Conmoción en Barcelona por la pérdida del Comedia. El histórico cine de paseo de Gràcia con Gran Via cierra tras 60 años proyectando los grandes clásicos cinematográficos en el centro de la ciudad. Un cierre que ha sorprendido a los barceloneses y que ha puesto de nuevo sobre la mesa la escasa rentabilidad de este tipo de equipamientos culturales. “Hace años que no voy al cine”, coinciden muchos de los transeúntes que pasean bajo la atenta mirada del Comedia.
“Venía a este cine cuando tenía 20 años. Las colas daban la vuelta a la manzana”, detalla a Metrópoli un barcelonés, que a la vez destaca lo mucho que han cambiado las costumbres: “Ahora, en una sala de 100 butacas solo están ocupadas cinco”. Una problemática que señalan más ciudadanos, sobre todo la gente mayor.
Casi todos coinciden en las causas: la gente joven no va al cine. “Es muy cómodo ver las películas desde casa”, apuntan a este medio. “Además, todo está muy caro”, añaden algunos. Hoy en día, cuesta lo mismo una entrada al cine que una mensualidad de una plataforma de streaming. “Mi hija lo mira todo en el móvil”, señala un hombre que cada día pasa por delante del Comedia.
Tras este cierre, el centro de Barcelona se queda prácticamente huérfano de salas de cine. Una tendencia que desde la pandemia se ha acentuado de forma generalizada en todas las ciudades. “El covid ha supuesto un mazazo para la cultura en general”, apunta más de uno. Una anciana explica que desde entonces le da miedo ir al cine.
DETERIORO DEL ESPACIO
Hace siete años, la empresa Yelmo Cines pasó a gestionar el espacio que, tras la pandemia, había sufrido un “deterioro paulatino muy notorio”. “Algunas butacas estaban rotas, la suciedad se acumulaba en las esquinas y el personal era escaso”, destacan a este medio usuarios que acudieron al cine hace apenas una semana. Una joven incluso remarca que a las 20:00 horas de la noche ya no había nadie para poder comprar unas palomitas.
Sobre si estos equipamientos desaparecerán en un futuro, hay disparidad de opiniones: algunos barceloneses creen que sí, y otros confían en que las cosas cambiarán. “O el gobierno apoya con subvenciones este tipo de industria o acabará por perderse”, señalan.
ORÍGENES DEL COMEDIA
El Comedia fue hasta 1934 una residencia particular, conocida bajo el nombre Palau Marcet. Su denominación aún perdura y está catalogado como Bien Cultural de Interés Local. Este antiguo palacio histórico, que data del siglo XIX, fue un ejemplo destacado de la arquitectura burguesa de la época en Barcelona.
En 1934 el edificio se reconvirtió en el Teatro de la Comedia y 26 años después, en 1960, se adaptó para ser el cine de referencia de paseo de Gràcia. La primera película que se proyectó fue ‘Un grito en la noche’. El año 1983, debido a la gran demanda, se amplió para albergar tres salas. En 1995 se abrieron dos más, hasta las cinco con las que cuenta actualmente, sumando un total de 1.670 butacas. La sala más grande tiene capacidad para 839 espectadores.