eso se fue torciendo. Se acabó convirtiendo en una relación bastante tóxica", lamenta Peral en Netflix. Tal como reiteran las citadas fuentes, Rosa Peral mantenía varias relaciones simultáneas mientras seguía siendo la novia de Rubén. Después de varios años trabajando en el mundo de la noche, dio un giro de 180 grados y empezó a opositar para la Guardia Urbana de Barcelona hasta obtener su plaza. Rubén también lo hizo, pero en su caso, optó por entrar a los Mossos d'Esquadra. En 2010 y 2012 nacieron sus dos hijas y, un año más tarde, se casaron.
Fue en ese contexto cuando Rosa Peral conoció a Albert López. Comenzaron a patrullar juntos doce horas al día y descubrieron que tenían afinidad y acercamiento. "Con él, encontré a alguien que me escuchaba, pero eso fue a más hasta que nos convertimos en amigos con derecho a roce", dice la condenada. Para la exagente, la relación con Rubén ya estaba más que rota, pero siguió aguantando porque no era lo suficientemente valiente como para romper el matrimonio.
'ESA RELACIÓN NO IBA A NINGÚN SITIO'
Rosa Peral asegura que Albert López tenía unas expectativas relacionales muy diferentes a las suyas: "No quería ni familia ni hijos. Para mí lo primero son mis hijas. Esa relación no iba a ningún sitio", asegura la asesina. La protagonista de El cuerpo en llamas es una amante de las motos y conoció a su víctima, también policía municipal de Barcelona, en una salida motera.
Pedro se volvió loco por Rosa y, sin saber que estaba casado con Rubén y que se veía con Albert, empezaron a salir juntos. Al poco tiempo, Rubén y Rosa se acabaron separando y ahí empezó la batalla legal por la custodia de las niñas. Pedro, desde el minuto uno, se involucró con ellas. De hecho, dos meses antes del crimen se fueron juntos a la nieve. "No lo consideraba una persona violenta: me ayudaba, siempre estaba pendiente de mí", relata en Las cintas de Rosa Peral.
'UNA DIABÓLICA Y PERVERSA PRUEBA DE AMOR'
Ambos policías estaban perdidos por Rosa y le pidieron matrimonio. Peral se llegó a poner los dos anillos de compromiso. Tal como relata una examiga suya en el juicio, cuando le preguntó con cuál de los dos se iba a quedar ella respondió que con Pedro, porque "folla y viste mejor", unas declaraciones que ella asegura que son falsas. Más tarde acabó matando al hombre que se supone que quería. El fiscal Félix Martín concluye que el móvil del crimen es claro: se trata de "una diabólica y perversa prueba de amor entre Albert y Rosa".