La escasez de agua alcanza niveles críticos en Barcelona. La falta de precipitaciones ya ha provocado que los municipios del Área Metropolitana tengan que reducir la presión de agua. Sin embargo, la preocupación se dilata con la posibilidad de que el agua del grifo deje de ser potable si las previsiones continúan en este estado de alarma.
Riesgo por la llegada del calor
La Administración y las operadoras de agua evalúan la probabilidad de que el agua del grifo exceda los límites establecidos por el Real Decreto 3/2023, lo que podría poner en riesgo su calidad para el consumo humano.
Aunque las lluvias recientes han contribuido a mejorar la situación de los embalses, se avecina la llegada del calor y la temporada de riego para el sector agrícola.
La disminución del caudal de agua proveniente de los embalses, que es de mayor calidad, es uno de los factores que contribuyen a la falta de potabilidad del agua. Esta reducción de agua implica que los contaminantes se concentren más debido a la menor cantidad de agua disponible.
Soluciones sobre la mesa
El Departament de Salut ya ha evaluado cómo responder ante la posible falta de potabilidad del agua del grifo, considerando umbrales legales como cloruros o trihalometanos. En tal caso, se recomendaría a los ciudadanos evitar su consumo para garantizar la seguridad sanitaria.
La solución propuesta sería diluir el agua no apta con agua de calidad para cumplir con los estándares de consumo humano. Sin embargo, surge la incógnita sobre la fuente de este suministro alternativo: barcos cisterna, desaladoras o embalses podrían ser opciones viables.
Este enfoque busca prevenir cualquier riesgo para la salud pública y garantizar un suministro de agua seguro y adecuado para todos los ciudadanos.