Hay un bar en Barcelona que prioriza la calidad a la cantidad y solo sirve cuatro tipos de tapas. Se trata de La Plata, un rincón emblemático del Gòtic que es todo un emblema en la ciudad y que se mantiene como un punto de tradición y autenticidad en medio del bullicio. Allí, podrás disfrutar del pescadito frito, de los pinchos de anchoa, de su butifarra o de su ensalada de tomate con cebolla y aceitunas.
No se trata de un local ostentoso ni de alta cocina refinada, es más bien un refugio donde la esencia de la gastronomía catalana se manifiesta en su forma más pura y sencilla. Con esta sencillez, el establecimiento logró conquistar a Jamie Oliver, quien en su programa no dejó pasar la oportunidad de elogiar este lugar singular.
Las anchoas, las de toda la vida
Las anchoas, jugosas y marinadas con ese toque de vinagre que las hace irresistibles, son el deleite de los amantes del pescado en toda su gloria mediterránea. Acompañadas por una rodaja de pan crujiente y una copa de vino local, las anchoas de La Plata son un homenaje a la simplicidad y la excelencia gastronómica.
La botifarra, la joya de la corona
Pero no se puede hablar de La Plata sin mencionar su otra joya culinaria: la botifarra. Esta emblemática salchicha catalana, elaborada con carne de cerdo de primera calidad y especias cuidadosamente seleccionadas, es un festín para los sentidos. Ya sea a la parrilla o a la plancha, la botifarra de La Plata es un manjar que conquista incluso a los paladares más exigentes.
En La Plata, la filosofía es simple pero contundente: calidad sobre cantidad, tradición sobre modas pasajeras. Cada tapa es una obra maestra en sí misma, resultado de años de experiencia y un profundo amor por la cocina. Es un lugar donde la excelencia se encuentra en lo cotidiano, donde la grandeza se revela en lo aparentemente simple.