Más de diez sintecho viven desde hace un año en tiendas de campaña junto a la playa de la Nova Mar Bella de Barcelona. A principios de enero, el Ayuntamiento abrió un expediente de declaración de infravivienda, pendiente de autorización judicial, para desalojar a los ocupantes.
En búsqueda de otro refugio
La Guardia Urbana ha procedido a documentar a cada persona sin hogar sobre el desalojo y su derecho de acceder a los servicios sociales. A pesar de ello, muchos de ellos viven con la incertidumbre de dónde podrán reubicarse.
Según fuentes internas de la Guardia Urbana, esta acción "podría estar relacionada con la inminente Copa América de vela, ya que los asentamientos existen desde principios del año pasado".
Abdellah, uno de los afectados, comparte su preocupación con Metrópoli. Afirma que dejará todo su campamento, ya que es incapaz de "cargar con todo": "Quizás me refugie en las montañas del Tibidabo, así evito que me vuelvan a echar". En cambio, Expatsu y Kitsu aún no han contemplado una alternativa, pero al igual que Abdellah reconocen que tendrán que buscar materiales y reconstruir "su casita".
Ilusiones empañadas
Expatsu vive de ilusiones empañadas desde que se alejó de su país de origen, Rumanía, para instalarse en el actual descampado con su tienda de campaña. Consciente de su compleja historia personal y de sus limitados recursos, decide evadirse con las drogas para no pensar.
Las mismas fueron las que le alejaron de su familia. “Vine con dos amigos porque en Rumanía te meten en la cárcel solo por fumar hachís, mi colega estuvo dos años”, explica el asentado a este digital, quien afirma que en “Barcelona al menos puede fumar con mayor libertad”. Una decisión que siempre le conduce a censurar las apremiantes necesidades de su alma: “Así no pienso en mi hermana, en mis padres, en todo", expresa a este diario.
Expatsu sueña con una idea lejana: "Necesito expresar lo que llevo dentro, quiero escribir, me encantaría tener mi propio estudio", afirma con fruición como si llevara tiempo cocinando esta ilusión. La sonrisa va menguando hasta desviar la mirada hacia abajo, pues sabe que su falta de recursos ha matado cualquier posibilidad: "Escribo dos o tres palabras y bebo alcohol".
Quien también sucumbió a la maraña de las drogas es Kitsu, el amigo de Expatsu que estuvo en la prisión de Rumanía por fumar hachís. A Kitsu le gustaría dedicar su vida a su mayor ilusión: tatuar. Sin embargo, su realidad es otra: se levanta por la mañana y lo primero que hace es ir a buscar chatarra y algo de dinero. Antes también dedicaba un rato de su día a hablar con sus padres por teléfono para decirles lo mucho que les quiere. Pero desde que su móvil se rompió mientras buscaba chatarra, sus días son más largos: "Los echo mucho de menos".
Alquiler y adicción
Estas dos palabras llevaron a Abdellah, otro de los sintecho, a vivir en un campamento junto a la playa de la Nova Mar Bella. Sin embargo, antes de acabar en la intemperie tenía un trabajo que le llenaba: "Cuidaba personas mayores". Poco después se dio cuenta de que su sueldo mileurista no le daba para ahorrar si tenía que pagar además un alquiler. De este modo, decidió vivir en un trastero y "engancharse al juego" para multiplicar sus ingresos.
Tras quedarse sin trabajo, se vio obligado a comenzar a construir la "casita" que hoy en día se ha convertido en su refugio. "He puesto plantas decorativas que recojo de la calle, tengo una cocina, ducha y mi dormitorio, estoy a gusto". Con todo su pesar, sabe que tendrá que despedirse de ella en cuestión de días. De hecho, algunos urbanos ya ha comenzado a "incordiarle mientras duerme": "El otro día vinieron a las 00:30 con las linternas a pedirme la documentación cuando ya lo hicieron, y a decirme que ya estaba la orden judicial".
Por el momento, según ha confirmado el ayuntamiento a Metrópoli, solo está abierto el expediente y el desalojo se hará oficial cuando haya una autorización judicial.