Ada Colau sale trasquilada tras su primera misión como lideresa de la Fundación de los comunes
Sus defensores la llaman valiente y sus detractores la acusan de sobreactuar y querer tener un protagonismo que no le corresponde
Ada Colau ha comenzado su nueva singladura de actividad internacional al frente de la Fundación Sentido Común con un viaje a Palestina en compañía de su amigo y exteniente de alcalde de Barcelona, además de actual eurodiputado, Jaume Asens. Fue un viaje accidentado, porque la columna de activistas internacionales en la que iban asistió a un conflicto entre agricultores palestinos y soldados israelíes, que intentaban desalojarlos de sus campos de cultivo.
El bautismo de fuego de Colau (en realidad, no es su primera incursión en la zona, aunque sí la primera vez que asiste como presidenta de Sentido Común) ha sido harto comentado en las redes sociales, donde ha desencadenado una auténtica guerra de alabanzas y críticas acerbas.
El conflicto, en el que no hubo que lamentar víctimas, se generó cuando los soldados lanzaron botes de humo lacrimógeno y bombas de sonido contra los agricultores, que querían recolectar olivas. Colau y Asens se fotografiaron y grabaron sendos vídeos en el lugar, con el fondo humeante del pequeño incendio causado por los botes de humo. Poco después, la exalcaldesa recibió una llamada del Secretario de Exteriores, Diego Martínez Bello, y otra del cónsul español en Jerusalén, Alfonso Lucini, para interesarse por cómo estaban tras el incidente.
“Nos han ignorado"
Colau había colgado también una fotografía en las redes donde se la veía junto a un militar israelí que pasaba caminando a su lado. “Al soldado de la imagen -contestó a las autoridades españolas- le he informado personalmente de quiénes éramos y qué hacíamos allí y nos han ignorado y continuado con las amenazas y lanzamiento de gases”, cuenta Colau.
Y añadía acto seguido: “Pero lo más importante es que estas violaciones de derechos humanos, y muchas otras mucho más graves, Israel las comete cada día contra una población palestina indefensa, en su proyecto colonial violento, que pretende desplazar a toda la población palestina de sus casas y tierras, y si no aceptan son atacados por los colonos, o detenidos y encerrados en prisiones sin ningún juicio, o directamente asesinados. Con total impunidad ante la pasividad de la Unión Europea”.
Colau comentó a las autoridades españolas que “ni hubo heridos de milagro, porque los soldados dispararon gases lacrimógenos y granadas de sonido de forma arbitraria hacia donde estábamos un pequeño grupo de personas en actitud totalmente pacífica. Los soldados israelíes sabían perfectamente que estábamos allí para acompañar la recogida de aceitunas porque se había informado con una nota de prensa”, explicó la exalcaldesa para justificar su presencia y subrayar la brutalidad del ataque.
Debate en las redes
La historia de Colau acaba de una manera muy personal: “Por todo ello he agradecido las llamadas de las autoridades, pero les he recordado que la mejor manera de protegernos a todos es acordar un embargo real y total de armas a Israel (…) Es una vergüenza y hay que aplicar ya el embargo total y las sanciones económicas, para aislar al gobierno fanático de extrema derecha de Netanyahu. Eso es lo que nos piden todas las personas palestinas con las que estamos hablando estos días”.
Esa explicación de los hechos, desde dar por sentado que, en una zona de guerra, los soldados presentes hayan leído una nota de prensa, hasta el hecho de abordar a un simple soldado para hacerle entender que los presentes eran algo así como personalidades internacionales, puede parecer presuntuoso.
De ahí que en las redes sociales se haya entablado otro debate sobre una pretendida sobreactuación de la exalcaldesa de Barcelona.
La realidad, no obstante, es que Ada Colau está como pez en el agua, porque toca uno de sus temas preferidos: el de Palestina e Israel, país contra el que sigue clamando que se rompan relaciones diplomáticas y que le supuso más de un quebradero de cabeza cuando era alcaldesa, puesto que, en contra de lo que había votado el plenario municipal, rompió el hermanamiento de Barcelona con Tel Aviv y envió una carta al gobierno de Netanyahu en la que le manifestaba que Barcelona rompía relaciones con Israel.
Comentarios borrados
Cierto es que para muchos internautas, la actitud de Colau es encomiable, mientras que para otros peca de querer arrogarse un protagonismo que no le corresponde. “Es un orgullo ver a personas tan increíbles como tú, con más agallas que todos los árabes juntos”, lanzaba uno de sus admiradores.
Otro le decía: “Ada, siempre te superas. Ojalá más gente en el mundo fuera como tú. Un abrazo”. “De las palabras a los hechos. Qué valiente eres. Todo mi respeto y admiración”, escribía un tercero en su cuenta de Instagram.
Pero en esa misma cuenta, otra activista le recriminaba su actitud. “¿Será Santa Ada? Porque allí sí hay personas que realmente dan su vida por los demás y no se hacen fotos”, adujo una internauta. El comentario fue borrado posteriormente y en la cuenta se conservaron solamente los comentarios laudatorios.
En algunos sectores de la sociedad catalana se abrió el gran debate sobre la actitud de Colau. “Es propaganda de autoconsumo por parte de una narcisista que lo único que consiguió como alcaldesa fue empeorar los problemas de la ciudad. El único actor que tiene el suficiente poder como para poder cambiar las cosas en Palestina es el Departamento de Estado de los EEUU”, escribía Víctor González Descarga.
"El ego de los incultos"
El abogado Pepe Fajula, cuya opinión tiene un gran peso en la galaxia soberanista (pese a su evolución ideológica que pasó de estar cerca de los postulados de Convergència a estar ahora próximo a Aliança Catalana), reprodujo el comentario de la exalcaldesa subrayando el comentario de que había “informado personalmente al soldado” israelí.
“Ada ha ido a tocar las narices a Israel y los soldados han hecho lo que debíamos haber hecho hacer aquí hace años: ignorarla. Por cínica, mala persona y, sobre todo, parásito social”, escribió el letrado.
Otro soberanista, Ariel Serra, lamentó que la exalcaldesa apoye “a los terroristas”, y afirma que los terrenos donde, ”supuestamente, querían coger olivas fueron utilizados por los terroristas para esconderse antes y después de perpetrar asesinatos”. Resalta también que en los vídeos de Colau y Asens no se aprecia ningún olivo, sino “un descampado polvoriento”. Anna, otra internauta, le contesta que “el ego de los incultos es quien la guía”.
¿Cobarde?
Y el también abogado Quim Gonter, otro referente del soberanismo, le recriminaba: “La presencia de Ada Colau en Palestina, como si fuese a solucionar algo después de haber dejado Barcelona en máximos de especulación, desigualdad, degradación del espacio público y turistificación es, simplemente, insultante”. Sus detractores califican su actitud de ridícula o de irresponsable e incluso de “mala persona”.
Uno de ellos incluso alude a que es “cobarde” porque en esa acción en tierra de Gaza no se atrevió a ponerse el pañuelo palestino al cuello, como sí lleva en Barcelona.
En resumen, Ada Colau no ha dejado indiferente a nadie en su primer viaje como nueva cabeza visible de la Fundación de los comunes. Sigue despertando odios, pero también amores. Ante las acusaciones desde determinados ámbitos, sus defensores intentan blindarla: “Te gustará más, o menos, o nada. Pero allá está, apoyando. ¿Y tú qué haces?”, recriminaba a los críticos uno de sus partidarios. La polémica está servida.