Catalunya vive uno de los episodios de sequía más graves de su historia. La Generalitat anunció el pasado 1 de febrero la entrada en fase de emergencia. Entre las zonas más castigadas se encuentra el área metropolitana de Barcelona, donde las reservas de agua han caído en picado. Los barceloneses se preparan para reducir el consumo de agua en sus casas. Pero ¿y el turismo? Mientras que otros sectores como la ganadería o la industria sí se contemplan en el Plan de Sequía, el Govern ha optado por echar balones fuera y que sean los propios ayuntamientos quienes supervisen el sector turístico.
En Barcelona, la sequía ha obligado a cerrar el 25% de las duchas disponibles en todos los equipamientos deportivos de titularidad municipal. Además, el Ayuntamiento ha prohibido utilizar las duchas en los equipos federados después de los entrenamientos. Mientras, los parques sólo se podrán regar con agua regenerada o freática. Y en cuanto a los barceloneses, el máximo que podrán consumir son 200 litros por persona y día y, en caso de superar el umbral permitido, se prevén sanciones de 750 hasta 3.000 euros.
LA VISTA GORDA CON EL TURISMO DE LUJO
Mientras que la ciudadanía se ve obligada a restringir su consumo de agua, el sector turístico no está sujeto a restricciones específicas.
Parte de la responsabilidad también recae en el Gremi d'Hotels de Barcelona. Su presidente Jordi Clos lamentaba hace unos días que el grave episodio de sequía podría tener repercusiones en el turismo. Para Clos existe la posibilidad de que la ciudad sufra "una pérdida de visitantes considerable" a consecuencia de las restricciones. "Lo que está claro es que nosotros el esfuerzo lo estamos haciendo", asegura. Un esfuerzo que no se ve reflejado en los datos de consumo de agua, ya que el turismo de lujo supera el límite permitido.
SUPERAN EL LÍMITE DE CONSUMO
Según el presidente del Gremi, el sector "hace años" que impulsa medidas para reducir su gasto de agua, que "ha bajado un 40% en los últimos años". Si bien es cierto que los informes confirman este descenso, el consumo de los turistas sigue siendo muy superior al consumo de los hogares.
En 2016, un informe de Barcelona Regional aseguraba que los clientes de hoteles de cinco estrellas gastaban 545 litros al día. El último informe publicado por el Gremi d'Hotels asegura que actualmente se gasta 242 litros por persona y día, una cifra bastante superior al consumo máximo que se exige desde la Generalitat.
En 2016, los turistas que se alojaban en hoteles de cuatro estrellas gastaban 373 litros al día frente a los 171 litros diarios actuales; los de tres estrellas gastaban 232 litros frente a los 143 litros que gastan ahora, según el Gremi. A pesar de ser cifras por debajo del consumo permitido (200 litros por persona y día), siguen siendo superiores al consumo doméstico, no sólo de Barcelona, también de Catalunya. En Catalunya, el consumo doméstico es ya de 177 litros diarios por habitante, y en el área metropolitana baja hasta los 105 litros.
FALTA DE TRANSPARENCIA
Una de las entidades más críticas sobre la gestión de la sequía es Aigua és vida. Dante Maschio, miembro de la plataforma, denuncia a Metrópoli la falta de transparencia sobre el consumo real del sector turístico. Aunque el estudio del Gremi d'Hotels rebaja el gasto de agua, Maschio recuerda que "sigue siendo muy elevado".
Para la entidad Aigua és vida, una realidad todavía más grave es que cuando se reportan los datos, la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) no separa el consumo hotelero del resto de la red doméstica. "No hay datos oficiales ni un sistema para medirlo", critica Maschio. Sobre esta cuestión, el activista hace referencia a la mala gestión port parte de los responsables políticos. "En un contexto de escasez, sorprende que todavía apostemos por el sector turístico. En 2023 hemos recibido un 22% más de visitantes cuando no tenemos agua. No tiene sentido", explica Maschio.
Desde Aigua és vida señalan también la actitud interesada y partidista de la Generalitat, que ha supuesto la modificación del Pla Especial de la Sequera (PES) en varias ocasiones "para relajar las medidas". En 2023 "permitieron el llenado de piscinas de hoteles y el retraso de las sanciones pasado el verano, momento crítico por el consumo de agua ocasionado por el riego y el turismo, relajando la presión sobre los ayuntamientos", denuncia la entidad.
RESTRICCIONES OBLIGATORIAS
Con la entrada en fase de emergencia, la Generalitat ha dejado en manos de cada Ayuntamiento decidir si corta más o menos el grifo al sector turístico para cumplir con los máximos fijados. Sin embargo, preguntados por este tema, fuentes del gobierno municipal aseguran a Metrópoli que no han mantenido conversaciones con el Govern y que no tienen previsto pronunciarse al respecto.
Sobre la gestión de la sequía en la capital catalana, desde Aigua és vida entienden que una ciudad como Barcelona tendría que ser "un referente". Sin embargo, la realidad, según la entidad, es bien distinta. "Es una vergüenza que el Ayuntamiento no tenga un plan eficiente para saber qué consume el sector turístico y aplicar restricciones", asegura Maschio.
De hecho, el alcalde Jaume Collboni ha hecho un llamamiento a la calma. "No hay que ser alarmista", aseguró en una reunión con el exalcalde y actual ministro de Industria, Jordi Hereu. "Esperamos que afecte lo mínimo posible al desarrollo económico de la ciudad, pero me consta que el sector hotelero lo está haciendo bien".
Las restricciones que sí debe cumplir el sector turístico son las que afectan al resto de la ciudadanía. Entre ellas la prohibición de llenar piscinas y de regar jardines. Desde el Gremi d'Hotels recuerdan que han sustituido las bañeras por duchas --hecho que no asegura un menor gasto de agua--, la reducción de la presión de los grifos o el reciclaje de agua en piscinas. Pero, de nuevo, se trata de iniciativas tomadas por cada negocio. Algunos hoteles del sector, como es el caso de Meliá, apuestan también por concienciar al turista con carteles en las habitaciones, como asegura su presidente y consejero delegado, Gabriel Escarrer.
Al cierre de este artículo, el Gremi d'Hotels de Barcelona no ha querido responder a las preguntas planteadas por este medio.