Un fotomontaje de Marc Giró sobre un fondo del restaurante El Racó d'En Binu

Un fotomontaje de Marc Giró sobre un fondo del restaurante El Racó d'En Binu El Racó d'En Binu

Gastro

Entre Mataró y Vilassar, el desconocido restaurante de Barcelona que enamoró a Marc Giró: “Somos la resistencia”

El Racó d’En Binu, en Argentona, es una cápsula del tiempo culinaria: su fundador le devolvió las estrellas Michelin y hoy recibe peregrinaciones de jóvenes gourmets que buscan autenticidad

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No está en el Eixample, ni en el Born, ni en el Gòtic. Ni siquiera está en Barcelona ciudad. Pero para Marc Giró, es su restaurante favorito de toda Catalunya.

El periodista y presentador lo tiene claro: “Si tengo pasta, me voy al Racó d’En Binu”. Lo dice con la mezcla exacta de devoción y complicidad con la que se habla de un secreto bien guardado.

Primera página del menú de El Racó d'En Binu

Primera página del menú de El Racó d'En Binu El Racó d'En Binu

Y es que este restaurante, ubicado en Argentona, entre Mataró y Vilassar, es mucho más que un comedor: es un acto de resistencia contra la cocina espectáculo y la cultura del click.

El Racó d’En Binu abrió sus puertas en febrero de 1970 en los bajos del antiguo Hotel Colón, cuando el turismo de costa comenzaba a vaciar las villas de veraneo del interior del Maresme.

Francesc Fortí y su esposa Francina Suriñach apostaron por una cocina clásica francesa con alma catalana, sin florituras pero con técnica, sin atajos ni electrodomésticos de laboratorio. Más de cinco décadas después, siguen al pie del cañón, ajenos a las modas y celebrados por ello.

Un restaurante detenido en el tiempo

“El local está igual que en los años 70”, dice Giró. Y no exagera. La chimenea central, las baldosas rústicas, el servicio con guantes blancos y un protocolo riguroso de sala convierten la experiencia en un viaje al pasado.

Fortí, a sus 77 años, sigue haciendo la masa de hojaldre a mano cada mañana, y no permite ni microondas ni Thermomix en su cocina. “Somos la resistencia”, proclama entre risas, pero sin concesiones.

Interior del restaurante El Racó d'En Binu

Interior del restaurante El Racó d'En Binu El Racó d'En Binu

Este lugar fue el primer restaurante catalán fuera de Barcelona en obtener dos estrellas Michelin (1979). Pero Fortí nunca quiso jugar ese juego.

Cuando Michelin premió el lujo de Zalacaín por encima del oficio, decidió devolver sus estrellas y desaparecer de la guía. “No quiero salir. La cocina no es lujo, es cocina”, dijo entonces. Y lo sostiene. Ni pegatinas en la puerta, ni etiquetas, ni postureo.

El templo secreto del suflé helado

La carta se lee como una oda a la alta cocina clásica: civet de liebre, perdiz con uvas, lubina a la papillote, solomillo Chateaubriand, erizos con holandesa, y el mítico suflé helado de naranja, cuya receta Fortí se niega a compartir. “Mis recetas morirán conmigo. Los otros que se jodan. Y abajo”, declaró sin rodeos en el documental Binu, historia de dos estrellas, estrenado en 2023.

Un retrato íntimo de este espacio inalterable, proyectado en festivales como el de Málaga y celebrado por una nueva generación de comensales.

Menú de El Racó d'En Binu

Menú de El Racó d'En Binu El Racó d'En Binu

Porque sí, los jóvenes están volviendo. Gracias a Instagram (sí, la cuenta la abrió su prima Bel) y al boca-oreja, las reservas se multiplican.

La sala con chimenea se ha quedado pequeña, y el comedor del recibidor —antes lleno de postres— ahora también acoge mesas llenas. “Esta noche tengo los dos salones llenos”, dice Fortí con satisfacción.

El menú degustación ronda los 90-100 euros, pero hay también menú de mediodía por 23 euros, entre semana.

Cocina sin marketing, solo con alma

El Racó d’En Binu no tiene carta con QR, ni espuma de nada, ni efectos especiales. Tiene, en cambio, la mano de un cocinero que aprendió en Francia, el alma de Escoffier y una historia marcada por luces y sombras.

En los años 90, tras la marcha de un hermano y rumores de cierre, el restaurante cayó en desgracia. La pandemia lo volvió a poner contra las cuerdas. Pero Francesc y Francina resistieron. A fuego lento.

Hoy, lejos del glamour de la alta cocina televisada, siguen dando de comer a quienes buscan autenticidad. El Racó no tiene “experiencia sensorial”, tiene tradición. Y en eso, también hay belleza.

Marc Giró no es el único que lo sabe. Pero por si acaso, no lo cuentes demasiado alto. Algunos secretos merecen seguir siendo un acto de fe entre gourmets de verdad.