El 'vecino' que denunció la Sala Bóveda de Barcelona: un coliving de alquiler temporal
- La empresa afincada en el domicilio gestiona un espacio de 300 metros cuadrados con zonas comunes y en el que se alquilan siete habitaciones para estudiantes estadounidenses
- Cruzada legal contra el último bastión del rock y el heavy de Barcelona
Un conflicto que denota un modelo de ciudad. Un negocio y una sala de música dedicada al Rock. ¿Qué prevalece? El problema cobra una dimensión legal, con sendas quejas contrapuestas entre una pareja de vecinos y la propia sala Sala Bóveda de Barcelona.
Si bien los vecinos que sacaron adelante la primera queja se amparaban en que la sala de conciertos, especializada en heavy metal, rock, punk y metal, excedía el límite marcado por la normativa y ocasionaba un problema de vibraciones en el domicilio, el establecimiento cultural ha contraatacado denunciando un presunto uso indebido del espacio.
Local rehabilitado
Según ha explicado la Sala Bóveda, el que se suponía que era un domicilio familiar entrañaba, en realidad, un negocio dedicado al alquiler temporal de habitaciones para estudiantes internacionales.
Así pues, ¿qué hay detrás del domicilio que plantó esa primera queja, a partir de la cual se activó la maquinaria municipal? Se trata de un antiguo local de oficinas rehabilitado y que, según han explicado sus administradores y ha confirmado el Ayuntamiento de Barcelona, tiene en regla la pertinente cédula de habitabilidad.
Alquiler temporal
Pero hoy no funciona como una vivienda, sino que alberga en su interior varias habitaciones que acogen, en régimen de alquiler temporal, a chicas jóvenes, todas estudiantes de nacionalidad estadounidense.
La empresa Living Davacia S.L., administradora del espacio, mantiene un contrato con una empresa estadounidense --cuyo nombre no han querido revelar por cuestiones de privacidad--. Esta empresa es la encargada de encontrar inquilinas para las habitaciones.
Los administradores de la empresa, Luis R. y Yiuliana G., explican en conversación con este medio que el perfil que se busca son, precisamente, estudiantes americanas que vienen a cursar estudios en la capital catalana. La duración de los contratos es de ocho meses por persona.
Los administradores desgranan que adquirieron el local en 2021, en pleno contexto de la pandemia. Fue cuando adquirieron la cédula de habitabilidad e hicieron de él su domicilio particular. Pero con la reapertura de las discotecas y salas de conciertos, comenzaron las "molestias por ruido".
Siempre según su versión, fueron ellos los que comenzaron a hacer obras para insonorizar el antiguo local y se buscaron una nueva vivienda de alquiler, tanto para ellos como para su familia. En vista de que "no podíamos vivir aquí", decidieron alquilar el espacio.
"Es una falacia que tengamos alquilado el espacio para turistas (...) sabemos que se requiere de una licencia especial para usos turísticos y lo que tenemos es un alquiler temporal", esclarecen.
Un 'coliving'
Más allá del contrato con la citada empresa americana, en sus redes sociales se publicitan como "coliving", un espacio de trabajo con 300 metros cuadrados, siete habitaciones suite y zonas de trabajo y ocio en el interior.
En 2021, la pareja interpuso una queja por exceso de ruido. El Ayuntamiento llevó a cabo sonometrías, que confirmaron la queja, por lo que se abrió un expediente que, ahora, se prevé que concluya el martes, 26 de noviembre.
Para el presidente de la Associació de Sales de Concerts de Catalunya (ASACC), Lluís Torrents, la clave del asunto reside en que, durante los 32 años de actividad de la sala, no hubo problema gracias a que las viviendas más cercanas estaban lo suficientemente lejos de la misma, por lo que no llegaba un ruido que pudiera ser molesto.
Primer reto para la alcaldesa de noche
Ahora, con su aproximación, pues se han edificado inmuebles y reacondicionado locales, incluso en la misma manzana, sí se superan los decibelios, pero ello "no puede condicionar o impedir la actividad" de un local que estaba antes en este espacio, patrimonio industrial del distrito de Sant Martí, "menos aún si se está llevando a cabo una actividad comercial y especulativa".
La Sala Bóveda, por el momento, ha anulado todos los conciertos programados, un total de 78 actuaciones. El problema, sin embargo, podría entrañar la desaparición del mismo local, el último en toda Barcelona especializado en los géneros musicales antes mencionados.
Sea como fuere, el asunto se ha convertido en el primer gran problema que debe solucionar la flamante alcaldesa de noche, una figura de reciente creación que cae sobre los hombros de Carme Zapata y que, según ha podido saber este medio de la mano de los gestores de la sala, ya se ha puesto manos a la obra. En su contra juega el tiempo, pues dispone de cuatro días para tomar medidas.