La multa de 420.000 euros del Ayuntamiento de Barcelona al propietario de 17 pisos turísticos ilegales del Gòtic llegó tras más de 15 años de calvario para sus vecinos. El consistorio anunció la sanción el pasado martes, 2 de enero, y la Guardia Urbana ya ha iniciado el procedimiento sancionador contra el gran tenedor.
Metrópoli ha podido hablar con comerciantes y vecinos de la calle del Ample, donde se ubica el bloque, quienes han relatado la "pesadilla" a la que se han enfrentado durante tantos años. El bloque se encuentra ubicado en el número 24 y, de sus 17 viviendas, 15 se destinan a pisos turísticos que funcionan sin licencia. Una de las vecinas que vive en el inmueble es la encargada de dar las llaves a los viajeros. Muchos de ellos no son conocedores de la grave infracción administrativa de la que están siendo cómplices, ya que los pisos se anuncian en Booking y Airbnb, a pesar de que carecen de licencia para la actividad turística.
LOS DETALLES DE LA MACROTRAMA ILEGAL
Albert Batlle, teniente de Prevención y Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, definió este caso como "una auténtica estafa y una infracción absoluta de la norma" y celebra esta multa, que define como "ejemplar". El también regidor del distrito de Ciutat Vella aprovechó la ocasión para dar más detalles de la trama delincuencial: "Había muchos expedientes abiertos, pero la actividad continuaba. Hemos hecho investigaciones continuadas porque queríamos asegurar el tiro. Esperemos que esta sanción tenga un carácter ejemplar".
Marta --con un nombre anónimo-- es vecina del Gòtic y conoce de primera mano la realidad de los pisos turísticos de la calle del Ample. Tal como relata a este digital, los actos incívicos de los turistas no solo han afectado a los pocos residentes que quedan en el bloque, sino al resto de personas que viven en sus inmediaciones, que han tenido que soportar ruidos a altas horas de la madrugada y todo tipo de actos incívicos.
AGRESIONES Y VIOLACIONES
El calvario empezó hace más de 15 años y, durante todo este tiempo, los conflictos han sido constantes. "Había épocas en las que los vecinos no podían dormir por el ruido. Aquí ha pasado de todo: desde agresiones, hasta violaciones --una denunciada y otra no--. Llevamos mucho tiempo sufriendo. No puedes estar tranquila si sabes que cientos de personas tienen las llaves de tu portal", asegura.
Marta lamenta que, a pesar de las múltiples llamadas a la policía alertando del incivismo de algunos turistas, los agentes han hecho durante años caso omiso a sus peticiones. Esto ha acabado traduciéndose en que muchos inquilinos hayan abandonado el bloque, que ha acabado colonizado por los turistas. Según Batlle, han sido estas mismas personas las que han denunciado al propietario tras mudarse para vivir tranquilos. Marta añade que no solo han sido los residentes del bloque los que han optado por recurrir a los tribunales, sino que también lo han hecho los que viven en frente del inmueble.
LOS VECINOS DEL GÒTIC, LOS GRANDES PERJUDICADOS
Actualmente, solo quedan dos pisos libres de turistas. En uno vive la cómplice de la macrotrama --la mujer que entrega las llaves a los clientes-- y un matrimonio formado por dos ancianos que, a pesar de su edad avanzada, tienen que hacer frente al gamberrismo de los viajeros.
"Nos sentimos orgullosos de esta multa, ya que este bloque perjudicaba gravemente a los vecinos del barrio", concluyó Batlle al anunciar la sanción.
COMERCIANTES AFECTADOS
Los vecinos no son los únicos perjudicados. Los comerciantes son víctimas colaterales. Es el caso de Carlos, un autónomo que tiene un establecimiento en los bajos de la calle del Ample número 24. Se vio forzado a estar ocho meses sin trabajar por culpa de un problema en los pisos turísticos de la primera planta, que provocaron una inundación en su local. "Hubo un escape de agua y el propietario no se quería hacer cargo de él. Un día lo increpé por la calle para pedirle que solucionara la inundación de una vez, ya que me impedía abrir el negocio, pero me ignoró", lamenta Carlos.
Este no ha sido el único problema al que ha tenido que hacer frente el empresario. Son varias las veces que los turistas confunden su negocio con una recepción donde recoger las llaves para entrar al piso. "Pican a mi timbre porque no saben dónde tienen que hospedarse y tengo que interrumpir mi trabajo para atenderlos", dice Carlos. Pero eso no es todo. El civismo de algunos turistas --que brilla por su ausencia-- también le afecta directamente: "Por la noche, me encuentro con restos de orina y cigarrillos delante de la puerta e imagino que deben ser de los clientes del bloque", lamenta.
El gran tenedor también tiene un negocio en las inmediaciones del bloque de pisos ilegales, desde donde controla su actividad ilegal. El hombre es plenamente consciente del malestar que genera en el barrio, pero, según las fuentes consultadas, "le da absolutamente igual".
EVITAR EXPEDIENTES
El propietario se ha excusado en reiteradas ocasiones diciendo que él alquila los pisos de manera legal, con contratos de larga duración a personas que aparecían como inquilinos de los alojamientos turísticos ilegales. Así, evita el expediente finalizando el contrato de alquiler o cambiando de titular una vez se acerca la fecha de conclusión final del trámite administrativo sancionador del consistorio municipal.
A pesar de la última sanción de 420.000 euros, el flujo de turistas entrando y saliendo del edificio es continuo. Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona aseguran que el expediente sancionador está en curso, así como las órdenes de cese de la actividad ilegal: "Haremos un seguimiento y, en caso de que siga funcionando, se procederá al precinto de los pisos. Si aun así persiste la actividad ilegal, se abrirán nuevos procedimientos".
Metrópoli se ha puesto en contacto con el propietario de la trama de pisos turísticos ilegales, pero a fecha de publicación no ha obtenido respuesta.