Montse, la 'inquiokupa' que montó una guardería ilegal en un piso del Eixample, se ha marchado antes de que se produjera el desahucio previsto para este miércoles, según ha confirmado la misma a Metrópoli.
Los vecinos del bloque ubicado en la calle Consell de Cent han asegurado a este digital que la mujer abandonó la casa el pasado lunes por la noche, hecho que la misma ha corroborado a este medio.
Según ha relatado uno de los residentes del edificio, la propietaria "ha podido acceder a su vivienda", tal y como ha comprobado el mismo al picar al piso.
Piso de protección oficial
En conversación con Metrópoli, Montse ha explicado que dejó de pagar el alquiler en pandemia: "En un primer momento, mi padre me avalaba, pero dejó de hacerlo".
Ahora, tras el desahucio previsto, la 'inquiokupa' ha confesado a este medio que ha conseguido un piso de protección oficial. "He podido trasladar muchas de mis pertenencias, pero todavía se han quedado algunas en el piso", señala.
La afectada también ha aprovechado para denunciar el acoso recibido por sus vecinos y el maltrato de su expareja que convivía con ella en el piso: "Me llegó a tirar por el balcón", sostiene.
Guardería canina
La mujer hacía de "niñera" de canes para su cartera de clientes desde el piso que okupaba. Las redes sociales eran su principal herramienta para promocionar sus servicios. En concreto, utilizaba su cuenta de Instagram para presentar su negocio en la descripción como "guardería de día y de noche".
Los vecinos explicaron a Metrópoli que Montse vivía en el inmueble "sin pagar desde hace más de seis años". Ella negó la acusación: "Mi padre me avala, tengo contrato". Fuentes judiciales confirmaron a este digital que Montse tenía un procedimiento abierto desde 2021 por impago de alquiler.
Pese a que no pagaba el alquiler, la morosa seguía viviendo en el piso, donde hacía cuatro años empezó a "trabajar" con los perros. Desde entonces, varios clientes dejaban cada semana a sus perros junto a ésta "en la entrada del bloque de pisos".
"Asociación contra el maltrato"
En conversación con Metrópoli, Montse corroboró que llevaba cuatro años con el "empleo" y que su objetivo era financiar una asociación que ella misma fundó "contra el maltrato de los animales y las mujeres". "Quiero investigar más acerca de la salud mental de los animales, ya que los perros también sufren depresiones y no se tratan".
La cuidadora relató a este digital los requisitos que debían cumplir los dueños de los animales antes de ofrecer su servicio de guardería canina. "Primero tengo que ver al perro, ya que es importante la conexión que tenga con él porque estará en mi casa", afirma. Por ello, Montse duerme una noche con el animal antes de aceptar acogerlo.
25 euros al día
Otro de los requerimientos que pedía es que los propietarios trajeran todos los informes con las vacunas correspondientes y la comida habitual del animal. En caso de alergia, también pedía que se le notificara. En cuanto a las tarifas, Montse cobraba 25 euros un día ordinario y 30 euros durante días festivos como Navidad, Fin de Año o San Juan.
La inquiokupa aseguró contar con una amplia cartilla de clientes fidelizados e intenta cuidar los perros de personas con las que ya tiene una cierta confianza. Además de tener una cuenta de Instagram para visibilizar su servicio, también estaba presente en Facebook y TikTok.
Ruidos, gritos y suciedad
Varios inquilinos manifestaron a este digital su hartazgo por la presencia de suciedad que ocasionaban los animales que cuidaba la ocupante. "Lo llenan todo de babas, mal olor y roña", lamentó uno de los residentes. "Los saca a pasear con frecuencia durante el día, empleando el ascensor de forma regular y pasando por el vestíbulo del edificio".
Otro vecino del bloque afirmó a este medio que la ocupante tenía "cada semana chuchos diferentes" y que la llegó a ver salir del bloque "hasta con cinco perros en un solo día". Él mismo también confesó estar "harto" de la suciedad que los animales dejan en las zonas comunitarias del edificio.
Malos tratos a los residentes
Otro de los residentes lamentó los ruidos que generaba la guardería ilegal. "Están todo el rato ladrando", afirmó, al mismo tiempo que describía como "insoportable" la situación, la cual se complica con los malos tratos de la morosa hacia los vecinos. "Nos trata mal, a veces chilla sin motivo alguno", explicó uno de los afectados. Lo confirma otro vecino: "Le tenemos hasta miedo". De hecho, algunos residentes llegaron a irse del edificio por no poder "aguantar más su presencia".